CABA | En Adviento, detengamos la prisa, demos gracias, avivando el deseo de la segunda venida, este Señor que vendrá con Gloria

1 diciembre, 2019

CABA | En Adviento, detengamos la prisa, demos gracias, avivando el deseo de la segunda venida, este Señor que vendrá con Gloria, la síntesis se desprende del vídeo mensaje remitido por el Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera. En el mismo, nuestro Obispo nos señala, “el Adviento nos prepara para esta segunda venida Gloriosa, nos prepara para recordar el acontecimiento de la Encarnación y preparar el corazón para que el Pesebre, sea nuestra propia vida y corazón, que, en nosotros, tenga, sí un lugar el Señor”.

A continuación, compartimos con ustedes la transcripción del vídeo mensaje de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Es una alegría poder comunicarme de nuevo con ustedes, ante la proximidad del tiempo nuevo que es el Adviento. Quizás compartan conmigo que, a finales de noviembre, comenzamos una actitud de un cierto apuro por el final del año, circunstancias que hacen a nuestra realidad como Argentina y como América latina. Yo quisiera que, como comunidad de la familia castrense, que nos detengamos, que preparemos el corazón para contemplar este gran misterio, Dios que se hizo Carne.

El tiempo de Adviento, el tiempo de la espera, tiene momentos especiales, para meditar, asimilar, rumiar y que quede grado en nuestro corazón. Por una parte, porque nos preparamos para celebrar el cumpleaños del Dios con nosotros, nos convoca para ser consciente de la encarnación del verbo.

Cuando iniciamos este tiempo de Adviento, quiera Dios que, en nuestras casas, en nuestras Parroquias, en nuestras Unidades, en los ambientes comerciales de nuestras ciudades, podamos ver esos Pesebres, que nos evocan ese acontecimiento y nos prepara para recordar agradecido lo que fue la encarnación. Nosotros, sabemos que el Adviento, debe preparar nuestro corazón a lo que en cada Eucaristía decimos, «anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección».

Deberíamos decir con mucha fuerza, como señalaban los primeros cristianos, Maranatha «ven Señor Jesús».  El Adviento nos prepara para esta segunda venida Gloriosa, nos prepara para recordar el acontecimiento de la Encarnación y preparar el corazón para que el Pesebre, sea nuestra propia vida y corazón, que, en nosotros, tenga, sí un lugar el Señor.

 

No estemos distraídos, no estemos apurados, al ver nuestra realidad, todo esto nos cae en un poco difícil, terminando el año, entonces, en este tiempo, frenemos, detengamos esa prisa, demos gracias por este acontecimiento, pero avivando ese deseo de la segunda venida, este Señor que vendrá con Gloria.

También, el Adviento que no es menor, nos prepara, nos agudiza para descubrir en la mirada a los más pobres, el más necesitado, el hermano. Pero no solo el pobre material, también debemos prestar atención a aquellos que están careciendo de justicia, de libertad, de acompañamiento, de posibilidades, de tantos bienes que no son, solo los bienes materiales, por ello, debemos descubrir al Dios que se hace Carne.

Que este tiempo de Adviento, sea un tiempo de gozo, pero también de penitencia. ¿Qué cosas que tenemos en nuestra vida, no son el rostro de Jesús? ¿Qué cosas tenemos en nuestra vida de un Dios que se hace vida, que no hemos entendido, de que hay un Dios que nos Ama?

Si experimentamos ese amor del Señor, no podemos dejar de amar como Él. No podemos dejar de anunciarlo con alegría, la alegría del Evangelio como dice el Santo Padre Francisco, y que así, vaya calando hondo en nuestro corazón.

Solo en este tiempo del Adviento, bien vivido, podemos prepararnos para vivir una Santa Navidad, una Navidad Cristina. Debemos fundar los cimientos que nos permitan celebrar la fiesta de la Navidad, para ello, tiene fundamental importancia, cada uno de estos domingos que nos van preparando, que nos sostienen en esta vida y en esta peregrinación de la Fe.

María es por excelencia la Madre de Dios, la Madre de Jesús, que nos ayuda a vivir el Adviento, ella fue la mujer de la espera, del Sí, del silencio, de guardar en su corazón tantas cosas. A María, nuestra Madre, que, en este tiempo de Adviento, en este año Mariano que comenzamos a vivir como Iglesia Argentina, preparándonos para el congreso de la Virgen del Valle en Catamarca, pidámosle para ser como Ella, felices anunciadores de este Dios que se Encarna y viene a respondernos siempre interrogantes profundos.

La clave es, un Dios que nos ama, un Dios que está cerca, un Dios que está entre nosotros. Feliz tiempo de Adviento, fecundo tiempo de Adviento. Quiera Dios que podamos entonces, vivir de verdad una nueva Navidad en nuestra vida.

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