Novena a la Virgen de Luján-Patrona de la Diócesis Castrense de Argentina
En este tiempo de pandemia y difícil prueba, en esta tormenta inesperada y furiosa -en palabras del querido Papa Francisco – tenemos que aprovechar para sacar lo mejor de nosotros mismos, para no dejarnos confundir y obrar con prudencia y serenidad. Mirar nuestro interior y, aún con los pies en la tierra, elevar los ojos al cielo sabiendo de nuestra fragilidad y nuestros límites. Confiar, como peregrinos que somos, en María nuestra Madre. Los cristianos tenemos que saber que, pese a esta difícil prueba, todo sirve para bien de aquellos que Dios ama.
(Párrafo del mensaje de nuestro obispo, Mons. Santiago)
SEXTO DÍA: “EN LA ESCUELA DE MARÍA, MUJER DE LA ESPERANZA”
PETICIÓN: Por los fallecidos en este tiempo de pandemia y han podido o no, ser despedidos por sus familiares y amigos. Pedimos también por los familiares de ellos. Tenemos presente, especialmente, a los que han fallecido de nuestra gran Familia Diocesana.
+En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Oración preparatoria:
¡Oh María! Tú experimentaste el sufrimiento al ver morir a tu Hijo, casi solo, en la Cruz. Sentiste también el desgarrón por su partida. Queremos pedirte hoy por los muertos en este tiempo de pandemia, los que mueren solos y también por sus familias que pueden o no, despedirse de ellos. Llévalos contigo al cielo y da, a sus seres queridos, la esperanza en la futura Resurrección. Amén
Lectura del día Evangelio según San Juan 10,11-18. Yo soy el buen Pastor.
El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre». Palabra del Señor
Le pedimos a nuestra Madre, la Virgen, nos regale un corazón esperanzado
Ofrecemos nuestra comunión espiritual, por la intención de hoy:
A tus pies, ¡oh mi Jesús!,
me postro y te ofrezco
el arrepentimiento de mi corazón contrito,
que se hunde en la nada ante tu Santísima Presencia.
Yo te adoro en el Sacramento de tu amor,
la inefable Eucaristía,
y deseo recibirte en la pobre morada
que te ofrece el alma mía.
Esperando la felicidad de la comunión sacramental,
yo quiero poseerte en espíritu.
Ven a mí, puesto que yo voy a Vos,
¡oh Jesús mío!,
y que tu amor inflame todo mi ser
en la vida y en la muerte.
Creo en Vos y espero en Vos.
Así sea.
(Cardenal Rafael Merry del Val)
ORACIÓN FINAL:
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches mis humildes súplicas, oh Madre del Verbo divino, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén
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