PAPA FRANCISCO | Los salmos nos ayudan a abrirnos a una oración menos egocéntrica, así lo decía el Santo Padre al compartir su mensaje durante la Audiencia General del día miércoles. Celebrada en la mañana de hoy (hora local) en Plaza San Pedro, continuando el nuevo ciclo de catequesis “El Espíritu y la Esposa”, Su Santidad Francisco ha centrado su reflexión sobre el tema “El Espíritu enseña a rezar a la Esposa”, Los Salmos, una sinfonía de oración en la Biblia (Lectura: Col 3, 16-17).
El Papa nos decía, “en preparación al próximo Jubileo, he invitado a dedicar el año 2024 «a una gran «sinfonía» de oración» [1]. Con la catequesis de hoy, quisiera recordar que la Iglesia ya tiene una sinfonía de oración, cuyo compositor es el Espíritu Santo, y es el Libro de los Salmos”.
Continuando, agregó, “como en toda sinfonía, hay en él diversos «movimientos», es decir, diversos tipos de oración: alabanza, acción de gracias, súplica, lamento, narración, reflexión sapiencial, y otros, tanto en la forma personal como en la forma coral de todo el pueblo. Son los cantos que el mismo Espíritu ha puesto en labios de la Esposa, la Iglesia”.
El Santo Padre proseguía, profundizando en su mensaje diciendo, “los Salmos han tenido un lugar privilegiado en el Nuevo Testamento. De hecho, ha habido y hay ediciones que contienen el Nuevo Testamento y los Salmos juntos. Sobre mi mesa tengo una edición ucraniana del Nuevo Testamento y los Salmos, de un soldado que murió en la guerra, que me fue enviada; él rezó en el frente con este libro. No todos los salmos -y no todos los salmos- pueden ser repetidos y apropiados por los cristianos y menos aún por el hombre moderno. Reflejan, a veces, una situación histórica y una mentalidad religiosa que ya no son las nuestras”.
En otro párrafo, compartió, “»toda la Sagrada Escritura exhala la bondad de Dios -dice san Ambrosio-, pero de modo especial el dulce libro de los salmos» [2]. El dulce libro de los salmos. Yo me pregunto: ¿rezas a veces con los salmos? Toma la Biblia y reza un salmo. Por ejemplo, cuando estás un poco triste porque has pecado, ¿rezas el salmo 50? Hay muchos salmos que nos ayudan a seguir adelante. Acostúmbrate a rezar los salmos, te aseguro que al final serás feliz”.
Continuando, el Papa subrayaba diciendo, “los salmos son oraciones «para todas las estaciones»: no hay estado de ánimo o necesidad que no encuentre en ellos las mejores palabras para convertirlas en oración. A diferencia de todas las demás oraciones, los salmos no pierden su eficacia a fuerza de repetirlos; al contrario, la aumentan. ¿Por qué? Porque están inspirados por Dios y «respiran» a Dios, cada vez que se leen con fe””.
Finalmente, expresó, “los Salmos nos permiten no empobrecer nuestra oración reduciéndola sólo a peticiones, a un continuo «dame, danos…». Aprendamos de nuestro Padre, que antes de pedir el «pan de cada día» dice: «Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad». Los salmos nos ayudan a abrirnos a una oración menos egocéntrica: una oración de alabanza, de bendición, de acción de gracias; y nos ayudan también a convertirnos en la voz de toda la creación, haciéndola partícipe de nuestra alabanza”.
A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En preparación al próximo Jubileo, he invitado a dedicar el año 2024 «a una gran «sinfonía» de oración» [1]. Con la catequesis de hoy, quisiera recordar que la Iglesia ya tiene una sinfonía de oración, cuyo compositor es el Espíritu Santo, y es el Libro de los Salmos.
Como en toda sinfonía, hay en él diversos «movimientos», es decir, diversos tipos de oración: alabanza, acción de gracias, súplica, lamento, narración, reflexión sapiencial, y otros, tanto en la forma personal como en la forma coral de todo el pueblo. Son los cantos que el mismo Espíritu ha puesto en labios de la Esposa, la Iglesia. Todos los Libros de la Biblia, ya lo mencioné la última vez, están inspirados por el Espíritu Santo, pero el Libro de los Salmos lo está también en el sentido de que está lleno de inspiración poética.
Los Salmos han tenido un lugar privilegiado en el Nuevo Testamento. De hecho, ha habido y hay ediciones que contienen el Nuevo Testamento y los Salmos juntos. Sobre mi mesa tengo una edición ucraniana del Nuevo Testamento y los Salmos, de un soldado que murió en la guerra, que me fue enviada; él rezó en el frente con este libro. No todos los salmos -y no todos los salmos- pueden ser repetidos y apropiados por los cristianos y menos aún por el hombre moderno. Reflejan, a veces, una situación histórica y una mentalidad religiosa que ya no son las nuestras. Esto no significa que no sean inspirados, sino que en algunos aspectos están ligados a una época y a una etapa provisional de la revelación, como ocurre también con gran parte de la legislación antigua.
Lo que más recomienda los salmos a nuestra recepción es que fueron la oración de Jesús, de María, de los Apóstoles y de todas las generaciones cristianas que nos precedieron. Cuando los recitamos, Dios los escucha con esa gran «orquestación» que es la comunión de los santos. Jesús, según la Carta a los Hebreos, entra en el mundo con un versículo del salmo en el corazón: «He aquí que vengo, oh Dios, a hacer tu voluntad» (cf. Hb 10,7; Sal 40,9); y sale del mundo, según el Evangelio de Lucas, con otro versículo en los labios: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46; cf. Sal 31,6).
El uso de los salmos en el Nuevo Testamento fue seguido por los Padres y por toda la Iglesia, que hicieron de ellos un elemento fijo en la celebración de la Misa y de la Liturgia de las Horas. «Toda la Sagrada Escritura exhala la bondad de Dios -dice san Ambrosio-, pero de modo especial el dulce libro de los salmos» [2]. El dulce libro de los salmos. Yo me pregunto: ¿rezas a veces con los salmos? Toma la Biblia y reza un salmo. Por ejemplo, cuando estás un poco triste porque has pecado, ¿rezas el salmo 50? Hay muchos salmos que nos ayudan a seguir adelante. Acostúmbrate a rezar los salmos, te aseguro que al final serás feliz.
Pero no podemos limitarnos a vivir de la herencia del pasado: debemos hacer de los salmos nuestra oración. Se ha escrito que, en cierto sentido, debemos convertirnos nosotros mismos en «autores» de los salmos, haciéndolos nuestros y rezando con ellos [3]. Si hay salmos, o simplemente versículos, que hablan a nuestro corazón, es bueno repetirlos y rezarlos durante el día. Los salmos son oraciones «para todas las estaciones»: no hay estado de ánimo o necesidad que no encuentre en ellos las mejores palabras para convertirlas en oración. A diferencia de todas las demás oraciones, los salmos no pierden su eficacia a fuerza de repetirlos; al contrario, la aumentan. ¿Por qué? Porque están inspirados por Dios y «respiran» a Dios, cada vez que se leen con fe.
Si nos sentimos agobiados por el remordimiento y la culpa, porque somos pecadores, podemos repetir con David: «Ten piedad de mí, oh Dios, en tu amor; / en tu gran misericordia» (Sal 51,3). Si queremos expresar un fuerte vínculo personal con Dios, decimos: «Oh Dios, tú eres mi Dios, / desde el alba te busco, / mi alma tiene sed de ti, / mi carne te anhela / en una tierra seca, sedienta y sin agua» (Sal 63,2). No en vano la liturgia ha incluido este salmo en los Laudes de los domingos y solemnidades. Y si el miedo y la angustia nos asaltan, esas palabras maravillosas vienen en nuestra ayuda: «El Señor es mi pastor […]. Aunque atraviese un valle oscuro, / no temo ningún mal» (Sal 23,1.4).
Los Salmos nos permiten no empobrecer nuestra oración reduciéndola sólo a peticiones, a un continuo «dame, danos…». Aprendamos de nuestro Padre, que antes de pedir el «pan de cada día» dice: «Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad». Los salmos nos ayudan a abrirnos a una oración menos egocéntrica: una oración de alabanza, de bendición, de acción de gracias; y nos ayudan también a convertirnos en la voz de toda la creación, haciéndola partícipe de nuestra alabanza.
Hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo, que dio a la Iglesia Esposa las palabras para rezar a su Esposo divino, nos ayude a hacerlas resonar hoy en la Iglesia, y a hacer de este año preparatorio del Jubileo una verdadera sinfonía de oración. Gracias.
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[1] Carta a S.E. Mons. Fisichella para el Jubileo 2025 (11 de febrero de 2022).
[2] Comentario a los Salmos I, 4, 7: CSEL 64, 4-7.
[3] Juan Casiano, Conlationes, X, 11: SCh 54, 92-93.
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Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Veo que hay argentinos aquí, los saludo. Pidámosle al Espíritu Santo que nos enseñe a orar con los salmos, que son una bella sinfonía de oración. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
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LLAMAMIENTO
Mañana se celebra el Día Mundial del Refugiado, promovido por las Naciones Unidas. Que sea una oportunidad para dirigir una mirada atenta y fraterna a todos aquellos que se ven obligados a huir de sus hogares en busca de paz y seguridad. Todos estamos llamados a acoger, promover, acompañar e integrar a quienes llaman a nuestras puertas. Rezo para que los Estados trabajen para garantizar condiciones humanas a los refugiados y facilitar los procesos de integración.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua italiana.
En particular, saludo a la Asociación «Amigos del cardenal Celso Costantini», acompañada por el obispo de la diócesis de Concordia-Pordenone, Giuseppe Pellegrini, con ocasión del centenario del Concilium Sinense en Shanghai. Esto me hace pensar también en el querido pueblo chino. Recemos siempre por este pueblo noble y tan valiente, que tiene una cultura tan hermosa. Recemos por el pueblo chino.
Me alegra dar la bienvenida a los miembros de la Unión de Ciegos y Deficientes Visuales de Roma, a los miembros de la «Federación de Mujeres Empresarias de Profesiones Artísticas» de Sicilia, a los miembros de la Cooperativa de Solidaridad de Binetto (Bari), -¡estos apulianos son fuertes! – y los fieles de la Orden Seglar de los Siervos de María que celebran el centenario de la aprobación de la Regla de Vida. Que la visita a las tumbas de los Apóstoles suscite en el corazón de cada uno un renovado fervor espiritual.
Por último, mi pensamiento se dirige en particular a los enfermos, a los ancianos, a los recién casados y a los jóvenes. Pasado mañana celebraremos la memoria litúrgica de san Luis Gonzaga, que amó la vida y por eso la gastó toda por los grandes ideales cristianos; que él os ayude a redescubrir la vocación a la santidad en la entrega generosa a Dios y a los hermanos.
Hermanos y hermanas, sigamos rezando por la paz. La guerra es siempre una derrota, desde el principio. Recemos por la paz en la atormentada Ucrania, en Tierra Santa, en Sudán, en Myanmar y dondequiera que la gente sufra la guerra. Recemos cada día por la paz.
Y a todos ustedes, ¡mi bendición!
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