Mons. Olivera | Que la Virgen nos ayude para que también nosotros digamos siempre ese Sí

8 mayo, 2020

Mons. Olivera | Que la Virgen nos ayude para que también nosotros digamos siempre ese Sí, la frase se desprende de la carta remitida por nuestro Obispo Castrense de Argentina, en la jornada del 8 de Mayo, en la celebración de la Fiesta Patronales de nuestra Diócesis. Para Mons. Santiago Olivera, es la tercera celebración como Obispo Castrense de Argentina, en este especial tiempo nos decía, “la providencia nos encuentra transitando estos caminos históricos e inéditos en medio de la difícil situación de la pandemia y la emergencia sanitaria”.

Continuando, agrega, “en este contexto nos toca ahora celebrar como Iglesia Diocesana Castrense a nuestra patrona, a la patrona de nuestra querida Patria y de Gendarmería Nacional: La Santísima Virgen bajo la hermosa advocación de Luján. También celebra su fiesta una fuerza hermana, la Policía Federal Argentina. A ella nos unimos y compartimos la alegría de evocar a María”.  

Además, Mons. Santiago afirmó, “así, como la Virgen quiso quedarse, la Iglesia en su sabiduría nos la regala como nuestra patrona para que se quede en medio de nosotros, muy cerca nuestro. Hoy nuestra diócesis toda unida y con un solo corazón celebra a María de Luján. Juntos latimos con el corazón de la Virgen”.

A continuación, compartimos con ustedes la carta de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

 

Carta de Mons. Santiago Olivera

8 de mayo – Fiestas Patronales de la Diócesis 

Nuestra Señora de Lujan

 

 

Buenos Aires, 8 de mayo de 2020

 

La providencia nos encuentra transitando estos caminos históricos e inéditos en medio de la difícil situación de la pandemia y la emergencia sanitaria. Sin embargo, este tiempo nos ha servido para un encuentro más hondo con Dios y, a través de él, con nuestra familia y nuestro prójimo.

Hemos tenido que distanciarnos físicamente y hemos experimentado un mayor anhelo hacia los afectos y una pronunciada búsqueda de los lazos que nos unen. Sin dudas echamos de menos un abrazo, un apretón de manos, una sonrisa, un encuentro fraterno. Hemos pasado cumpleaños y aniversarios sin poder vernos personalmente, cada uno en su lugar. Extrañamos el celebrar la vida. Extrañamos mucho, no poder celebrar la Eucaristía con los fieles. Pero todo ello lo hemos hecho con la premisa de cuidar precisamente esa vida. Quedándonos en casa cuidamos a los demás y nos cuidamos nosotros. 

En este contexto nos toca ahora celebrar como Iglesia Diocesana Castrense a nuestra patrona, a la patrona de nuestra querida Patria y de Gendarmería Nacional: La Santísima Virgen bajo la hermosa advocación de Luján. También celebra su fiesta una fuerza hermana, la Policía Federal Argentina. A ella nos unimos y compartimos la alegría de evocar a María.  

Ese hecho singular que dio origen a la advocación de la Virgen -el querer permanecer a orillas del río Luján- nos demuestra una vez más la cercanía de María hacia sus hijos. Este “quererse quedar” nos muestra lo hermoso de la advocación y de la imagen que hoy veneramos con tanta fe y esperanza. María quiso quedarse. Quiso quedarse en medio nuestro. Quiso permanecer con su pueblo.

Conformamos una diócesis que no es territorial. Allí, en las distintas realidades donde hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad Federales estén cumpliendo con su deber, allí están los pastores de esta particular iglesia para servir a los que sirven a la Patria. Es una diócesis personal, pensada y mirada a través del reflejo del modo de vida peculiar de sus fieles.

Así, como la Virgen quiso quedarse, la Iglesia en su sabiduría nos la regala como nuestra patrona para que se quede en medio de nosotros, muy cerca nuestro. Hoy nuestra diócesis toda unida y con un solo corazón celebra a María de Luján. Juntos latimos con el corazón de la Virgen. Está de fiesta nuestra Diócesis, que se compone no con pedazos de tierra sino de corazones que se unen para celebrar a nuestra Madre común, experimentando con ella la cercanía, su protección y su inmenso amor.

María dejó que Dios tome posesión en ella con ese Sí generoso que le dijo al ángel en la anunciación. Dios quiso convertirla en un lugar privilegiado de su relación con la humanidad en la encarnación. 

La Virgen siempre nos va a recordar que nuestra vocación cristiana es un regalo, un don. Dios ama primero. Ama gratuitamente y siempre. Ama a todos sin exclusión y con toda su capacidad de amor. Esto nos ha enseñado y continúa enseñando María. Esta mujer sencilla y pequeña pero fuerte y grande. Bendita entre todas las mujeres, la alegría de Israel, el honor de nuestra raza y nuestro pueblo. A ella, y ante esta esta pequeña imagen de Luján, la veneramos, le rezamos, nos unimos. 

Es la tercera fiesta patronal como obispo de mi querida diócesis. Este año nos refleja una mayor hondura al faltarnos la posibilidad de compartirla juntos en comunidad de creyentes. La celebramos desde nuestros lugares y recurriendo a los valiosos medios de comunicación que hacen posible la participación. Hoy, 8 de mayo, por medio de Facebook y de la radio podremos estar unidos en la Eucaristía. Ello nos unirá y nos hará sentir muy cerca, muy próximos de cada una de las personas que conforman esta Diócesis, particular porción del pueblo de Dios. Le pediremos a María de Luján que nos cuide y que nos proteja.

Hemos podido experimentar en estas últimas jornadas el rezar juntos la Novena Diocesana en distintos puntos del país con la animación entusiasta de nuestros laicos, capellanes y religiosas. Han sido una enorme alegría los mensajes en orden al Domingo del Buen Pastor y a nuestra Madre de Luján. Conmueve el ver familias de las distintas fuerzas compartir sus testimonios. Contar lo que significa para ellas María. Ver rostros del Ejército, de la Armada, de la Fuerza Aérea, de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, de la Prefectura Naval y de la Gendarmería, como pastor ello llega al alma. Como diocesanos todos, nos regala mucha alegría y a la vez brota el agradecimiento por tantos testimonios de vida cristiana y tanta riqueza que tenemos en nuestra diócesis. Sin duda María está presente en todo ello.   

En esta oración y en esta Misa nos unimos con el Siervo de Dios, el “Negro Manuel”. Quiera Dios que pronto pueda ser ese santo intercesor que miró a la Virgen con ternura de hijo y que custodió su imagen al descubrir la cercanía de la Madre.

Antes de ser nación, en 1630, María quiso quedarse en nuestro suelo. Hoy debemos experimentar en nuestro corazón ese “querer quedarse”. Virgen de Luján, quédate con nosotros, a nuestro lado.

La Virgen profetizó que la felicitarían todas las generaciones. Cuando la celebramos hacemos realidad esa profecía de la Madre. La felicitamos, nos alegramos, le decimos dichosa y bendita porque creyó, porque fue fiel, porque escuchó la palabra y la puso en práctica. Ella es peregrina en la fe. Fue acompañando todos los misterios de Jesús y los iba guardando en su corazón. Siempre dijo Sí. En la encarnación, en la vida oculta de Jesús y en la Cruz. Dijo Sí al pedido de su Hijo, al dejarla como Madre y lo manifiesta cuando se mete en la vida y la historia de su pueblo, se hace cultura y parte de nuestra historia.

Que la Virgen nos ayude para que también nosotros digamos siempre ese Sí. Que María de Luján nos de la gracia de poder celebrar esta fiesta patronal de nuestra diócesis que se extiende en todo el país y en el exterior porque está en cada corazón de nuestros fieles.

Bendiciones y muy Feliz Fiesta Patronal de nuestra Madre, la Virgencita de Luján. 

+ MONS. SANTIAGO OLIVERA

OBISPO PARA LAS FUERZAS ARMADAS

Y   FUERZAS DE FEDERALES DE SEGURIDAD

REPÚBLICA ARGENTINA

(OBISPADO CASTRENSE)

Los invito a unirse espiritualmente a la transmisión en vivo por el Facebook del Obispado Castrense y por Radio Cadena Mediterránea (http://cadenamediterranea.com.ar)  hoy 8 de mayo a las 19:30 horas: rezo de la Novena, Rosario (desde la Casa Sacerdotal Juan Pablo II), y luego la Misa que presidiré. –

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