Mons. Olivera | Pidámosle a Jesús que nos haga vivir la novedad del Evangelio, que nos haga amar siempre y a todos, como nos enseñó Él, así lo expresaba el Obispo Castrense de Argentina en el final de Homilía compartida, en la Santa Misa, en el inicio de actividades del Seminario Diocesano. Celebrada en la noche del sábado 18 de febrero, en la Capilla San Lucas, del Seminario Castrense, San Juan de Capistrano y Santo Cura Brochero, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
Presidió la Santa Misa, el Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera, concelebraron el Vicario General, Mons. Gustavo Acuña, el Rector del Seminario, Padre Daniel Díaz Ramos, el Vicerrector, Padre Diego Pereyra, el Capellán Mayor de la FAA, Padre César Tauro, el Capellán Mayor de GNA, Padre Jorge Massut, el Capellán Mayor de la PSA, Padre Rubén Bonacina. También el Confesor Ordinario del Seminario, Mons. Alberto Pita, el Confesor ordinario y Director Espiritual del Seminario, Padre Enrique Saguier Fonrouge y Capellanes de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, participaron Seminaristas y fieles castrenses.
Decía el Obispo en el inicio de la Homilía, “en primer lugar, quiero dar gracias a los sacerdotes, capellanes que se suman a esta celebración Eucarística. Siempre es una alegría, tal como me gusta repetir tantas veces que tenemos la posibilidad, en nombre de tantos capellanes castrenses y aquí, ubico a todos también, auxiliares y demás, quienes hacen la realidad castrense, la Epifanía, el único sacerdocio de Jesús”.
Continuando, decía, “cuando uno como capellán recorre las distintas realidades de nuestras Fuerzas, vamos al encuentro de todos, de aquellos que abrazan la fe católica y de aquellos, que no lo abrazan”. Agregando, “(…) es nuestro gran desafío (…), ir a anunciar el Evangelio, con la Palabra y con nuestra propia vida en los lugares en donde están nuestros fieles”.
Más adelante, Mons. Santiago señalaba, “damos gracias porque Jesús, suscita no solo la vocación sacerdotal, sino también el carisma castrense. Tal como me gusta decir, en esta vocación nuestra, en nuestra diócesis personal, que estamos dispuestos a dejarnos moldear como la vida de nuestros fieles castrenses, preparados a servir allá donde Dios nos pide, aquellas necesidades que tenemos a lo largo y ancho del país y aún, fura del él, para servir a los hombres y mujeres de las Fuerzas y sus familias”.
Sobre esto último, profundizaba diciendo, “una doble respuesta, una vocación que tal, como me gusta decir a los fieles castrenses, en su horizonte por servir a la Patria, están dispuestos a entregar la vida. En esta realidad los sacerdotes, todos, el Obispo claro y los seminaristas se van formando para dejarse configurar y dar la vida sin límite, dar la vida hasta el extremo, motivo de doble gratitud a Dios”.
Mons. Olivera, señaló, “ponemos en Altar la vida de los que ingresan este año, de los que ya están presentes, ponemos en el Altar la vida del Seminario Castrense (…). Gracias por lo tanto a los que están aquí, amigos presentes en esta Eucaristía, a nosotros nos renueva, nos ayuda y nos alienta en nuestro ministerio y servicio”.
Más adelante, se refería al Evangelio diciendo, “el texto de la Palabra de Dios sin lugar a duda podríamos decir, es bien exigente, la vida cristiana es bien exigente, seguir a Jesucristo es exigente. Nunca el Señor nos doró, digamos el camino, nos dijo sin duda que plasmar, encarnarlo y vivirlo supone ser capaces de entregar la propia vida y esto lleva consigo a los propios caminos y proyectos, para dejarnos moldear y conducir por los criterios de Jesús”.
En otro párrafo, Mons. Santiago añadía, “Jesucristo da un paso a la plenitud, es decir, hay que amar a todos y aún aquellos que más nos cuesta, que es amar a los enemigos. <<Han oído decir>>, dice el Señor. Amar a los enemigos no expresa la escritura del antiguo Testamento concretamente, pero sí estaba la conciencia de que debíamos amar al prójimo, que eran los más cercanos, y Jesús se extiende de un modo más universal, <<el amor cristiano>>, que es un amor que no tiene límites”.
Reflexionando, el Obispo subrayaba, “es muy importante que en nuestra vida descubramos que el Señor entregó la vida por cada uno nosotros y podríamos entonces, poner el nombre nuestro y poder decirnos de verdad que el Señor te ama. ¿Cómo ama Dios? Dios ama a todos, hace caer la lluvia sobre buenos y malos, no hace excepción. ¿Cómo ama Dios? Dios ama siempre, y estas verdades del Dios que ama a todos, que ama primero y ama siempre lo tenemos que apropiarnos para nosotros y para experimentar esto que rezamos con los labios que sea una verdad del corazón, que quede bien grabado en nuestro corazón, <<el Señor es bondadoso y compasivo>>”.
En otro tramo de la Homilía, Mons. Olivera, preguntaba: “¿Cómo me mira Jesús? ¿Cómo me manifiesta su amor Jesús? Así yo debo amar a los demás, si de verdad me siento perdonado, debo perdonar a los demás, si en verdad me siento amado, debo amar a los demás”.
Completando, compartía, “estamos llamados a amar a todos, estamos llamados a ser generosos con todos, aún a acompañar en el camino, dar la túnica si se nos pide, las exigencias de la vida cristiana son ciertamente revolucionarias en Jesús. Pidamos esta gracia, que nos ayude a tener los ojos de Jesús, a tener los sentimientos de Jesús, a ser santos, a ser perfectos, porque está vocación y está llamada a ser santos y perfectos, no es una utopía (…)”.
En el final, el Obispo Castrense, elegía un fragmento de la Homilía del Santo Padre, del 23 de febrero, de 2020, donde expresa, “si queremos ser discípulos de Cristo, si queremos llamarnos cristianos, este es el camino, no hay otro. Amados por Dios, estamos llamados a amar; perdonados, a perdonar; tocados por el amor, a dar amor sin esperar a que comiencen los otros; salvados gratuitamente, a no buscar ningún beneficio en el bien que hacemos.
Esta es la novedad cristiana. Es la diferencia cristiana. Rezar y amar: esto es lo que debemos hacer; y no sólo por los que nos aman, por los amigos, por nuestra gente. Porque el amor de Jesús no conoce límites ni barreras. El Señor nos pide la valentía de un amor sin cálculos. Porque la medida de Jesús es el amor sin medida. ¡Cuántas veces hemos descuidado lo que nos pide, actuando como todos los demás! Sin embargo, el mandamiento del amor no es una simple provocación, sino es el espíritu del Evangelio. Sobre el amor hacia todos no aceptamos excusas, no predicamos una cómoda prudencia. El Señor Jesús, no hizo concesiones, nos pide el extremismo de la caridad. Este es el único extremismo cristiano lícito: el extremo del amor”.
Mons. Santiago decía, “la cultura de hoy nos presenta otras invitaciones, podríamos preguntarnos, qué vive hoy la gente cuando decimos que todo tiene un límite, hasta aquí llegué, o que yo perdono, pero no olvido”. Concluyendo, exhortó, “pidámosle a Jesús que nos haga vivir la novedad del Evangelio, que nos haga amar siempre y a todos, como nos enseñó Él”.
Es importante señalar que, en este nuevo inicio del año lectivo del Seminario Diocesano, han ingresado tres nuevos jóvenes, dos oriundos de la provincia de Tucumán y uno de la provincia de Corrientes, además hay otros jóvenes en proceso de discernimiento. El día domingo 19 de febrero, Mons. Santiago inició el proceso de convivencia junto a los Seminaristas y Capellanes en la estancia, Santa María de la Armonía, en la localidad de Cobo, partido de Mar Chiquita, provincia de Buenos Aires.-
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