Mons. Olivera | No es un rito más la bendición de un cinerario, es una profesión de fe, es profesión de fe en la resurrección de los muertos, así lo señaló el Obispo Castrense de Argentina, al compartir la Homilía en la celebración Eucarística en Campo de Mayo, provincia de Buenos Aires. Santa Misa de campaña, celebrada en la mañana del miércoles 14 de diciembre, en el atrio de la Capilla, Jesús Misericordioso de la Región I, de GNA (Gendarmería Nacional Argentina) donde el Obispo bendijo el cinerario construido y que contó con la participaron fieles de la Fuerza Federal de Seguridad.
Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron el Capellán Mayor de GNA y Vicario de Pastoral, Padre Jorge Masstu, el Rector de la Catedral Castrense, Stella Maris, Padre Diego Pereyra y el Capellán Castrense, Padre Marcelo Mora. En la Homilía, Mons. Santiago, decía, “(…) estamos tan solo a diez días de la Nochebuena y nosotros los cristianos tenemos la oportunidad de actualizar este misterio del amor de Dios.
Nunca hay que olvidar que celebrar la Nochebuena, la Navidad, este tiempo Santo, es justamente, celebrar el amor de Dios, porque tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para salvarnos, para rescatarnos. Rescatarnos del pecado, de la muerte eterna (…)”. Agregando más adelante, “nos preparamos para la celebración de Navidad y quizás muchas veces nos distraemos un poco más en, con quiénes vamos a celebrar, dónde lo vamos a celebrar, qué vamos a hacer, o a veces con situaciones bien difíciles, del trabajo, de revista, de guardia.
Pero, se nos escapa como agua entre las manos que, la fiesta más importante, el cumpleañero que debe estar, es Jesús, que es el Dios con nosotros, Navidad es Jesús”. Continuando, compartía, “sin lugar a duda este tiempo del Adviento nos prepara para celebrar esa memoria de lo que sucedió hace más de dos mil años, pero también para descubrir su presencia en medio nuestro y para avivar el deseo de la segunda venida, que vendrá con gloria”.
Mons. Olivera pedía, además, “debemos ir preparando el corazón, para saber que Jesús pasa por nuestras vidas, que Dios nos amó tanto que envió a su Hijo para curarnos de toda esclavitud. Para salvarnos, para redimirnos, para darnos un sentido nuevo, más hondo a la vida, para renovarnos en nuestra mirada a Dios y para que descubramos su presencia”.
Avanzando en la Homilía, el Obispo, dijo, “en este día, bendecimos un cinerario, que es el lugar donde los cristianos depositamos las cenizas de nuestros seres queridos, le damos cristiana sepultura tal como le podemos dar. A veces, la cultura de nuestro tiempo, quizás por cierto desconocimiento, por modo más bien romántico, nos ha llevado a esparcir las cenizas de nuestros seres queridos en ríos, montañas, al aire, al mar, a las canchas de futbol, entre otros lugares”.
Profundizando, señalaba, “los cristianos debemos dar cristiana sepultura, creemos en la resurrección de los muertos y la Iglesia con estos lugares santos que son los cinerarios, el cual, agradezco y felicito éste que se ha construido aquí, que es justamente la presencia de la espera de fe en la resurrección. Es decir, es un lugar que nos encuentra y nos une para rezar por aquellos que pasaron, pero aquellos que nos esperan, este misterio, nosotros, peregrinos y caminantes que nos detenemos ante aquellos que nos precedieron, que como buenos creyentes y cristianos le ponemos en un lugar, justamente esperando la resurrección de los muertos”.
En final, Mons. Santiago, subrayaba, “no es un rito más la bendición de un cinerario, es una profesión de fe, es profesión de fe en la resurrección de los muertos, es profesión de fe en la certeza, en la válides, en el mejor de los sentidos de nuestros cuerpos. Esta obra de misericordia, este deber cristiano, es justamente el que debemos recuperar, como lo son los campos santos. Lugares que nos hablan del pasado, de los que nos precedieron, pero lugares que nos hablan del futuro, hacia donde vamos y aquí, estamos esperando este encuentro definitivo con el Padre”.-
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