INDONESIA | Lo que realmente nos acerca es crear un vínculo entre nuestras diferencias, cultivar lazos de amistad, de cuidado, de reciprocidad, así lo señaló el Santo Padre al compartir su mensaje, fue en el Encuentro Interreligioso. Celebrado en la Mezquita Istiqlal, en la ciudad de Yakarta, Indonesia a las 9 de la mañana (hora local), así iniciaba el segundo día viaje del 45 Viaje Apostólico a Asia y Oceanía.
En esta ocasión, el Papa Francisco y el Gran Imán de Indonesia, Nasaruddin Umar, firmaron una Declaración inspirada en “Promover la armonía religiosa para el bien de la humanidad”.El Santo Padre decía está mañana en Indonesia, “los animo a continuar por este camino: que todos juntos, cultivando cada uno su propia espiritualidad y practicando su propia religión, caminemos en busca de Dios y contribuyamos a construir sociedades abiertas, fundadas en el respeto mutuo y en el amor recíproco, capaces de aislar la rigidez, el fundamentalismo y el extremismo, siempre peligrosos y nunca justificables”.
Continuando, el Papa se refirió al túnel que unen la Catedral y la Mezquita que fue diseñada por el arquitecto Friedrich Silaban, que era cristiano y ganó el concurso. Esto señalaba, “en esta perspectiva, simbolizada por el túnel subterráneo, quisiera dejaros dos consignas, para alentar el camino de unidad y armonía que ya habéis emprendido.
El primero es: mirad siempre en lo profundo, porque sólo ahí podréis encontrar lo que une más allá de las diferencias. Porque mientras en la superficie están los espacios de la Mezquita y la Catedral, bien definidos y frecuentados por sus respectivos fieles, bajo tierra, a lo largo del túnel, esas mismas personas diferentes se encuentran y pueden acceder al mundo religioso de los demás”.
Continuando, el Pontífice compartió, “la segunda invitación es: cuidar los enlaces. El túnel se construyó de un lado a otro para crear un vínculo entre dos lugares distintos y distantes. Esto es lo que hace el pasaje subterráneo: conecta, es decir, crea un vínculo. A veces pensamos que el encuentro entre religiones consiste en buscar a toda costa puntos en común entre doctrinas y profesiones religiosas diferentes. En realidad, puede ocurrir que ese planteamiento acabe dividiéndonos, porque las doctrinas y los dogmas de cada experiencia religiosa son diferentes. Lo que realmente nos acerca es crear un vínculo entre nuestras diferencias, cultivar lazos de amistad, de cuidado, de reciprocidad”.
A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:
VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO
A INDONESIA, PAPÚA NUEVA GUINEA
TIMOR-LESTE, SINGAPUR
(2-13 de septiembre de 2024)
ENCUENTRO INTERRELIGIOSO
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Mezquita «Istiqlal» (Yakarta, Indonesia)
Jueves 5 de septiembre de 2024
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Estoy feliz de estar aquí, en la Mezquita más grande de Asia, junto a todos vosotros. Saludo al Gran Imán y le agradezco las palabras que me ha dirigido, recordándome que este lugar de culto y oración es también «una gran casa para la humanidad», donde cada uno puede entrar para hacer una pausa consigo mismo, para dar espacio a ese anhelo de infinito que lleva en el corazón, para buscar el encuentro con lo divino y experimentar la alegría de la amistad con los demás.
Me gusta recordar que esta Mezquita fue diseñada por el arquitecto Friedrich Silaban, que era cristiano y ganó el concurso. Esto atestigua que, en la historia de esta nación y en la cultura que en ella se respira, la Mezquita, como otros lugares de culto, son espacios de diálogo, de respeto mutuo, de coexistencia armoniosa entre religiones y sensibilidades espirituales diferentes. Este es un gran don, que estáis llamados a cultivar cada día, para que la experiencia religiosa sea un punto de referencia para una sociedad fraterna y pacífica y nunca un motivo de cerrazón y enfrentamiento.
A este respecto, cabe mencionar la construcción de un túnel subterráneo -el «túnel de la amistad»- que une la mezquita del Istiqlal y la catedral de Santa María de la Asunción. Se trata de un signo elocuente, que permite a estos dos grandes lugares de culto estar no sólo «uno frente al otro», sino también «conectados» entre sí. En efecto, este paso permite un encuentro, un diálogo, una posibilidad real de «descubrir y transmitir la “mística” de vivir juntos, de mezclarse, de encontrarse, […] de participar en esta marea un tanto caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana de solidaridad, en una santa peregrinación» (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 87). Los animo a continuar por este camino: que todos juntos, cultivando cada uno su propia espiritualidad y practicando su propia religión, caminemos en busca de Dios y contribuyamos a construir sociedades abiertas, fundadas en el respeto mutuo y en el amor recíproco, capaces de aislar la rigidez, el fundamentalismo y el extremismo, siempre peligrosos y nunca justificables.
En esta perspectiva, simbolizada por el túnel subterráneo, quisiera dejaros dos consignas, para alentar el camino de unidad y armonía que ya habéis emprendido.
El primero es: mirad siempre en lo profundo, porque sólo ahí podréis encontrar lo que une más allá de las diferencias. Porque mientras en la superficie están los espacios de la Mezquita y la Catedral, bien definidos y frecuentados por sus respectivos fieles, bajo tierra, a lo largo del túnel, esas mismas personas diferentes se encuentran y pueden acceder al mundo religioso de los demás. Esta imagen nos recuerda algo importante: que los aspectos visibles de las religiones -los ritos, las prácticas, etc.- son un patrimonio tradicional que hay que proteger y respetar; pero lo que hay «debajo», lo que discurre bajo tierra, igual que el «túnel de la amistad», podríamos decir que es la raíz común a todas las sensibilidades religiosas: la búsqueda del encuentro con lo divino, la sed del infinito que el Altísimo ha puesto en nuestro corazón, la búsqueda de una alegría mayor y de una vida más fuerte que cualquier muerte, que anima el camino de nuestra vida y nos impulsa a salir de nuestro yo para encontrarnos con Dios. Recordemos esto: mirando en nuestro interior, captando lo que fluye en el fondo de nuestra vida, el deseo de plenitud que habita en lo más profundo de nuestro corazón, descubrimos que todos somos hermanos, todos peregrinos, todos en camino hacia Dios, más allá de lo que nos diferencia.
La segunda invitación es: cuidar los enlaces. El túnel se construyó de un lado a otro para crear un vínculo entre dos lugares distintos y distantes. Esto es lo que hace el pasaje subterráneo: conecta, es decir, crea un vínculo. A veces pensamos que el encuentro entre religiones consiste en buscar a toda costa puntos en común entre doctrinas y profesiones religiosas diferentes. En realidad, puede ocurrir que ese planteamiento acabe dividiéndonos, porque las doctrinas y los dogmas de cada experiencia religiosa son diferentes. Lo que realmente nos acerca es crear un vínculo entre nuestras diferencias, cultivar lazos de amistad, de cuidado, de reciprocidad. Son relaciones en las que cada uno se abre al otro, en las que nos comprometemos a buscar juntos la verdad aprendiendo de la tradición religiosa del otro, a unirnos en las necesidades humanas y espirituales. Son lazos que nos permiten trabajar juntos, marchar juntos en pos de algún objetivo, en la defensa de la dignidad humana, en la lucha contra la pobreza, en la promoción de la paz. La unidad surge de los lazos personales de amistad, del respeto mutuo, de la defensa recíproca de los espacios y las ideas de los demás. ¡Que siempre lo apreciéis!
Queridos hermanos y hermanas, «promover la armonía religiosa por el bien de la humanidad» es la inspiración que estamos llamados a seguir y que da título también a la Declaración conjunta preparada para esta ocasión. En ella asumimos con responsabilidad las graves y a veces dramáticas crisis que amenazan el futuro de la humanidad, en particular las guerras y los conflictos, por desgracia alimentados también por la instrumentalización religiosa, pero también la crisis ambiental, que se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento y la convivencia de los pueblos. Y ante este panorama, es importante que se promuevan y refuercen los valores comunes a todas las tradiciones religiosas, ayudando a la sociedad a «derrotar la cultura de la violencia y la indiferencia» (Declaración Conjunta del Istiqlal) y a promover la reconciliación y la paz.
Les doy las gracias por este camino común que están emprendiendo. Indonesia es un gran país, un mosaico de culturas, etnias y tradiciones religiosas, una rica diversidad que se refleja también en la variedad de su ecosistema y su medio ambiente. Y si es cierto que ustedes albergan la mayor mina de oro del mundo, sepan que el tesoro más preciado es el deseo de que las diferencias no se conviertan en motivo de conflicto, sino que armonicen en armonía y respeto mutuo. Armonía, eso es lo que ustedes hacen. No perdáis este don. No os empobrezcáis nunca de esta gran riqueza; al contrario, cultivadla y transmitidla, especialmente a los más jóvenes. Que nadie sucumba al encanto del fundamentalismo y de la violencia, ¡que todos, en cambio, se dejen fascinar por el sueño de una sociedad y de una humanidad libres, fraternas y pacíficas!
Gracias. Gracias por vuestra amable sonrisa, que siempre brilla en vuestros rostros y es signo de vuestra belleza y apertura interior. Que Dios os conceda este don. Con su ayuda y bendición, adelante, Bhinneka Tunggal Ika, unidos en la diversidad. Gracias.
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Queridos hermanos y hermanas
Los felicito a todos porque este «Túnel de la Amistad» pretende ser un lugar de diálogo y encuentro.
Cuando pensamos en un túnel, nos imaginamos fácilmente un camino oscuro, que, sobre todo si estamos solos, puede dar miedo. Aquí, sin embargo, es diferente, porque todo está iluminado. Me gustaría deciros, sin embargo, que vosotros sois la luz que lo ilumina, con vuestra amistad, la armonía que cultiváis, el apoyo que os dais unos a otros, y con vuestro caminar juntos que os lleva, al final del camino, a la luz plena.
Los creyentes, que pertenecemos a distintas tradiciones religiosas, tenemos un papel que desempeñar: ayudar a todos a atravesar el túnel con la mirada vuelta hacia la luz. Así, al final del camino, podremos reconocer, en aquellos que han caminado a nuestro lado, a un hermano, a una hermana, con los que compartir la vida y apoyarnos mutuamente.
A los muchos signos de amenaza, a los tiempos oscuros, contraponemos el signo de la fraternidad que, acogiendo al otro y respetando su identidad, le impulsa por un camino común, hecho en la amistad, y que conduce hacia la luz.
Gracias a todos los que trabajan convencidos de que podemos vivir en armonía y en paz, conscientes de la necesidad de un mundo más fraterno. Espero que nuestras comunidades se abran cada vez más al diálogo interreligioso y sean un símbolo de la coexistencia pacífica que caracteriza a Indonesia.
Elevo mi oración a Dios, Creador de todo, para que bendiga a todos los que pasen por este Túnel en un espíritu de amistad, armonía y fraternidad. Muchas gracias.
Saludo del Santo Padre en el Túnel de la Amistad
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