Quinto día de Novena a San Juan de Capistrano, Santo Patrono de los Capellanes Castrenses
NOVENA A SAN JUAN DE CAPISTRANO
DÍA 5: SAN JUAN DE CAPISTRANO:
SACERDOTE: PREDICADOR “EN SALIDA”.
+ En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo y danos a gustar este tiempo de oración, danos silencio y serenidad para saber que este tiempo es para rezar, solo rezar. Rezar para amar más y servir mejor. Amén
Intención del día:
Pedimos, en este día, por los sacerdotes capellanes en nuestra querida Prefectura Naval Argentina:
Los que están, actualmente
Los que han pasado por ahí
Los que han fallecidos
SUMAMOS A TODAS LAS MADRES, EN SU DÍA, REZAMOS TAMBIÉN POR ELLAS CON GRATITUD, LAS QUE ESTÁN EN LA TIERRA COMO LAS QUE NOS HAN PRESIDIDO DE REGRESO AL CIELO.
Texto de la Palabra: Mt. 5, 13- 16
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor
(Silencio)
Eco del Evangelio en la vida de San Juan:
Lo extraordinario de la predicación de Juan de Capistrano, es su universalidad europea. En veinte años misiona por Alemania, Austria, Hungría, Polonia, Moravia y hasta por Saboya, Borgoña y Flandes. Ésta fue su lenta pero fundamental cooperación al mantenimiento de la unidad católica europea en el siglo XV.
Actualizando su ejemplo: Papa Francisco- Mons. Santiago
Fuimos ungidos, como predicó el Papa en la Misa Crismal del 2014, con el óleo de la alegría. Fuimos ungidos, continúa Francisco, pero no “untuosos”: “Una alegría que nos unge (no que nos unta y nos vuelve untuosos, suntuosos y presuntuosos), es una alegría incorruptible y es una alegría misionera que irradia y atrae a todos”. Para que sea una verdadera alegría, tiene que comenzar al revés: por los más lejanos.
Rezamos un misterio del Rosario junto a la jaculatoria: “Manda Padre, muchos y santos obreros a Tu mies. Conserva y santifica a los que estamos”.
Oración final:
Señor, que hiciste de San Juan de Capistrano, un celoso predicador “en salida”, te pedimos nos concedas ese mismo celo por anunciar con alegría la belleza del Evangelio a cada hombre y mujer de este tiempo, donde nos llamas ejercer nuestro ministerio sacerdotal. Amén
+ En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
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