MONS. OLIVERA | La muerte no es algo que nos pasa, sino alguien que pasa, la muerte es paso y la muerte es abrazo con el Padre, así lo expresó el Obispo Castrense de Argentina, al compartir la Homilía al presidir la Santa Misa, al referirse a la novedad del fallecimiento del Santo Padre Francisco. Celebrada en la primera hora de la mañana del lunes 21 de abril, en nuestra Iglesia Catedral Castrense, Stella Maris, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
Mons. Santiago Olivera, decía entonces, “la Providencia ha querido que, en este lunes de la octava de la Pascua, la tradición nos invita a que vivamos estos ocho días con el mismo gozo, la misma alegría porque le da sentido a nuestra fe, (…). Cristo con su muerte -esto es lo que celebramos en este tiempo Pascual- y su resurrección nos ganó la vida para siempre, la vida en plenitud. Cristo nos recuperó aquello que estábamos llamados a vivir que es justamente contemplar a Dios cara a cara y el pecado produjo este desorden, pero tanto nos amó Dios que envió a su Hijo para salvarnos”.
Continuando, agregó el Obispo, “(…) en este día nos sorprende la muerte del Sumo Pontífice, del querido Papa Francisco, el primer Papa Argentino, el primero latinoamericano, el primer Jesuita, pero uno de los nuestros. Sin duda la historia se va a encargar de ir manifestando su obra, aquella que cambió muchos modos en la Iglesia, que nos hizo poner nuestra mirada en los más pobres, en los más necesitados, en la predicación sin cansarse por la paz, en la Iglesia que tiene que ser pobre para los pobres, en la Iglesia en salida”.

Tantas cosas que el Papa Francisco en estos años de Pontificado, un hombre grande y tan joven de espíritu y apasionado por vivir el Evangelio nos dejó y transmitió. Sin duda estamos en esta etapa de oración por él, dando gracias, en primer lugar, por su vida, por su ministerio, también pidiendo como creyentes por su eterno descanso.
También pedimos por la Iglesia, para que el Señor asista, sostenga, acompañe a los Cardenales que elegirán al nuevo sucesor. Esta es la maravilla de nuestra Iglesia que no, nos deja sin Pastor y sin aquellos que nos guían y conducen”.
Profundizando, señaló, “pero este es el tiempo para contemplar que la muerte no es algo que nos pasa, sino alguien que pasa, que la muerte es paso y la muerte es abrazo con el Padre, Pastor bueno y fiel que está gozando ya de su Señor”. Seguidamente, añadía, “rezamos, dando gracias por su vida, y tratando de ahondar más sus mensajes, sus enseñanzas que muchas veces nos ha hablado con tanta claridad y de tantos temas que hacen a la realidad humana. Pero en los últimos tiempos, podríamos decir nos ha hablado mucho más con sus gestos que quedarán para siempre, así lo que significaba una vida que no se buscaba a si mismo en este sentido de entregarse y darse hasta el fin.
Frágil, enfermo, teniéndose que cuidar, no dudó al encuentro de sus fieles, ayer mismo, domingo de Pascua lo veíamos recorriendo la Plaza San Pedro. Lo mismo que el sábado o visitando a los presos el último jueves, sorprendiendo con su gesto y ciertamente con su esfuerzo por entregarse y dar la vida.


No puedo dejar de pensar en el Santo Cura Brochero que en tiempo del Pontificado de Francisco fue Beatificado y Canonizado, pero que el santo pedía, «que el Señor me dé la gracia de morir confesando, predicando el Evangelio, morir de pie, morir en el servicio». Y podemos decir que el Papa Francisco ha muerto así, también en la entrega y en el servicio, esa cruz que tenía, la manifestó con su cercanía, con su entrega no para sí, sino su entrega de todo su ser”.
Completando, Mons. Santiago nos compartió, “en el Libro de Los Hechos de los Apóstoles, hemos escuchado como Pedro predica, anuncia con valentía lo que es el núcleo de nuestra fe, el Kerigma. Pedro que lo había negado cobardemente, lo había traicionado, sin embargo, también por gracia de Dios, pudo manifestarle a Jesús cuánto lo quería”.


Finalizando, pidió el Obispo, “pidamos que con esta esta certeza del Señor que les dice a las mujeres, «no teman», nos diga a nosotros no teman, pero vayan, anuncien, vivan la alegría de la fe. Damos gracias a Dios por esta nueva Pascua, Juan Pablo II, Francisco dos que fueron llamados en el tiempo de la Pascua, este lindo mensaje que nos recuerda con mucha claridad que la muerte ha sido vencida, que la resurrección es lo que nos espera.
Rezamos confiados por su resurrección, pedimos por su eterno descanso y para que su voz y su ejemplo en Argentina sea cada vez más vivida. También podríamos decir, con la certeza de su sabiduría y su conocimiento que también debemos con humildad pedir perdón por aquellas veces en que nuestra mirada era más egoísta, más sesgada, más parcial. Confiamos en la sabiduría de nuestro Papa que hoy nos ha dejado”.–





0 comentarios