CABA | Así como el Señor no tuvo un lugar donde fuera recibido, este tiempo nos invita a preparar el lugar en nuestra vida para que Jesús sea recibido

21 diciembre, 2019

CABA | Así como el Señor no tuvo un lugar donde fuera recibido, este tiempo nos invita a preparar el lugar en nuestra vida para que Jesús sea recibido, así lo manifestó el Obispo Castrense en la Homilía brindada, al celebrar Santa Misa de Acción de Gracia por el año cumplido en la Catedral Castrense, Stella Maris, en la mañana del viernes 20 de diciembre, en el barrio de Retiro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Celebró Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron, el Vicario Castrense General, Mons. Gustavo Acuña, Vicario de Catequesis Castrense Castrenses y Capellán Mayor del Ejército, Padre Eduardo Castellanos, el Canciller Castrense y Capellán Mayor de la Armada, Padre Francisco Rostom Maderna, Capellán Mayor de FAA, Padre César Tauro, Vicario de Pastoral Castrense y Capellán Mayor de GNA, Padre Jorge Massut, Capellán Mayor de PNA, Padre Diego Julio Tibaldo, el Rector de la Catedral Castrense, Padre Diego Pereyra y Capellanes Castrenses.

En su mensaje, Mons. Santiago Olivera señalaba, “damos gracias a Dios por este año que va terminando, recordando una vez más que, la gratitud, es una virtud profundamente Evangélica”. Agregando, “ante la posibilidad y el regalo que nos da el Señor de comenzar, siempre damos gracias por vivir y también tomamos fuerza de la Eucaristía que es cumbre y fuente, a ella llegamos y de ella tomamos siempre nuestra fuerza para vivir más y mejor el Evangelio”.

Continuando, el Obispo Castrense, dijo, “(…) sumamos en este camino sinodal de dialogo, de caminar juntos, el juramento la fidelidad del nuevo Vicario para la Caridad y la Solidaridad de la Diócesis Castrense de Argentina, Padre Sebastián Ernesto Soto. También a quien será el Coordinador para la Formación de los Diáconos Permanentes y Ministerios, Padre Luis María Berthoud y la incorporación de una nueva Virgen Consagrada, a nuestra Diócesis Castrenses al servicio de la Curia y la Congregación Claudia Sivori, o.v.c., a ellos le damos bienvenida y agradecemos a aquellos que parten a nuevos destinos y servicios”.

Mons. Olivera, también recordó, “(…) hemos escuchado en Isaías, donde el Evangelista Mateo señala, << He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emmanuel >>. El gozo más profundo de siempre, desde el anuncio del Ángel, de esta fidelidad y docilidad de la Virgen María es que, Dios, está con nosotros, podíamos grabarnos en nuestro corazón esta verdad que ilumine siempre nuestra existencia”.

Avanzando, el Obispo Castrense de Argentina, pedía que, “(…) en las situaciones que vivamos, (…) que importante y consolador es que Dios está con nosotros, este Señor que se hizo Carne, que se hizo frágil, que se hizo Hombre para llevarnos justamente por el camino de la vida. Pidamos al Señor entonces, que en esta Navidad nueva que nos regala, en este tiempo nuevo, podamos renovarnos en esta verdad”.

Mons. Santiago Olivera, nos recordó, además, “el Señor no se desentiende de nuestra vida, el Señor siempre nos mira amando, el Señor siempre está cerca, esto lo fuimos conociendo del mismo Jesús, el Emmanuel, el Dios con nosotros es Jesucristo, Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios”. También, pidió, “que la Virgen también, que en tiempo de Adviento es un modelo acabado para nosotros, prepare nuestros corazones, porque estamos llamados a concebir también en nuestra propia vida al Hijo de Dios, estamos llamados a hacer presentes en nuestra vida a Jesús”.

En su mensaje, el Obispo Castrense de Argentina, subrayó, “así como el Señor no tuvo una Posada, un lugar donde fuera recibido, este tiempo nos invita a preparar el lugar en nuestra vida para que sea recibido Jesús. Es recibido Jesús en la medida en que lo hacemos presente, cuando nos dejamos conducir por sus sentimientos, nos dejamos conducir por el Espíritu del Señor, por su criterio, por su mirada, es recibido Jesús, cuando amamos como ama Dios”.

Finalizando, Mons. Santiago Olivera, nos decía, “pidamos entonces en esta Navidad aquellas cosas que todavía no le entregamos al Señor y aun no le preparamos en el Pesebre de nuestro corazón, que podamos en verdad en estos días que quedan, disponernos y tener un lugar digno para que Jesús nazca. Que María modelo en el tiempo del Adviento, de la generosidad y del sí que nunca claudica, nos ayude entonces a nosotros a decir, yo soy servidor del Señor que siempre y cada día se cumpla tu palabra”.

Así como lo señalaba el Obispo Castrense de Argentina en el desarrollo de su Homilía, durante la celebración Eucarística, hicieron su juramente de fidelidad, el Vicario para la Caridad y la Solidaridad de la Diócesis Castrense de Argentina, Padre Sebastián Ernesto Soto. También, el Coordinador para la Formación de los Diáconos Permanentes y Ministerios, Padre Luis María Berthoud, y como Ecónoma Diocesana la Srta. Claudia Sivori, o.v.c. (Orden Virgen Consagrada). –

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A continuación, compartimos con ustedes el texto completo de la Homilía brindada por Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Misa del día 20-12-19

Catedral Castrense Stella Maris- Fin de Año, nombramientos y despedidas

 

Is 7,10-24

Sal 23, 1-5

Evangelio Lc 1, 26-38

 

-En primer lugar, es una alegría estar celebrando y compartir con los Padres, el Diácono y con los fieles, esta Eucaristía, dando gracias a Dios por este año que va terminando, y recordar una vez más, que la gratitud es profundamente Evangélica, pues es reconocer el paso de Dios por nuestra vida.

Por eso es bueno detenernos y dar gracias por el año vivido, sumando también, otras situaciones del camino, aquellas cosas que no fueron según Dios en nuestra propia vida, en las instituciones, en la Iglesia, en nuestra Patria… Lo ponemos en la presencia del Señor, junto a nuestro deseo de renovarnos y de vivir de acuerdo, cada vez más, al Evangelio de Jesús. Ante esta posibilidad y el regalo que nos da el Señor de recomenzar, siempre damos gracias, por lo vivido en la Eucaristía que es cumbre y fuente; a ella llegamos y de ella tomamos siempre la fuerza para vivir más y mejor el Evangelio.

Vamos instituyendo, que al final de nuestro tiempo de trabajo, nos juntemos, y desde la fe, damos gracias a Dios, porque nos motivó y  llevó a entender que esta llamada, esta presencia del Obispo y su presbiterio, es un signo elocuente, que nos invita a hacer presente a Jesús en medio de nuestro pueblo; también  nos sumamos en este camino sinodal, de diálogo, de caminar juntos, en el juramento y en la fidelidad del nuevo Vicario para la Caridad y la Solidaridad de la Diócesis Castrense de Argentina, el Padre Sebastián Soto, al Padre Luis María Berthoud, quien va a coordinar este camino de formación para el diaconado permanente, y la incorporación de una Virgen Consagrada más a nuestra Diócesis para el servicio de la Curia y la administración, la Srta. Claudia Sivori. También damos gracias a hermanos nuestros, que después de muchos años sirviendo a esta Iglesia, parten a nuevos destinos y servicios.

Quisiera referirme brevemente a este tiempo que estamos viviendo, a lo importante que es, que todos renovemos con gozo, -gozo que debe permanecer durante todo el año- , lo que hemos escuchado en Isaías y que el evangelista Mateo, siempre lo relaciona con la presencia cristológica y mariológica, de esta promesa de la Virgen que está embarazada y dará a luz un hijo a quien llamará con el nombre de Emanuel. Podríamos decir que el gozo más profundo, desde siempre, desde el anuncio del Ángel, a esta fidelidad y docilidad de la Virgen María es que, “Dios está con nosotros”. Podríamos grabarnos en nuestro corazón, esta verdad, para que ilumine siempre nuestra existencia.

“El Emanuel”, el “Dios con nosotros”, que cada año renovamos, al celebrar y actualizar lo que el tiempo de Adviento nos prepara, haciendo memoria agradecida de algo que pasó, pero que permanece, algo que sucedió hace más de dos mil años, pero que sin embargo, el “Dios con nosotros”, el “Emanuel”, está hasta el fin de los tiempos. En las situaciones que vivamos, en los caminos que vayamos transitando en nuestra vida, ¡qué importante y consolador es recordar  que Dios está con nosotros!, este Señor que se hizo Carne, que se hizo frágil, que se hizo Hombre para llevarnos justamente por el camino de la Vida.

Pidamos al Señor entonces, que en esta nueva Navidad que nos regala, en este tiempo nuevo, podamos renovarnos realmente en esta verdad. El Señor no se desentiende de nuestra vida, el Señor siempre nos mira amando, el Señor siempre está cerca, y esto lo fuimos conociendo por el mismo Jesús, el Emanuel, el Dios con nosotros que es Jesucristo. Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios. Jesucristo es la expresión de un Dios que nos ama hasta el extremo, sin límites de amor, que nos ama siempre, que nos ama primero, que nos ama a cada uno de nosotros.

Damos gracias también en este día, por esta Madre nuestra que tenemos, María, que supo cambiar su propio proyecto, por el proyecto del Padre. Por su silencio frente a Dios, por su valoración al Dios que la creó, por la docilidad al proyecto de Dios, por este diálogo vocacional con el Ángel, al que pudo decir, <<yo soy la servidora del Señor, hágase en mi según tu palabra>>.

Que la Virgen también, que en este tiempo de Adviento es un modelo acabado para nosotros, prepare nuestros corazones, porque estamos llamados a concebir también en nuestra propia vida al Hijo de Dios, estamos llamados a hacer presentes en nuestra vida a Jesús. María nos lo pudo presentar, lo pudo engendrar, porque antes lo había acunado y recibido en su corazón. El tiempo de Adviento es para darle lugar al Señor; así como el Señor no tuvo una Posada, un lugar donde fuera recibido, este tiempo nos invita a preparar el lugar en nuestra vida para que sea recibido Jesús; y es recibido Jesús, en la medida en que lo hacemos presente, es recibido Jesús, cuando nos dejamos conducir por sus sentimientos, por sus criterios, sus miradas; cuando nos dejamos conducir por el Espíritu de Dios; es recibido Jesús cuando amamos como ama Dios.

Pidamos entonces en esta Navidad aquellas cosas que todavía no le entregamos al Señor, y no le preparamos nuestro Pesebre del corazón, para que podamos de verdad, en estos días que quedan, disponernos y tener un lugar digno para que Jesús nazca. Que nos renueve, que nos impulse a seguir configurándonos con Él, y que María, modelo de la generosidad y del Sí que nunca claudicó, nos ayude a nosotros también a decir, “yo soy el servidor/a del Señor, que siempre y cada día, en mí, se cumpla tu palabra. Que así, sea.

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