Mons. Olivera I Instituyó en el ámbito de la Diócesis Castrense el Día del Seminarista

1 junio, 2020

Mons. Olivera I Instituyó en el ámbito de la Diócesis Castrense el Día del Seminarista, el mismo se celebrará todos los años, cada lunes próximo a la Solemnidad de Pentecostés, así lo informó mediante una carta remitida firmada el lunes 1 de junio del presente año. Destinada a los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, consagradas y seminaristas y fieles laicos y a la comunidad de nuestra familia diocesana castrense.

A continuación, compartimos en forma textual la carta de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Buenos Aires, 1 de junio de 2020
Prot. 050 / 2020
Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia
Día del Seminarista de nuestra Diócesis Castrense

A los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas,
consagradas y seminaristas y fieles laicos,
Muy querida comunidad y familia diocesana


El lunes posterior a la celebración de Pentecostés, la Iglesia nos propone celebrar a la
Santísima Virgen como Madre de la Iglesia y especialmente a recordar a los seminaristas,
uniendo con mucha sabiduría la meditación y la oración sobre el comienzo de la Iglesia y los
primeros pasos en el llamado a la vocación sacerdotal.
Particularmente lo he vivido con mucho gozo en todo mi tiempo de seminarista, en
mi camino de formación en el Seminario “San José” de mi diócesis de origen, Morón, en
donde celebrábamos cada año junto a otras diócesis del país, el Día del Seminarista
precisamente en la memoria litúrgica de hoy.
Por este motivo quisiera que en este día y a partir de este año, nos detengamos y nos
comprometamos particularmente con una mirada de gratitud hacia aquellos que se están
formando para ser pastores según el corazón de Jesús. Dar gracias también por las
vocaciones, por las de ahora y por las que vendrán, pidiendo por la perseverancia y la
santificación de estos hijos que han respondido al llamado y están transitando un camino de
discernimiento.
Así, en comunión con otras diócesis hermanas, quiero unirme a esta celebración
instituyendo en el ámbito de la Diócesis Castrense el Día del Seminarista que se
celebrará todos los años el lunes posterior a la Solemnidad de Pentecostés, en la
Memoria Litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia.

Colocar bajo el cuidado de esta querida advocación la vida y el camino vocacional de
cada uno de nuestros seminaristas, es pedirle especialmente a nuestra Madre que los ayude a
hacer un camino con la Iglesia, de honestidad y confianza, de entrega y disponibilidad para
formar su corazón de futuros pastores a semejanza de Jesús, único fruto del vientre de María,
que es también el Pastor Bueno que nos amó hasta el extremo, no escatimando en dar su Vida
por nosotros. Formar el corazón de los futuros pastores en el ámbito de esta diócesis
particular merece el estar muy atentos a los fieles que se nos confían, ya que viven una
peculiar forma de vida. También el obispo y los sacerdotes estamos llamados a vivir y
compartir esa especial forma de vida, acompañándolos en todo el país, estando dispuestos a
participar en las misiones de paz y, como ellos, si así nos lo pidiera Dios, estar dispuestos a
dar nuestra vida.
Es una favorable ocasión para pedirles a todos los fieles que continúen rezando al
Padre, por intercesión de la Santísima Virgen, por todos nuestros seminaristas y también por
las vocaciones sacerdotales. En especial esta hermosa jaculatoria “Manda Padre, muchos y
santos obreros a tu mies. Conserva y santifica a los sacerdotes y a aquellos que se están
formando”.

San Pablo VI, al clausurar la III Sesión del Concilio Vaticano II, el 21 de noviembre
de 1964, fue quién proclamó a María Santísima “Madre de la Iglesia”. Decía el Papa en su
alocución que “la Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores
que la llaman Madre amorosa, de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo
cristiano con este gratísimo título. Se trata de un título que no es nuevo para la piedad de los
cristianos, antes bien, con este nombre de Madre, y con preferencia a cualquier otro, los fieles
y la Iglesia entera acostumbran a dirigirse a María. En verdad pertenece a la esencia genuina
de la devoción a María, encontrando su justificación en la dignidad misma de la Madre del
Verbo Encarnado”.
Recordaba también Pablo VI el mereciendo elogio evangélico “Bienaventurada
porque has creído” ya que en su vida terrena María realizó la perfecta figura del discípulo de
Cristo, espejo de todas las virtudes, y encarnó las bienaventuranzas evangélicas proclamadas
por Cristo. Así, toda la Iglesia, en su incomparable variedad de vida y de obras, encuentra en
la Virgen la más auténtica forma de la perfecta imitación de Cristo.
Luego, en el Año Santo de la Reconciliación, en 1975, la Santa Sede propuso una
misa votiva en honor a la Madre de la Iglesia. En algunas naciones, como por ejemplo Polonia
y Argentina y también en algunas órdenes religiosas, la celebración de la memoria litúrgica
de María Madre de la Iglesia está incluida en los calendarios particulares.
En la oración colecta de dicha misa votiva, rezamos: “Dios Padre de misericordia,
cuyo Hijo clavado en la Cruz, nos entregó a su Madre, Santa María Virgen, como Madre
nuestra, por su intercesión concédenos que tu Iglesia sea cada día más fecunda, se alegre por
la santidad de sus hijos y atraiga a su seno a todos los pueblos”. También esta será nuestra
oración y nuestra esperanza en el pedido de los frutos de la misión de los seminaristas como
futuros sacerdotes. Los invito, queridos fieles todos, a estar atentos en el camino de su
formación como un signo más de nuestra pertenencia diocesana y pedir siempre por su
vocación y perseverancia.
También el querido Papa Francisco nos recuerda la maternidad de María sobre la
Iglesia. Mirar a María como imagen y modelo de la Iglesia, recuperando una expresión del
Concilio Vaticano II en su Constitución Lumen Gentium: como enseñaba San Ambrosio, la
Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, la caridad y en la perfecta unión
con Cristo.
Junto a San Pablo VI, con ánimo lleno de confianza y amor filial a nuestra Madre,
elevemos una vez más la mirada a pesar de nuestras debilidades: “La Virgen, que nos dio con
Cristo la fuente de la gracia, no dejará de socorrer a la Iglesia, que, floreciendo, ahora en la
abundancia de los dones del Espíritu Santo, se empeña con nuevos ánimos en su misión de
salvación”.

En este Año Mariano Nacional que estamos transitando tengamos siempre presente
en la oración y en el corazón a nuestros queridos seminaristas. Ellos han respondido al
llamado y se esfuerzan día a día para ser dóciles y fieles a la voluntad del Padre. Que María,
Madre de la Iglesia, los acompañe y proteja siempre. Con mi bendición
.

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