PAPA FRANCISCO | Cuanto más nos acercamos al Señor recibimos su gracia en los sacramentos, permanecemos en su compañía en la oración

25 agosto, 2024

PAPA FRANCISCO | Cuanto más nos acercamos al Señor recibimos su gracia en los sacramentos, permanecemos en su compañía en la oración, así lo señalaba el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración Mariana del Ángelus. Antes del mediodía de hoy (hora de Roma) Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano, desde donde se reunió con fieles y peregrinos presentes en Plaza San Pedro.

En esta jornada nos decía el Papa, “hoy el Evangelio de la liturgia (Jn 6,60-69) nos relata la famosa respuesta de san Pedro, que dice a Jesús: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). ¡Hermosa respuesta!”

Continuando, agregó, “Pedro lo pronuncia en un momento crítico, porque Jesús acaba de terminar un discurso en el que decía que él era el «pan bajado del cielo» (cf. Jn 6,41): es un lenguaje difícil de entender para la gente, y muchos, incluso discípulos que lo seguían lo abandonaron, porque no lo entendían. Los Doce, sin embargo, no: se quedaron, porque en Él encontraron «palabras de vida eterna». Le oyeron predicar, vieron los milagros que hacía y siguieron compartiendo con Él los momentos públicos y la intimidad de la vida cotidiana (cf. Mc 3,7-19)”.

En otro párrafo, el Santo Padre, compartía, “(…), entre los muchos maestros de aquel tiempo, Pedro y los demás apóstoles sólo encuentran en Él la respuesta a la sed de vida, a la sed de alegría, a la sed de amor que los anima; sólo gracias a Él experimentan la plenitud de vida que buscan, más allá de los límites del pecado e incluso de la muerte”. Entonces, el Pontífice señaló, “(…), esto también nos concierne a nosotros: tampoco para nosotros es fácil seguir al Señor, comprender su modo de actuar, hacer nuestros sus criterios y sus ejemplos”.

Antes de concluir, el Papa reflexionaba diciéndonos, “sin embargo, cuanto más nos acercamos a Él -cuanto más nos adherimos a su Evangelio, recibimos su gracia en los sacramentos, permanecemos en su compañía en la oración, le imitamos en la humildad y en la caridad-, más experimentamos la belleza de tenerle como Amigo, y nos damos cuenta de que sólo Él tiene «palabras de vida eterna»”.

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

Antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz domingo!

Hoy el Evangelio de la liturgia (Jn 6,60-69) nos relata la famosa respuesta de san Pedro, que dice a Jesús: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). ¡Hermosa respuesta! Es una hermosa expresión, que testimonia la amistad y la confianza que le unen a Cristo, junto con los demás discípulos. «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna». ¡Hermoso!

Pedro lo pronuncia en un momento crítico, porque Jesús acaba de terminar un discurso en el que decía que él era el «pan bajado del cielo» (cf. Jn 6,41): es un lenguaje difícil de entender para la gente, y muchos, incluso discípulos que lo seguían, lo abandonaron, porque no lo entendían.

Los Doce, sin embargo, no: se quedaron, porque en Él encontraron «palabras de vida eterna». Le oyeron predicar, vieron los milagros que hacía y siguieron compartiendo con Él los momentos públicos y la intimidad de la vida cotidiana (cf. Mc 3,7-19).

Los discípulos no siempre comprenden lo que el Maestro dice y hace; a veces les cuesta aceptar las paradojas de su amor (cf. Mt 5,38-48), las exigencias extremas de su misericordia (cf. Mt 18,21-22), la radicalidad de su modo de entregarse a todos. No les resulta fácil comprenderlo, pero son fieles. Las opciones de Jesús van a menudo más allá de la mentalidad común, de los cánones mismos de la religión institucional y de las tradiciones, hasta el punto de crear situaciones provocadoras y embarazosas (cf. Mt 15, 12). No es fácil seguirle.

Sin embargo, entre los muchos maestros de aquel tiempo, Pedro y los demás apóstoles sólo encuentran en Él la respuesta a la sed de vida, a la sed de alegría, a la sed de amor que los anima; sólo gracias a Él experimentan la plenitud de vida que buscan, más allá de los límites del pecado e incluso de la muerte. Por eso no se van: al contrario, todos menos uno, incluso en medio de muchas caídas y arrepentimientos, permanecerán con Él hasta el final (cf. Jn 17, 12).

Y, hermanos, esto también nos concierne a nosotros: tampoco para nosotros es fácil seguir al Señor, comprender su modo de actuar, hacer nuestros sus criterios y sus ejemplos. Tampoco para nosotros es fácil. Sin embargo, cuanto más nos acercamos a Él -cuanto más nos adherimos a su Evangelio, recibimos su gracia en los sacramentos, permanecemos en su compañía en la oración, le imitamos en la humildad y en la caridad-, más experimentamos la belleza de tenerle como Amigo, y nos damos cuenta de que sólo Él tiene «palabras de vida eterna».

Entonces nos preguntamos: ¿hasta qué punto está Jesús presente en mi vida? ¿Hasta qué punto me dejo tocar y provocar por sus palabras? ¿Puedo decir que son también para mí «palabras de vida eterna»? A ti, hermano, hermana, te pregunto: ¿son las palabras de Jesús para ti -también para mí- palabras de vida eterna?

Que María, que recibió en su carne a Jesús, Verbo de Dios, nos ayude a escucharlo y a no abandonarlo nunca.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Deseo expresar mi solidaridad con los miles de personas afectadas por la viruela del mono, que hoy es una emergencia sanitaria mundial. Rezo por todos los infectados, especialmente por la población de la República Democrática del Congo, tan probada. Expreso mi pésame a las Iglesias locales de los países más afectados por esta enfermedad y animo a los gobiernos y a las industrias privadas a compartir la tecnología y los tratamientos disponibles, para que nadie carezca de atención médica adecuada.

Al querido pueblo de Nicaragua: os animo a renovar vuestra esperanza en Jesús. Recordad que el Espíritu Santo guía siempre la historia hacia proyectos más altos. Que la Virgen Inmaculada os proteja en los momentos de prueba y os haga sentir su ternura maternal. Que la Virgen acompañe al amado pueblo de Nicaragua.

Continúo siguiendo con dolor los combates en Ucrania y en la Federación Rusa, y pensando en las leyes aprobadas recientemente en Ucrania, temo por la libertad de los que rezan, porque quien reza de verdad reza siempre por todos. No se comete el mal porque se reza. Si alguien comete el mal contra su pueblo, será culpable por ello, pero no puede haber cometido el mal porque rezaba. Entonces, que a los que quieran rezar se les permita rezar en la que consideren su Iglesia. Por favor, que ninguna Iglesia cristiana sea abolida directa o indirectamente, ¡las Iglesias no se tocan!

            Y sigamos rezando por el fin de las guerras, en Palestina, en Israel, en Myanmar y en todas las demás regiones. Los pueblos piden la paz. Recemos para que el Señor nos dé a todos la paz.

Os saludo a todos, romanos y peregrinos de Italia y de muchos países. En particular, saludo a los nuevos seminaristas del Colegio norteamericano y les deseo un buen camino de formación; les deseo también que vivan su sacerdocio con alegría, porque la verdadera oración nos da alegría. Saludo a los jóvenes con discapacidad motriz y cognitiva, que participan en el «relevo de la inclusión» para afirmar que se pueden superar las barreras. Saludo a mis amigos, los chicos de la Inmaculada.

Y deseo a todos un buen domingo. Por favor, no olviden rezar por mí. Buen almuerzo y ¡adiós!

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