Mons. Olivera | La causa de Brochero no termina, la causa es trabajar para la inclusión de todos, será trabajar codo a codo con el pueblo por la dignidad y el desarrollo

16 octubre, 2020

Mons. Olivera | La causa de Brochero no termina, la causa es trabajar para la inclusión de todos, será trabajar codo a codo con el pueblo por la dignidad y el desarrollo, el resumen se desprende de la Homilía compartida por nuestro Obispo, en la Misa de Vigilia por la Canonización de del Santo Cura Brochero. Fue el 15 de octubre del año 2016 en la Iglesia Santa María Addolorata del Viale Regina Margherita (Iglesia Argentina), Roma, Italia horas antes de la Canonización de nuestro Santo en Plaza San Pedro, Vaticano.

Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina (en aquel momento, Obispo de Cruz del Eje, Córdoba), concelebraron Mons. José María Arancedo (ex Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina) y 14 Obispos argentinos. Asistieron el Sr. Embajador Argentino ante la Santa Sede, autoridades políticas argentinas e italianas y fieles y peregrinos nacionales. Hoy, 16 de octubre, se cumplen cuatro años de la Canonización de Brochero, momento en que el Santo Padre inscribía en el Libro de Todos los Santos al Santo José Gabriel del Rosario Brochero, por ello, resulta especial poder recordar esa Homilía compartida por Mons. Santiago Olivera para poder revalorizar esta Gracia de santidad con la que cuenta nuestra Patria.

En su mensaje, Mons. Olivera traducía en palabras la emoción que invadía a todos ese tiempo previo a la Canonización de Brochero, así lo expresaba, “no puedo dejar de pensar en todo este tiempo de tantos hombres y mujeres, pueblo de Dios, Obispos y sacerdotes, que han deseado ver lo que nosotros vemos y han trabajado tanto para que esto sea hoy posible. A todos les damos gracias en el Señor y los encomendamos a Él”.

Además, recordó las palabras del Santo Padre cuando se refería sobre Brochero, “él si supo, sin lugar a duda, ponerse “la patria al hombro” (…)”. A lo que Mons. Olivera decía de nuestro actual santo, “apasionado por Jesús, trabajó sin desvelo para que los hombres y mujeres se encontraran con el Señor porque, desde ese encuentro, Brochero tenía la certeza que la sociedad, su curato, se iba a transformar. Transformar para ser pueblo más cristiano, más fraterno y más digno”.

Continuando, Mons. Santiago Olivera nos exhortaba a comprender que la cusa no concluye con la Santificación del Cura Gaucho, así lo señalaba, “la Causa de Canonización está llegando a su fin, luego de varios años de trabajo y de oración. Pero la Causa de Brochero no termina. La causa es trabajar para la inclusión de todos; la causa será hacer notar todas aquellas cosas que “faltan en nuestra tierra”, en nuestras ciudades y pueblo; la causa será trabajar codo a codo con el pueblo por la dignidad y el desarrollo”.

También, en la Homilía, Mons. Olivera ahondaba sobre el Santo, “la predicación evangélica de Brochero fue, en primer lugar, su vida; su vida predicó el Evangelio y su palabra la rubricó. Vida que fue fe encarnada, fe que recibió de su familia, de sus padres: doña Petrona y don Ignacio”. Profundizando, también releía del tiempo en que fue consagrado Beato, el Santo Padre escribía de Brochero, “que Brochero centró su acción pastoral en la oración, esa vida de oración ha hecho también de Brochero un callejero de la fe”.

A lo que agregaba nuestro Obispo, “la vida de oración fue una característica en nuestro Santo Cura: sabía atender a la gente, estar con y el medio de ellos, pero sabía también que los rezos,, “la experiencia hablan de ellos, “muchas veces pedía cuidadosamente que no se lo molestara cuando estaba en oración o en soledad, después de las tandas de Ejercicios” (…)”.

Entonces, Mons. Santiago Olivera revelaba, “impresiona saber y ver que el Cura Brochero era un hombre de gran intensidad en el trabajo apostólico y estoy seguro que la fecundidad de este trabajo pastoral está cimentado en esa vida de oración y de encuentro íntimo con el Señor (…)”. Por último, en esa Misa de Vigilia en Roma, Mons. Olivera expresaba, “pidamos a Brochero, que tuvo una vivencia profunda del don de la fe durante toda su vida, que nos haga fieles discípulos misioneros de Jesús y misericordiosos como el Padre. Y a María, la mujer de fe por excelencia, la peregrina de la fe, en todos sus títulos y advocaciones; a “Mi Purísima”, como le gustaba llamarla a nuestro futuro y nuevo santo, le pedimos la gracia de saber “ver” lo que falta, porque faltan muchas cosas en nuestra tierra, para que sea posible una vida más digna para todos”.-

Mons. Santiago Olivera, Iglesia Santa María Addolorata del Viale Regina Margherita (Iglesia Argentina), Roma, Italia, 15 de octubre de 2016.-

A continuación, compartimos Homilía de Mons. Santiago Olivera:

Homilía de Mons. Santiago Olivera

Misa de vigilia por la canonización del Cura Brochero, 15 de octubre de 2016.

Iglesia Santa María Addolorata del Viale Regina Margherita (Iglesia Argentina)

Estamos viviendo días de gracia, históricos y de mucha emoción. No puedo dejar de pensar en todo este tiempo de tantos hombres y mujeres, pueblo de Dios, Obispos y sacerdotes, que han deseado ver lo que nosotros vemos y han trabajado tanto para que esto sea hoy posible. A todos les damos gracias en el Señor y los encomendamos a Él.

Tenemos la gracia de contemplar desde Roma la figura de este santo sacerdote, ejemplo de buen pastor y de santo ciudadano. Él si supo, sin lugar a duda, ponerse “la patria al hombro”, en la expresión de nuestro Papa Francisco, y trabajó por el desarrollo y progreso de su pueblo. Apasionado por Jesús, trabajó sin desvelo para que los hombres y mujeres se encontraran con el Señor porque, desde ese encuentro, Brochero tenía la certeza que la sociedad, su curato, se iba a transformar. Transformar para ser pueblo más cristiano, más fraterno y más digno.

La Causa de Canonización está llegando a su fin, luego de varios años de trabajo y de oración. Pero la Causa de Brochero no termina. La causa es trabajar para la inclusión de todos; la causa será hacer notar todas aquellas cosas que “faltan en nuestra tierra”, en nuestras ciudades y pueblo; la causa será trabajar codo a codo con el pueblo por la dignidad y el desarrollo.

Hemos rezado muchos años la oración para pedir la gracia de la canonización, la corona de los santos para nuestro Cura gaucho; y decimos, “porque lo sabemos, que fue esclarecido por el celo misionero, su predicación evangélica y una vida pobre y entregada”.

La predicación evangélica de Brochero fue, en primer lugar, su vida; su vida predicó el Evangelio y su palabra la rubricó. Vida que fue fe encarnada, fe que recibió de su familia, de sus padres: doña Petrona y don Ignacio. Seguramente el Cura Brochero habrá rumiado esta Palabra y consejo de Pablo a Timoteo: “permanece fiel a la doctrina que aprendiste…, recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras… Toda la Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien”.

A orar sin desanimarse nos invita el Evangelista Lucas, haciendo mención a la parábola del Juez injusto y presentándonos el modelo de la viuda insistentes. Brochero fue con muchos feligreses suyos y de otras partes (ejemplo, con Santos Guayama) como la viuda del Evangelio buscando alcanzarles la salvación de Dios. El Papa Francisco, en la carta que nos envió el día de la beatificación de Brochero, nos dijo, “que Brochero centró su acción pastoral en la oración, esa vida de oración ha hecho también de Brochero un callejero de la fe”. Cuando en junio de este año, estudiamos los restos de Brochero para saber su estado de conservación, los antropólogos nos dijeron, entre otras cosas: “las rodillas tienen marcas que muestran que ha sido un hombre que se arrodilló mucho”. Por eso nosotros lo rezamos siempre en el oficio, “Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo”.

La vida de oración fue una característica en nuestro Santo Cura: sabía atender a la gente, estar con y el medio de ellos, pero sabía también que los rezos, “la experiencia hablan de ellos, “muchas veces pedía cuidadosamente que no se lo molestara cuando estaba en oración o en soledad, después de las tandas de Ejercicios” y otros nos comparten: “Con respecto a su vida de oración, la testigo le ha visto muchas veces en oración… en su propia casa le ha visto entregado a la oración y a veces, cuando se lo requería, solía contestar: voy una vez que termine mis rezos”. Impresiona saber y ver que el Cura Brochero era un hombre de gran intensidad en el trabajo apostólico y estoy seguro que la fecundidad de este trabajo pastoral está cimentado en esa vida de oración y de encuentro íntimo con el Señor; “el número uno en espíritu y oración”, nos comparte el Padre Aznar sobre nuestro ya casi “Santo Brochero”. Para los diáconos, sacerdotes y obispos, llamados a tener una vida apostólica intensa, éste es un camino a seguir. La unidad de vida de Brochero, la santidad viviéndola en su experiencia de fe. ¿Cuándo venga el Hijo del hombre encontrará fe sobre la tierra? Seguro que la encontrará, si nos encuentra rezando; porque la fe crece creyendo y crece rezando; se oscurece y debilita si dejamos ese contacto en la oración. Brochero era visto por sus fieles como alguien que trataba familiarmente con el Señor, ya sea en la celebración de la liturgia la Misa, que era diaria, o en el rezo de la liturgia de las horas. Es así, como les compartía, como Brochero vivió y testimonió la unidad profunda entre el ejercicio de su ministerio y su vida espiritual.

Pero, a mi entender, es en la etapa final de su vida donde el Cura Brochero nos muestra la dimensión más honda de la oración; ya que supo rezar como Jesús en la Oración Sacerdotal que podemos leer en Juan 17; oración de Jesús por el nuevo pueblo santo, expresión de la entrega sin reserva, hasta el extremo, por amor a todos, sin exclusión. Esa carta hecha oración que escribe a su amigo el Obispo Yáñiz, es su oración sacerdotal: “Es un grandísimo favor el que ha hecho Dios, nuestro Señor, en desocuparme por completo de la vida activa y dejarme la ocupación de buscar mi fin y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo”.

Pidamos a Brochero, que tuvo una vivencia profunda del don de la fe durante toda su vida, que nos haga fieles discípulos misioneros de Jesús y misericordiosos como el Padre.  

Él supo rezar por nosotros, y en estos días eso nos llena de consuelo y de paz.

Y a María, la mujer de fe por excelencia, la peregrina de la fe, en todos sus títulos y advocaciones; a “Mi Purísima”, como le gustaba llamarla a nuestro futuro y nuevo santo, le pedimos la gracia de saber “ver” lo que falta, porque faltan muchas cosas en nuestra tierra, para que sea posible una vida más digna para todos. Le pedimos a ella y al santo Brochero que podamos transformar esa realidad en abundancia de comunión, de oportunidades, de justicia y de solidaridad.

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