Antártida Argentina | Fieles castrense, peregrinaron junto a María en la Base Marambio, fue en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el pasado 8 de diciembre. A más de 3290 kilómetros de la capital de la República Argentina, se encuentra la Base Antártica Marambio, la cual depende de nuestra Fuerza Aérea Argentina (FAA), y desde donde se despliega la puerta de ingreso de la logística nacional en el continente blanco.
Al llegar el final del día, habiendo cumplido todas las actividades encomendadas en la labor que despliega la dotación 52° de la Base Antártica Marambio, los integrantes de la misma, peregrinaron y rezaron el Santo Rosario junto a nuestra Madre. El pasado 27 de octubre, en la Catedral Castrense, Stella Maris, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, instituía al Capitán, Leonardo Burgener (FAA), Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión quien encabezó junto a nuestros hermanos la actividad religiosa.
Junto a la Advocación de Ntra. Sra. de Luján, Patrona de la República Argentina y de nuestra Diócesis Castrense, recorrieron cada una de las dependencias de la base, atravesando además el umbral de ellas, y pisando aquel suelo helado, cobijados con el manto de nuestra Madre. Mientras las nubes cedían en el celeste y blanco del cielo austral, el sol se abría camino entre ellas, iluminando el paso de Ntra. Sra. de Luján, quien avanzaba por las pasarelas, y caminos peatonales que sirven de defensa y guía en tiempos de viento y nevadas.
Una imagen que conmueve, aquellos hombres y mujeres que estando al servicio de la Patria, manifestaban a nuestra Madre del cielo su fe, pidiendo por su misión en la Antártida, por sus vidas, sus familias y agradeciendo las Gracias recibidas. Lo que nos hace recordar, las palabras que nos decía el Santo Padre en el Ángelus el día de la Inmaculada, “el Señor llama a nuestra puerta, llama a nuestro corazón para entrar con nosotros en amistad, en comunión, para darnos la salvación.
Y este es para nosotros el camino para convertirnos en “santos e inmaculados”. La belleza incontaminada de nuestra Madre es inimitable, pero al mismo tiempo nos atrae. Encomendémonos a ella, y digamos de una vez para siempre, “no” al pecado y “sí” a la Gracia”.-
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