PAPA FRANCISCO | Que la Virgen María nos ayude a combatir en nosotros la tentación de la hipocresía y nos ayude a hacer el bien sin apariencias y con sencillez, así concluía su mensaje el Santo Padre antes de recitar la oración mariana del Ángelus. Antes del mediodía de hoy (hora de loca), Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano desde donde se reunía con los fieles y peregrinos presentes en Plaza San Pedro.
El Papa decía, “(…) el Evangelio de la liturgia (cf. Mc 12,38-44) nos habla de Jesús que, en el templo de Jerusalén, denuncia ante el pueblo la actitud hipócrita de algunos escribas (cf. vv. 38-40). A éstos se les confiaba un papel importante en la comunidad de Israel: leían, transcribían e interpretaban las Escrituras. Por eso se les tenía en gran estima y el pueblo les rendía reverencia”.
Continuando, agregó, “ellos -no todos- se comportaban como corruptos, alimentando un sistema social y religioso en el que era normal aprovecharse a espaldas de los demás, especialmente de los más indefensos, cometiendo injusticias y asegurándose la impunidad. De esas personas Jesús recomienda alejarse, «tener cuidado» (cf. v. 38), no imitarlas. Al contrario, con su palabra y su ejemplo, como sabemos, enseña cosas muy distintas sobre la autoridad. Habla de ella en términos de abnegación y servicio humilde (cf. Mc 10,42-45), de ternura maternal y paternal hacia las personas (cf. Lc 11,11-13), especialmente hacia los más necesitados (Lc 10,25-37)”.
Finalizando, decía el Pontífice, “podemos preguntarnos: ¿cómo me comporto en mis ámbitos de responsabilidad? ¿Actúo con humildad, o me enorgullezco de mi posición? Que la Virgen María nos ayude a combatir en nosotros la tentación de la hipocresía -Jesús les dice «hipócritas», la hipocresía es una gran tentación- y nos ayude a hacer el bien sin apariencias y con sencillez”.
A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz domingo!
Hoy el Evangelio de la liturgia (cf. Mc 12,38-44) nos habla de Jesús que, en el templo de Jerusalén, denuncia ante el pueblo la actitud hipócrita de algunos escribas (cf. vv. 38-40).
A éstos se les confiaba un papel importante en la comunidad de Israel: leían, transcribían e interpretaban las Escrituras. Por eso se les tenía en gran estima y el pueblo les rendía reverencia.
Sin embargo, más allá de las apariencias, su comportamiento a menudo no se correspondía con lo que enseñaban. No eran coherentes. En efecto, algunos, amparándose en el prestigio y el poder de que gozaban, miraban a los demás «desde arriba» -esto es muy feo, mirar al otro por encima del hombro-, se daban aires de superioridad y, ocultándose tras una fachada de fingida respetabilidad y legalismo, se arrogaban privilegios e incluso llegaban a cometer auténticos robos contra los más débiles, como las viudas (cf. v. 40). En lugar de utilizar el papel que se les había conferido para servir a los demás, lo convirtieron en un instrumento de arrogancia y manipulación. Y sucedió que incluso la oración, para ellos, corría el peligro de dejar de ser un momento de encuentro con el Señor, para convertirse en una ocasión de ostentación de respetabilidad y de piedad fingida, útil para atraer la atención de la gente y obtener su aprobación (cf. ibid.). Recordemos lo que dice Jesús sobre la oración del publicano y del fariseo (cf. Lc 18,9-14).
Ellos -no todos- se comportaban como corruptos, alimentando un sistema social y religioso en el que era normal aprovecharse a espaldas de los demás, especialmente de los más indefensos, cometiendo injusticias y asegurándose la impunidad.
De esas personas Jesús recomienda alejarse, «tener cuidado» (cf. v. 38), no imitarlas. Al contrario, con su palabra y su ejemplo, como sabemos, enseña cosas muy distintas sobre la autoridad. Habla de ella en términos de abnegación y servicio humilde (cf. Mc 10,42-45), de ternura maternal y paternal hacia las personas (cf. Lc 11,11-13), especialmente hacia los más necesitados (Lc 10,25-37). Invita a quienes están investidos de ella a mirar a los demás, desde su posición de poder, no para humillarlos, sino para levantarlos, dándoles esperanza y ayuda.
Así pues, hermanos y hermanas, podemos preguntarnos: ¿cómo me comporto en mis ámbitos de responsabilidad? ¿Actúo con humildad, o me enorgullezco de mi posición? ¿Soy generoso y respetuoso con las personas, o las trato con rudeza y autoridad? Y con los más frágiles, ¿estoy a su lado, me agacho para ayudarles a levantarse?
Que la Virgen María nos ayude a combatir en nosotros la tentación de la hipocresía -Jesús les dice «hipócritas», la hipocresía es una gran tentación- y nos ayude a hacer el bien sin apariencias y con sencillez.
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Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas
Ayer fue proclamado beato en Sevilla el padre José Torres Padilla, cofundador de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz. Vivió en la España del siglo XIX y se distinguió como sacerdote confesor y guía espiritual, dando testimonio de una gran caridad con los necesitados. Que su ejemplo sostenga sobre todo a los sacerdotes en su ministerio. ¡Aplaudamos al nuevo Beato!
Hace tres años se lanzó la Plataforma de Acción Laudato Si’. Doy las gracias a todos los que trabajan en favor de esta iniciativa. A este respecto, espero que la Conferencia sobre el cambio climático COP 29, que comienza mañana en Bakú, contribuya eficazmente a la protección de nuestra casa común.
Estoy cerca de la población de la isla de Flores, en Indonesia, afectada por la erupción de un volcán; rezo por las víctimas, sus familias y los desplazados. Y renuevo mi recuerdo por la población de Valencia y de otras partes de España, que están afrontando las consecuencias de las inundaciones. Te hago una pregunta: ¿has rezado por Valencia? ¿Han pensado en hacer alguna contribución para ayudar a esas personas? Es sólo una pregunta.
Las noticias que llegan de Mozambique son preocupantes. Invito a todos al diálogo, a la tolerancia y a la búsqueda incansable de soluciones justas. Recemos por toda la población mozambiqueña, para que la situación actual no les haga perder la fe en el camino de la democracia, la justicia y la paz.
Y sigamos rezando, por favor, por la atormentada Ucrania, donde también se ven afectados hospitales y otros edificios civiles; y recemos por Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán. Recemos por la paz en todo el mundo.
Hoy la Iglesia italiana celebra el Día de Acción de Gracias. Expreso mi gratitud al mundo de la agricultura y animo a cultivar la tierra para preservar su fertilidad para las generaciones futuras.
Saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos. En particular, a los fieles de Kazajstán, Moscú, Nueva York, Bastia (Córcega), Beja y el Algarve en Portugal, Varsovia, Lublin y otros lugares de Polonia. Saludo al Comité promotor del Pacto educativo mundial, con representantes de numerosas universidades católicas; saludo a los candidatos a la confirmación de Empoli; a los voluntarios del Banco de alimentos y a la Banda italiana del Arma Trasporti e Materiali. ¡Esperemos que luego la banda nos haga sentir bien!
Y les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no olvidéis rezar por mí. Disfrutad de la comida y ¡adiós!
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