Confesar, predicar el Evangelio, celebrar diariamente la Eucaristía, son las profundas enseñanzas de Brochero y San Juan de Capistrano, que ellos te den siempre ese celo pastoral para desgastar tu vida por el Reino y para entregarla por amor, hasta el extremo, así lo pidió al nuevo Sacerdote Castrense, Padre Luis Alfredo Villafañe, el Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera en la Homilía, durante la Eucaristía. Celebrada en la media mañana del sábado 16 de marzo, día de San José Gabriel del Rosario Brochero, Patrono del Clero Argentino, en la Catedral Castrense, Stella Maris, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago, concelebraron el Vicario General, Mons. Gustavo Acuña, los Capellanes Mayores del Ejército Argentino, Armada Argentina, Fuerza Aérea Argentina, GNA (Gendarmería Nacional Argentina), PNA (Prefectura Naval Argentina) y de la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria), el Rector de la Catedral Castrense, el Rector del Seminario Diocesano, San Juan de Capistrano y Santo Cura Brochero, el Rector del Seminario Arquidiocesano de Buenos Aires, Padre Julio Miranda y numerosos Capellanes de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad. Participaron el Jefe del Estado Mayor de la Armada Argentina, Contraalmirante Carlos María Allievi, autoridades de las Fuerzas pertenecientes a nuestra Diócesis, fieles castrenses y el Coro “Rezar Cantando”.
Decía el Obispo en la Homilía, “gracias a cada uno de ustedes que han venido a sumarse a esta fiesta, que es la fiesta de la esperanza para una Iglesia particular que tiene la Gracia, si Dios quiere en los próximos días cumpliré siete años de nombramiento de Obispo y tuve el regalo del Señor de recoger lo que otros han sembrado y haber ordenado Presbítero al Padre Santiago García del Hoyo que cumplirá este año cinco años de sacerdocio, al Padre Darío Verón que cumplirá cuatro años Dios mediante y ahora el tercero aquí en nuestra Iglesia Castrense”.
Avanzando, agregó Mons. Santiago, “es una gran alegría compartir con todos ustedes esta celebración, que es ,en medio de la Cuaresma, un gozo extra, una alegría muy grande para cada uno de nosotros, sin dudas para la familia -especialmente para los padres de Luis-, Roxana y José Luis y sus hermanos, unidos a la distancia desde San Juan, pero sin duda alegría para nuestra familia diocesana y particularmente para la gran familia naval, porque uno de nuestro pueblo y de nuestra tierra y de nuestras fuerzas, fue y es llamado a servir al Señor y a la Iglesia como sacerdote, y sacerdote para siempre…”
Siguiendo, compartía el Obispo en su Homilía, “el Santo Cura de Ars nos compartió una profunda experiencia que es, sin duda, una común experiencia de todos aquellos que hemos recibido la ordenación, él ha dicho: “Me postré consciente de mi nada, y me levanté sacerdote para siempre”, hoy Luis vivirá esta certeza, pero con la convicción de saber que Jesús que sabe todo, sabe que Luis lo quiere, por eso está dispuesto a dejar todo y a tomar el mandato del Señor: “Apacienta mis ovejas” el ministerio es siempre ministerio de Amor, comenzamos y nos postramos conscientes de nuestra nada, pero confiando en la fuerza del Amor.
En la invitación, en la tarjeta, el Diácono Luis me escribió: “Me encuentro pronto a embarcar para zarpar hacia donde el Señor a través suyo me necesite”.
Gracias Luis, porque esta sencilla expresión da claves para hoy, pero también para cada día de tu vida sacerdotal. Esta expresión habla de tu disponibilidad y por tanto de tu generosidad porque estás dispuesto a tomar el rumbo, a embarcar por los caminos (y el mar) que el Espíritu Santo te vaya enviando por mediación de la Iglesia, dispuesto a entregar tu vida”.
Profundizando, Mons. Olivera, destacaba, “luego de este camino recorrido, hoy se realizará en vos Luis una transformación tan profunda que podrás decir con verdad: “Tomen y coman este es mi Cuerpo” , podrás decir con verdad: “Yo te absuelvo de tus pecados” esto es “Yo” te perdono, “mi cuerpo” , “mi sangre” y es posible porque hoy serás configurado con Cristo Sacerdote, Cabeza y en Su nombre, pero no porque esté ausente sino porque serás Presencia, actualizarás a Cristo Sacerdote”.
Destacando, recordaba el Obispo, “hace unos instantes frente a la comunidad, frente a nosotros, el padre Daniel ha dicho: “Teniendo en cuenta la consulta hecha al pueblo cristiano y con el voto favorable de las personas a quienes compete darlo, doy fe que es digno” Y respondí: “Con la ayuda de Dios y de nuestro Salvador Jesucristo, elegimos a este hermano nuestro para el Orden presbiteral”. Dije en comunión con el Pontifical: “ELEGIMOS”, vos ciertamente escuchaste, discerniste, respondiste, pero, elegiste por que el Señor, te eligió. También en tu ordenación diaconal hice mención a esta gozosa realidad de aquella clara palabra del Señor: “Soy yo el que elegí a ustedes”.
Serás sacerdote en la Iglesia de Jesús, pero serás sacerdote castrense, para los fieles y sus familias de las fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad. Podemos decir sin equivocarnos que a la vocación sacerdotal que recibimos, recibimos el carisma castrense, disponibilidad para traslados y desarraigos, para servir aquí o en el exterior, en Chipre, o en misiones de Paz, en el Rompehielos Irizar o en la Fragata Libertad, para ofrecer sin vacilación nuestra vida como ellos, por Dios y por la Patria”.
En otro párrafo, Mons. Santiago decía del Patrono del Clero Argentino y del ciclo introductorio del Seminario Diocesano, “hoy recordamos al Santo Cura Brochero, Patrono del Clero de Argentina, y quiero compartirte expresiones de este fiel y entregado sacerdote, muy nuestro porque es de nuestra tierra, él entendía la vida como milicia y lo cristiano también como lucha y combate:
«[…) En cuanto al trabajo sacerdotal desde que pensé que me debía ordenar, creí que la corona que se me abriría luego me imponía el deber que creyó el valeroso Negro Barcala le imponía su valor y deber militar: de esperar a Quiroga sentado sobre el cañón, pero que después que él y los pocos soldados que tenía había quemado el último cartucho, para que sobre él [el cañón] lo degollasen; esto es, yo me felicitaría si Dios me saca de este planeta o sentado confesando y predicando el Evangelio […] Yo le he dicho al Señor Obispo y le he repetido hasta el fastidio quizás, que […] lo acompañaré hasta la muerte, pero como simple soldado que desea morir en las peleas de Jesucristo» (Carta al Secretario del Obispado Pbro. Eduardo Ferreira , 2 Febrero 1907). Y Brochero celebró la Eucaristía, con su mula malacara llevaba todo lo necesario para hacer presente este gran don, creyó en el milagro de amor que se actualiza en cada celebración”.
Finalizando su Homilía, el Obispo Castrense de Argentina, compartió, “confesar, predicar el Evangelio, celebrar diariamente la Eucaristía, son las profundas enseñanzas de San José Gabriel; que él, nuestro Patrono de Argentina y San Juan de Capistrano, Patrono del Clero castrense, te den siempre ese celo pastoral para gastar y desgastar tu vida por el Reino y para entregarla sin reservas, por amor, hasta el extremo. Que nuestra Madre, en las distintas advocaciones que veneramos en nuestro Obispado, pero particularmente Nuestra Señora Stella Maris, te acompañe siempre y te encamine hacia el bendito puerto seguro, llegar a Dios”.
Antes de concluir la celebración, Mons. Santiago en el inicio de los festejos por el Jubileo de la Diócesis Castrense de Argentina que en el año 2027 cumplirá 70 años de vida, dio inicio al trienio de festejos. Entregando a cada Capellán Mayor de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad el signo de la Cruz, la imagen de la Santísima Virgen y un cirio que acompaña con su Patronazgo a cada Fuerza las cuales fueron bendecidas por el Obispo, y rezando juntos la Oración de preparación para el Jubileo Diocesano:
Padre Bueno,
prontos a nuestro Año Jubilar
por los 70 años de vida de
nuestro Obispado, te damos
gracias por tu Providencia, que
nos has mostrado con tu
solicitud de Padre, cuidando de nosotros.
Te damos gracias, por la
certeza de reconocer que todo
es Don tuyo, y por los muchos
hermanos nuestros que,
acogiendo ese don, supieron
cuidarlo y transmitirlo;
y hoy, ya han recibido
la recompensa de su fe junto a Ti,
en la Patria del Cielo.
Te damos gracias, porque has
querido confiamos el don de tu
Reino, a nuestros manos; lo
sabemos: un «tesoro en vasijas
de barro». Queremos asumir esa
misión, reconociendo que «nunca
abandonas la obra de tus manos».
Te damos gracias por el don del
Espíritu, que nos ha hecho
hijos adoptivos de tu amor, y
nos inspira el querer y el
hacer que más conviene para el
anuncio de la fe.
Te damos gracias por que nos
has dado a María, Virgen y
Madre, en la tan querida
advocación de Luján, como
Patrona nuestra.
Ella nos da la certeza de su
auxilio y cuidado maternal, nos
conduce a tu Hijo e Hijo suyo,
Jesús: Camino, Verdad y Vida.
Te pedimos, Padre Bueno, que
este camino de preparación
jubilar sea una ocasión que nos
suscite un sincero anhelo y un
renovado deseo de conversión,
santidad, comunión y
pertenencia a la Iglesia
Castrense. Te confiamos la vida
de nuestros hermanos de las
FFAA y FFSS que nos sirven y a
quienes queremos servir.
Aviva nuestros corazones para
seguir, con fidelidad, «el buen
combate de la fe», fortalece
«la armadura de nuestra
esperanza» y danos las armas
valerosas que enciendan nuestra
caridad».
Amén
A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:
Ordenación sacerdotal del Diácono Luis Alfredo Villafañe
Iglesia Catedral Castrense Stella Maris, Bueno Aires
Inicio del Año Jubilar 2024-2027 – Año de la Oración
16 de marzo de 2024
Para la Iglesia Castrense, para la Iglesia Diocesana, nuestro Obispado personal que peregrina a lo largo y ancho del país y también más allá de nuestras fronteras en las misiones de paz, tal como vamos a compartir a lo largo y ancho del país la transmisión y también las distintas actividades que requieren la presencia sacerdotal, donde están nuestros fieles, es motivo de mucha alegría este día, gracias por estar. Gracias también a todas las autoridades de la Armada Argentina y a todas las Fuerzas que pertenecen a nuestra Iglesia particular.
Dije al inicio de la celebración, felicidades a los Sacerdotes en su día. Tenemos un gran modelo y pastor como Patrono de todo el Clero de la Argentina, San José Gabriel del Rosario Brochero.
Gracias a cada uno de ustedes que han venido a sumarse a esta fiesta, que es la fiesta de la esperanza para una Iglesia particular que tiene la Gracia, si Dios quiere en los próximos días cumpliré siete años de nombramiento de Obispo y tuve el regalo del Señor de recoger lo que otros han sembrado y haber ordenado Presbítero al Padre Santiago García del Hoyo que cumplirá este año cinco años de sacerdocio, al Padre Darío Verón que cumplirá cuatro años Dios mediante y ahora el tercero aquí en nuestra Iglesia Castrense.
Es una gran alegría compartir con todos ustedes esta celebración, que es ,en medio de la Cuaresma, un gozo extra, una alegría muy grande para cada uno de nosotros, sin dudas para la familia -especialmente para los padres de Luis-, Roxana y José Luis y sus hermanos, unidos a la distancia desde San Juan, pero sin duda alegría para nuestra familia diocesana y particularmente para la gran familia naval, porque uno de nuestro pueblo y de nuestra tierra y de nuestras fuerzas, fue y es llamado a servir al Señor y a la Iglesia como sacerdote, y sacerdote para siempre.. Damos gracias a su familia, la vocación es también vocación a la familia y de la familia, y damos gracias a la Armada Argentina.
El Santo Cura de Ars nos compartió una profunda experiencia que es, sin duda, una común experiencia de todos aquellos que hemos recibido la ordenación, él ha dicho: “Me postré consciente de mi nada, y me levanté sacerdote para siempre”, hoy Luis vivirá esta certeza, pero con la convicción de saber que Jesús que sabe todo, sabe que Luis lo quiere, por eso está dispuesto a dejar todo y a tomar el mandato del Señor: “Apacienta mis ovejas” el ministerio es siempre ministerio de Amor, comenzamos y nos postramos conscientes de nuestra nada, pero confiando en la fuerza del Amor. Hoy, alabamos a Dios porque sólo por el Amor grande y por su gracia, podemos ser testigos de que Luis esté dispuesto a transitar y continuar el camino que implica dejar todo, porque “encontró todo en Dios” a y servir a sus hermanos según su querer.
En la invitación, en la tarjeta, el Diácono Luis me escribió: “Me encuentro pronto a embarcar para zarpar hacia donde el Señor a través suyo me necesite”.
Gracias Luis, porque esta sencilla expresión da claves para hoy, pero también para cada día de tu vida sacerdotal. Esta expresión habla de tu disponibilidad y por tanto de tu generosidad porque estás dispuesto a tomar el rumbo, a embarcar por los caminos (y el mar) que el Espíritu Santo te vaya enviando por mediación de la Iglesia, dispuesto a entregar tu vida. Y no es nuevo, ya seguramente en tus años más jóvenes habrás meditado y sopesado no pocas veces tu vida ofrecida por la Patria, y dispuesto a entregar tu vida para custodiar nuestros mares y defender si fuera necesario nuestra Nación, dijiste que sí a la vocación y profesión militar e ingresaste como aspirante de la Escuela de suboficiales en el año 2011 y hoy sos Cabo Principal de mar. Pero el Señor pasó por la “orilla de tu vida” y puso en vos esa inquietud para comenzar a escuchar, ver y disponer tu corazón para dejar todo y seguir solo al Señor. Estabas acostumbrado a ir mar adentro tantas veces, y te lanzaste mar adentro en tu propia vida para dejarte configurar por y como el Maestro. Luego de este camino recorrido, hoy se realizará en vos Luis una transformación tan profunda que podrás decir con verdad: “Tomen y coman este es mi Cuerpo” , podrás decir con verdad: “Yo te absuelvo de tus pecados” esto es “Yo” te perdono, “mi cuerpo” , “mi sangre” y es posible porque hoy serás configurado con Cristo Sacerdote, Cabeza y en Su nombre, pero no porque esté ausente sino porque serás Presencia, actualizarás a Cristo Sacerdote. Este ministerio que recibís es don para los otros, es esta vida que quisiste entregar y será por tanto una vida entregada cada día que da su Cuerpo, su Sangre, para unirte al misterio sacerdotal de Jesús y obrando las veces de Él, esto es, tu tiempo, tus gustos, tu futuro; todo será para el Señor y su pueblo. Impresiona pensarlo. Para nosotros sacerdotes es un gran desafío, el no perder nunca el “asombro frente a tan gran don”. Y escribiste “embarco hacia donde el Señor me necesite a través suyo” …clara conciencia de la mediación eclesial. Recibís este don del sacerdocio en y por la Iglesia. No es búsqueda personal, no es mera aspiración personal, no es desarrollo personal, no es ministerio privado, es Eclesial, es un envío, es un servicio, es una entrega hasta el extremo. Hace unos instantes frente a la comunidad, frente a nosotros, el padre Daniel ha dicho: “Teniendo en cuenta la consulta hecha al pueblo cristiano y con el voto favorable de las personas a quienes compete darlo, doy fe que es digno” Y respondí: “Con la ayuda de Dios y de nuestro Salvador Jesucristo, elegimos a este hermano nuestro para el Orden presbiteral”. Dije en comunión con el Pontifical: “ELEGIMOS”, vos ciertamente escuchaste, discerniste, respondiste, pero, elegiste por que el Señor, te eligió. También en tu ordenación diaconal hice mención a esta gozosa realidad de aquella clara palabra del Señor: “Soy yo el que lo elegí a ustedes”.
Querido Luis, gracias por tu sí. Por tu modo alegre y veraz de compartir tu vida y tu historia, tu familia, por tu valoración de la amistad y por tu seriedad en la entrega, por eso, creo yo que naturalmente pero no sin esfuerzo, podrás encarnar “considera siempre lo que realizas e imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”. Serás sacerdote en la Iglesia de Jesús, pero serás sacerdote castrense, para los fieles y sus familias de las fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad. Hemos compartido en varias oportunidades que nuestros fieles nos modelan, que estamos allí donde están ellos, para acompañarlos, para sostener, para alentar, para escucharlos, para anunciarles con nuestra presencia y palabra el Evangelio, para celebrar los Misterios. Podemos decir sin equivocarnos que a la vocación sacerdotal que recibimos, recibimos el carisma castrense, disponibilidad para traslados y desarraigos, para servir aquí o en el exterior, en Chipre, o en misiones de Paz, en el Rompehielos Irizar o en la Fragata Libertad, para ofrecer sin vacilación nuestra vida como ellos, por Dios y por la Patria.
Hoy recordamos al Santo Cura Brochero, Patrono del Clero de Argentina, y quiero compartirte expresiones de este fiel y entregado sacerdote, muy nuestro porque es de nuestra tierra, él entendía la vida como milicia y lo cristiano también como lucha y combate:
«[…) En cuanto al trabajo sacerdotal desde que pensé que me debía ordenar, creí que la corona que se me abriría luego me imponía el deber que creyó el valeroso Negro Barcala le imponía su valor y deber militar: de esperar a Quiroga sentado sobre el cañón, pero que después que él y los pocos soldados que tenía había quemado el último cartucho, para que sobre él [el cañón] lo degollasen; esto es, yo me felicitaría si Dios me saca de este planeta o sentado confesando y predicando el Evangelio […] Yo le he dicho al Señor Obispo y le he repetido hasta el fastidio quizás, que […] lo acompañaré hasta la muerte, pero como simple soldado que desea morir en las peleas de Jesucristo» (Carta al Secretario del Obispado Pbro. Eduardo Ferreira , 2 Febrero 1907).
Y Brochero celebró la Eucaristía, con su mula malacara llevaba todo lo necesario para hacer presente este gran don, creyó en el milagro de amor que se actualiza en cada celebración.
“El que Dios amó al hombre desde toda la eternidad es verdad tan clara y demostrada, que el dudarlo sería el colmo de la locura, el último esfuerzo de la impiedad y el último grado de la ingratitud. El amor eterno de Dios está escrito en todas las maravillas de la creación. Ese amor brilla en toda la naturaleza… Sin embargo, todas estas pruebas de amor eran como un rasguño y sombra, comparados con la prueba de amor que Dios quería dar al hombre, enviando a su Hijo… Porque sería la dicha para todos; seria nuestro consuelo; porque en virtud de ese amor se haría esclavo, gustaría nuestras penas y lágrimas…y se asimilaría en todo al hombre, a fin de que el hombre se hiciera como Dios y participase de su infinito amor. ¿Son necesarias más pruebas de amor? ¿Es posible la ingratitud del hombre que se ve tan amado? Así es, pues ante el amor de nacer por nosotros, no lo recibimos en Belén. Ni se lo hospedó en Jerusalén y le hicimos una guerra cruel. Pero esto no disminuyó su amor… Cuantas más ingratitudes, su amor se agiganta y rebalsa por todas partes, y revienta, si se puede expresar así, y hace entonces un milagro de amor, que puso en admiración y espanto a los mismos ángeles. Y este milagro fue instituir el sacramento de la Eucaristía. Porque la Hostia consagrada es un milagro de amor; es un prodigio de amor; es una maravilla de amor… Es la prueba más cabal de su amor infinito hacia mí, hacia usted, hacia el hombre.”
Confesar, predicar el Evangelio, celebrar diariamente la Eucaristía, son las profundas enseñanzas de San José Gabriel; que él, nuestro Patrono de Argentina y San Juan de Capistrano, Patrono del Clero castrense, te den siempre ese celo pastoral para gastar y desgastar tu vida por el Reino y para entregarla sin reservas, por amor, hasta el extremo. Que nuestra Madre, en las distintas advocaciones que veneramos en nuestro Obispado, pero particularmente Nuestra Señora Stella Maris, te acompañe siempre y te encamine hacia el bendito puerto seguro, llegar a Dios.
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