Mons. Olivera | Necesitamos testigos valientes del Evangelio, que el testimonio San José Sánchez del Río nos renueve

10 febrero, 2020

Mons. Olivera | Necesitamos testigos valientes del Evangelio, que el testimonio San José Sánchez del Río nos renueve, para que con audacia podamos ser cristianos enserio, la afirmación se desprende como síntesis de la carta remitida por el Obispo Castrense de Argentina en agosto de 2019. En aquella oportunidad, Mons. Santiago Olivera nos convocaba a celebrar el 16 de octubre del año pasado, los 3 años de su Canonización, junto a nuestro patrono del Clero Argentino San José del Rosario Brochero.

En ese mensaje nos recordaba, “el 3 de noviembre del 2017 firmé un Decreto en el cual declaraba Patrono Celestial de la Juventud Castrense a San José Sánchez del Río, joven mártir mexicano defensor de la fe, que como expresaba en el Decreto, entregó su vida por la causa de Cristo y de la Iglesia”. Hoy 10 de febrero se conmemora el cuarto aniversario de su celebración como Santo Mártir.

San José Sánchez del Río, había nacido el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán, México, en 1926, cuando apenas tenía 13 años de vida, en su país se decretó la suspensión del culto público. En contrapartida a esta determinación, laicos, presbíteros y religiosos católicos decidieron levantarse en armas en defensa de la fe y se les dio el nombre de Cristeros.

Es así, como el hermano mayor de San José Sánchez del Río se alista en el ejército de Cristerios para defender la causa de Cristo y de la Iglesia, viendo ese gesto, el joven José pidió permiso a su madre y padre para alistarse. Pese a los esfuerzos de su madre de hacer cambiar la postura de su hijo, el joven le respondió, «Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión».

Al escucharlo, le da su permiso pero, con una condición, que debía primero escribirle al jefe de los Cristeros de Michoacán para ver si lo admitía, cosa que formalizó, pero que como respuesta y dado a su escaza edad, el permiso resultó negativo. Pese a ello, José Sánchez del Río no claudicó en su intención, continuó insistiendo con su participación aunque más no sea como colaborador.

Así, integró en el campo del ejército Cristerio la asistencia de los Soldados, ganándose la simpatía y el cariño de todos, siendo un especial incentivo de alegría y fe para todos. Pero el 5 de febrero de 1928, su misión lo llevó a ser protagonista del combate, en la región cercana a Cotija, ese día, el caballo del General de los Cristerios, cayó muerto de un balazo.

José sin más, abandonó su montura y exclamó, «mi general, aquí está mi caballo, sálvese usted, aunque a mí me maten. Yo no hago falta y usted sí», entregando su caballo. Es así, como cae detenido, tenía 14 años, ante el interrogatorio, y viendo su postura, el general contrario le reconoció su valentía y le dijo, que deje a los Cristerios y se pase de bando que le iría mucho mejor.

José, fue contundente, «¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey! ¡Yo soy su enemigo! ¡Fusíleme!». Al otro día de su detención, el joven pidió papel y tinta para así poder escribir una carta a su madre, en donde le comunica lo sucedido.

«Cotija, 6 de febrero de 1928. Mí querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte… haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre…».

Cuatro días después, el 10 de febrero de 1928, fue el último día de su vida, al caer la tarde, fue trasladado del templo donde estaba cautivo hasta el Cuartel del Refugio, donde permaneció hasta casi media noche. Allí, a las 23 horas, le desollaron los pies con un cuchillo, lo sacaron del lugar y a golpes lo hicieron caminar hasta el cementerio.

Buscando todo el tiempo que se retractara de su fe, lo hicieron recorrer a pie, cuenta el relato que quienes lo vieron en su tránsito, el joven solo gritaba vivías a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe. Al llegar al cementerio, preguntó cuál sería su sepultura, y con fuerzas inexplicables se puso de pie nuevamente y frente al borde de la fosa impidió que nadie lo toque.

Ante su tumba fue colgado en un árbol y acuchillado mientras clamaba, «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!». En medio de aquel tormento, el capitán jefe de la escolta le preguntó, no por compasión, sino por crueldad, qué les mandaba decir a sus padres, a lo que respondió José: «Que nos veremos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!».

Ante la respuesta del joven, el capitán le disparó a la cabeza, y José cayó dentro de la tumba, bañado en sangre, y su alma volaba al cielo. Poco más de setenta y siete años después de su muerte, el 20 de noviembre de 2005 fue Beatificado y finalmente, el 16 de octubre de 2016 en la ciudad del Vaticano, el Santo Padre Francisco lo Canonizó.

Mons. Santiago Olivera, en nuestro país, realizó el prologó del libro, Mirando al Cielo, de Antonio Peláez, se trata de una novela inspirada en la vida de José Sánchez del Río, de Talitakum Ediciones y publicada en el año 2019. En el mismo, describe el gozo que le provoca poder participar en el volumen que habla sobre la vida del Santo Mártir, donde además narra que estuvo presente en Plaza San Pedro, en ciudad del Vaticano, el 16 de octubre de 2016 cuando fue Canonizado.

Es que, en aquel tiempo era Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje, y ese mismo día se encontraba allí, pues también fue canonizado San José del Rosario Brochero, Patrono del Clero Castrense. Además, a los pocos meses, pudo viajar a la ciudad natal de San José Sánchez del Río y conocer aún más de su vida e historia.

En el prologo del libro señalado, el Obispo Castrense de Argentina destaca, “que edificante que un libro se llame ¡Mirando al Cielo (…) ! Es necesario que más de una vez la vida nos sorprenda mirando al Cielo, pero no como distraídos sino como creyentes.

Con los pies en la tierra y mirando hacia el Cielo muchas cosas serían bien distintas, muchos cristianos viviríamos con mayor convicción nuestra fe. Ciertamente José tenía su mirada y su corazón en la Vida Eterna, pero como buen cristiano, sabía que a ella se llega con los pies bien puestos sobre la tierra y con lucha y esfuerzo. Le tocó a nuestro joven amigo vivirlo en el tiempo de los Cristerios”. [i]

Continuando, Mons. Olivera nos recuerda, “los santos nos hablan en todos los tiempos, porque han escrito -y José, rubricado con su vida- las páginas del Evangelio. José Sánchez del Río, porque miraba al Cielo, pudo decir con alegría: <<nunca como ahora fue tan fácil ganarse el Cielo>>». [ii]

Avanzando en el mensaje de su participación en el libro de Antonio Peláez destaca, que en el año 2017, ya siendo Obispo Castrense de Argentina, proclamó a San José Sánchez del Río, como Patrono de la Juventud Castrense de Argentina. Finalizando, nos dice, “en nuestro país, necesitamos modelos juveniles que estén dispuestos a jugarse por Jesús y por el Reino sin reservas”. [iii]

Oración:

Señor Dios, que otorgaste la palma del martirio, al Santo José Sánchez del Río al profesar y defender con su sangre la fe en Cristo Rey del Universo. Concédenos por su intercesión alcanzar la gracia de ser como él: fuertes en la fe, seguros en la esperanza y constantes en la caridad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

[i] Libro, Mirando al Cielo, de Antonio Peláez. Página 7

[ii] Libro, Mirando al Cielo, de Antonio Peláez. Página 9

[iii] Libro, Mirando al Cielo, de Antonio Peláez. Página 10

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1 Comentario

  1. Mercedes Alicia Ponce de León

    ¡Cuanto sufrió el valiente San José Sanchez!.Como el supo ser testigo de la Palabra de Dios a pesar de padecer situaciones espantosas e inhumanas porque como buen cristiano no quería ir al infierno.¡Qué vida tuvo este Santo Mártir!.Que siempre el esté en la gloria de Dios.

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