Papa Francisco | La vida existe donde hay vínculo, comunión, hermandad, ésta, es una vida más fuerte que la muerte cuando se basa en verdaderas relaciones y lazos de fidelidad

10 noviembre, 2019

Papa Francisco | La vida existe donde hay vínculo, comunión, hermandad, ésta, es una vida más fuerte que la muerte cuando se basa en verdaderas relaciones y lazos de fidelidad, el resumen se desprende del mensaje brindado por el Santo Padre, en el medio día de hoy en Ciudad del Vaticano. A las 12 horas (hora local), Su Santidad Francisco se presento en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano, donde les habló a los peregrinos del mundo reunidos en Plaza San Pedro, centrando sus palabras, en el Evangelio del día, (Lucas 20: 27-38).

Al respecto, nos decía, “nos ofrece una maravillosa enseñanza de Jesús sobre la resurrección de los muertos”. Subrayando una pregunta a Jesús que le hicieron unos saduceos que no creían en la resurrección, “¿De quién será la esposa, en la resurrección, de una mujer que tuvo siete esposos sucesivos, todos hermanos entre sí, que murieron uno tras otro? Jesús no cae en la trampa y responde que los resucitados en el más allá «no toman esposa ni esposo: porque ya no pueden morir, porque son iguales a los ángeles y, como son hijos de la resurrección, son hijos de Dios» (vv. 35-36). Así responde Jesús”.

El Santo Padre, nos explicaba, “con esta respuesta, Jesús en primer lugar invita a sus interlocutores, y a nosotros también, a pensar que esta dimensión terrenal en la que vivimos ahora no es la única dimensión, sino que hay otra, que ya no está sujeta a la muerte, en la que nosotros manifestará plenamente que somos hijos de Dios”. A lo que agrega, “es un gran consuelo y esperanza escuchar esta simple y clara palabra de Jesús acerca de la vida más allá de la muerte; Lo necesitamos tanto especialmente en nuestro tiempo, tan rico en conocimiento del universo pero tan pobre en sabiduría sobre la vida eterna”.

Continuando, el Santo Padre, no pregunta y responde, “después de esta peregrinación terrenal, ¿qué será de nuestra vida? ¿Pertenecerá a la nada, a la muerte? Jesús responde que la vida le pertenece a Dios, que nos ama y se preocupa mucho por nosotros, hasta el punto de vincular su nombre al nuestro: él es «el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob». Dios no es de los muertos, sino de los vivos; porque todos viven para él «(vv. 37-38)”.

Su Santidad Francisco, nos revelaba, “la vida existe donde hay vínculo, comunión, hermandad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se basa en verdaderas relaciones y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida en la que uno afirme pertenecer solo a uno mismo y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte. Es egoísmo. Si vivo para mí, estoy sembrando la muerte en mi corazón”.

A continuación, compartimos con ustedes la interpretación del italiano al castellano del mensaje brindado por Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasaje del Evangelio de hoy (ver Lucas 20: 27-38) nos ofrece una maravillosa enseñanza de Jesús sobre la resurrección de los muertos. Algunos saduceos se acercan a Jesús, que no creían en la resurrección y, por lo tanto, lo provocan con una pregunta insidiosa: ¿De quién será la esposa, en la resurrección, de una mujer que tuvo siete esposos sucesivos, todos hermanos entre sí, que murieron uno tras otro? Jesús no cae en la trampa y responde que los resucitados en el más allá «no toman esposa ni esposo: porque ya no pueden morir, porque son iguales a los ángeles y, como son hijos de la resurrección, son hijos de Dios» (vv. 35-36). Así responde Jesús.

Con esta respuesta, Jesús en primer lugar invita a sus interlocutores, y a nosotros también, a pensar que esta dimensión terrenal en la que vivimos ahora no es la única dimensión, sino que hay otra, que ya no está sujeta a la muerte, en la que nosotros manifestará plenamente que somos hijos de Dios. Es un gran consuelo y esperanza escuchar esta simple y clara palabra de Jesús acerca de la vida más allá de la muerte; Lo necesitamos tanto especialmente en nuestro tiempo, tan rico en conocimiento del universo pero tan pobre en sabiduría sobre la vida eterna.

Esta clara certeza de Jesús sobre la resurrección se basa completamente en la fidelidad de Dios, quien es el Dios de la vida. De hecho, detrás de la cuestión de los saduceos se esconde una más profunda: no solo de quién será esposa la esposa de siete esposos, sino de quién será su vida. Es una duda que toca al hombre de todos los tiempos y también a nosotros: después de esta peregrinación terrenal, ¿qué será de nuestra vida? ¿Pertenecerá a la nada, a la muerte?

Jesús responde que la vida le pertenece a Dios, que nos ama y se preocupa mucho por nosotros, hasta el punto de vincular su nombre al nuestro: él es «el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob». Dios no es de los muertos, sino de los vivos; porque todos viven para él «(vv. 37-38). La vida existe donde hay vínculo, comunión, hermandad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se basa en verdaderas relaciones y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida en la que uno afirme pertenecer solo a uno mismo y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte. Es egoísmo. Si vivo para mí, estoy sembrando la muerte en mi corazón.

Que la Virgen María nos ayude a vivir cada día en la perspectiva de lo que afirmamos en la parte final del Credo: «Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo por venir». Esperando por el más allá.

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