Ntra. Sra. de Luján, Peregrina y Protectora, de Malvinas al Reino Unido

25 marzo, 2019

Ntra. Sra. de Luján, Peregrina y Protectora, de Malvinas al Reino Unido, la historia nos remonta al año 1982, tiempo que cambiaría para siempre la vida de los argentinos, cuando el 2 de Abril se iniciaba el conflicto que duró hasta el 14 de junio del mismo año, con el resultado, público conocido. Pero hoy, no hablaremos de esas consecuencias, sino hablaremos de nuestra Patrona de la República Argentina, en especial, de aquella imagen que apareció en las Islas, situación que hasta ahora nadie sabe cómo, como tampoco sabemos, cómo logró arribar a la Catedral Castrense Inglesa.

Entre los datos históricos, queremos señalar que, según los registros, hasta ahora recabados, la imagen de la Santísima, es de cerámica, y habría sido construida en la costa Atlántica, más precisamente, en la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, por un reconocido artesano de la época. Lo decimos en potencial, puesto que, hasta ahora los datos no fueron confirmados, pero los indicios y detalles de la imagen nos dan una alta posibilidad de que sería así, otro elemento que sabemos es que alguna persona o familia, habrían donado la misma a la  Parroquia, Saint Mary (Santa María) de Malvinas.

Con la llegada de los tropas argentinas, también arribaba a las Islas, el Capellán, Padre, Vicente, Martínez Torrens, quien visitó la Parroquia y saludo a su Párroco, como misión número uno. Allí, en su entrevista, advirtió la presencia de Ntra. Sra. de Luján, que se encontraba entronizada en un rincón opuesto al altar, esto nos indica, que la imagen, ya estaba en las Islas antes de la guerra, con lo que la hipótesis de que, la imagen haya sido una donación a los files de aquella porción austral, cobra mayor veracidad.

Había pasado un mes y dos días, cuando el 4 de mayo de 1982, un bombardeo sorprende a nuestros soldados, dejando a dos sepultados por la ola de turba que desparramó una esquirla de una bomba. Allí, quedaban atrapados los Soldados, Jorge Palacios, oriundo de Comodoro Rivadavia, provincia de Santa Cruz y Raúl Ortiz quien antes de la guerra residía en Trelew provincia de Chubut.

Allí, se manifestaba, según el Soldado Palacios la Gracia de nuestra Santísima Virgen de Luján, puesto que solo su manto protector podría haber sido capaz de cubrirlos, abrigarlos y no desampararlos hasta que finalmente, fueron rescatados horas más tarde. El propio Padre, Martínez Torrens en su libro [i] relata la historia, “faltaban dos Soldados-. ¿Quién los vio, dónde están? Dos preguntas que no tuvieron respuesta inmediata (…)”.

Continuando, señala, “Por ahí, un tímido Soldado dijo: – A mi me pareció escuchar unos gritos que pedían auxilio, pero no vi nada. -¿Dónde Soldado, dónde? Fue la pregunta de todos. –Por allá abajo, agregó, indicando la ladera de la posición cercana al agua”.

Continuando con su narración, en el libro se lee, “el rápido desplazamiento de un centenar de hombres en el blando suelo, hizo retumbar la turba. Nuevamente se escuchó el pedido de auxilio. Desesperadamente se pusieron a remover un montículo de tierra formado junto a un enorme cráter dejado por la bomba.

Removido aparecieron los dos soldados perdidos sacudiéndose la tierra de la cabeza (…)”. Luego de la angustia, ésta, era superada por la alegría de haberlos hallado con vida, “el capitán Fernando Izturiz, completaba la escena, exclamó- No hay duda de que la Virgen nos protege-. Yo no hice más que de testigo- y felicite a los dos afortunados (…). La alegría, los abrazos y sus rostros quedarán en mí, imborrables”.

Cuatro días después, otro Prodigio es atribuido a nuestra Madre, era el 8 de Mayo, día de nuestra Santa Patrona, por ser su fiesta, el Capellán, Padre, Vicente, Martínez Torrens, pidió permiso en la Parroquia y saco en procesión a Ntra. Sra. de Luján. Cuentan que fueron los mismos Soldados, que en gratitud a la protección de ser salvados en aquel bombardeo, pidieron llevar la imagen de la Virgen, las fotos lo corroboran junto a sus testimonios.

Luego de recorrer cada trinchera en un Jeep 243, con la Madre Santísima, el Padre, Martínez Torrens se dispuso a celebrar la Santa Misa, pero casi en el final de la misma, un teléfono interrumpía. El propio Jefe del Regimiento pidió hacer callar el ruido del timbre, puesto que cortaba la ceremonia, pero el solado atendió, allí, el libro de Capellán, lo reseña.

“(…) comunicó en voz alta el Soldado- Mi Teniente Coronel, dos Sea Harrier vienen por el oeste a siete millas- Imposible señaló el Jefe, dueño de sí mismo, levantó su mano hacia la dirección indicada y dijo- ¡Que se detengan! Nosotros terminada la Misa, haremos la procesión: después, veremos sí le damos permiso que pasen- Y con voz de mando agregó- ¡Perdone Padre, prosiga!”

La fe de aquel hombre, confió en quienes asistían a la Misa, a que todo continúe sin cambios, el Padre los describe de la siguiente manera, “¿qué debía prevalecer: fe en Dios, prudencia humana o fuga por miedo? Tres opciones para pocos segundos. ¿Qué hacer? La fuga no podía ser. Mi presencia allí, era para infundir ánimo. Una desbandada, por prudencia humana iba a escandalizar a los soldados ante la actitud de la fe de su jefe”.

Una historia, que de solo leerla, simplemente conmueve, pero emociona mucho más porque trae a este presente, la pureza de la fe de aquellos fieles militares, hoy héroes nacionales. El final del testimonio de esta Gracia lo dice todo, “(…) anteriormente pensé que de ser un bombardeo, en la dispersión, era seguro que alguno moriría. Pero por ser creyente: nos abandonamos en las manos de Dios.

Eso sí, hice poner la imagen de María al frente de la procesión, que iniciamos marchando en dirección oeste. Todos, Rosario en mano, la seguíamos cantando- Mientras recorres la vida tú nunca estás sola, contigo por el camino Santa María va (…). Peregrinamos unos cuatrocientos metros rezando y cantando- giramos hacia el sur e ingresamos a la pista donde estaba estacionado el Jeep.

Colocamos la imagen sobre el capot y con la bendición, dimos por finalizada la procesión”. El caza bombardero de la Real Fuerza Aérea Inglesa, jamás llegó, los propios soldados inmortalizaron ese momento con fotos alusivas rodeando a la Madre que una vez más los había protegió.

Fueron dos momentos marcados, concisos, concretos, en donde la presencia de Ntra. Sra. de Luján deja su legado y graba en el corazón de nuestros Soldados, su amor materno y protector. Después de esta última aparición de María junto a los efectivos, no se conocen más detalles de ella, solo se sabe que, el propio Padre, Vicente, Martínez Torrens, trasladó con la escolta nuevamente la imagen a la Parroquia.

Nadie más supo más de ella, hasta que en diciembre de 2016, en La Gaceta Malvinense, una nota brindada por el Médico, Militar Inglés, Retirado, James M. Ryan, cuenta de que en la Catedral Castrense del Reino Unido, se encuentra una imagen de Ntra. Sra. de Luján. Habían pasado 34 años, pero nada sucedió, hasta a mediados del 2018, cuando un laico, de la Diócesis de Quilmes, lee y descubre el mensaje, allí, el Médico, Ryan, no solo da fe de que está la imagen, sino que, señala que si nuestro país lo quisiera, podría retornar a la Argentina, previos trámites correspondientes.

Es así, como por intermedio de la Diócesis de Quilmes se conectan con el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Mons. Oscar Ojea, de allí con nuestro Obispo Castrense, Mons. Olivera y se inician así, los vínculos e intercambios de cartas con el Obispado Castrense Inglés. Esto tuvo como resultado, que en los primero días de marzo, se produjera un primer encuentro en Roma, entre Mons. Santiago Olivera y Mons. Paul James Mason (Obispo Castrense de Inglaterra).

Actualmente, todo está avanzando, para que nuestra Madre pueda regresar después de tantos años de Peregrinación, ante esto, los fieles laicos protagonistas de esta historia, nos invitan a rezar. Rezar para agradecer, para pedir esta nueva bendición de la Santísima Virgen, para juntos caminar el camino de María, para construir ese puente de paz, amor y fraternidad entre los pueblos, para juntos exclamar, “Madre, Bienvenida a Casa”.-

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[i] Libro: Dios en las trincheras del Padre Vicente Martínez Torrens, páginas 74-76-80 y 82.

 

 

 

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