Córdoba | Brochero no solo predicaba con su palabra, sino también lo hacía con su vida, con ella enseñaba el Evangelio

28 enero, 2019

Córdoba | “Brochero no solo predicaba con su palabra, sino también lo hacía con su vida, con ella enseñaba el Evangelio”: así decía en la homilía realizó el Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera, al presidir la Santa Misa en la Pascua de San José Gabriel del Rosario Brochero. Fue el sábado 26 de enero, en el Santuario Ntra. Sra. del Tránsito y Santo Cura Brochero, en Villa Cura Brochero, Valle de Traslsierra.
Luego de vivir la Semana Brocheriana, el sábado pasado, día de la Pascua de San Jose Grabriel del Rosario Brochero, se celebraron Misas tanto en el Santuario como en la Capilla de la Providencia. En la Providencia Presidio la Eucaristía el Arzobispo de Córdoba, Mons. Ñañez junto a su Obispo Auxiliar, en el Santuario presidió a las 11 horas, Mons. Santiago Olivera y a las 20 horas en la Plaza de Centenario, presidió el Obispo Diocesano de Cruz del Eje, Mons. Ricardo Araya.
A continuación compartimos parte de la Homilía realizó por Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:
Estamos celebrando la Pascua de San José Gabriel del Rosario Brochero, cuando se cumplen 105 años de este hecho. En tal sentido, hoy a las 10 horas, el Arzobispo de Córdoba, Mons. Carlos Ñañez celebró la Santa Misa en la Capilla de Brochero en el campo La Providencia y lo propio hará Mons. Ricardo Araya esta noche en el Santuario Ntra. Sra. del Tránsito y Cura Brochero.
La “Semana Brocheriana” nació por una feliz coincidencia del pueblo de Dios, del Obispo y Sacerdotes de entonces que vieron importante en este tiempo, previo al 26 de enero, ir preparando los corazones de su pueblo, pidiendo sea Glorificado el Siervo de Dios Brochero.
A la vez, fuimos reflexionando sobre su vida, como desgranando la existencia del Santo Cura, no solo ejemplo para los consagrados, Sacerdotes, sino también para todo el pueblo de Dios. A la vez que íbamos conociendo su figura, pedíamos por su Glorificación, por su Santidad.
Bien sabemos que el 16 de octubre de 2016, el Santo Padre Francisco Canonizó a nuestro Santo Cura, pero el pueblo de Dios ya lo intuía como Santo y por ello venía al Santuario. Muchos acudían al Cura Brochero, para recibir su consejo, recibir la paz, reconciliarse con Dios, muchos albergaban a Brochero en sus propias casas, en sus propios ranchos cuando él vivía.
El Cura Brochero, era un Cura salidor, no se quedaba en las paredes de su Parroquia, ni en los límites de su Curato, el salía anunciando el Evangelio. El gran desafío de los cristianos siempre será, que la Palabra de Dios que escuchamos, sea Palabra que se Encarna, que sea viva, solo así seremos felices de verdad. ¡Feliz aquel que escucha la Palabra y la práctica!
En los textos que hemos escuchado hoy, y al mismo tiempo viendo a Brochero, podemos decir y afirmar que, este hombre de Dios, vivió la Palabra del Señor, y podríamos decir que su vida sola, sin predicación anunciaba la Palabra. En la Carta del Apóstol Pablo a los cristianos de Colosas, donde señala, ‹‹me alegro de poder sufrir por ustedes pues así completo en carne lo que falta a los padecimientos de Cristo››, esto nos remite también a nuestro Santo Brochero.
Esto, podría haber sido dicho por el propio Santo Cura Brochero, puesto que sabemos, que en el momento cumbre de su vida, el pudo ofrecer ese dolor, esa enfermedad, esa soledad por el bien de su pueblo, por lo pasados, presentes y futuros. Brochero lo supo captar, lo supo entender y entregar su vida por esta causa, para que todos puedan escuchar el anuncio del Evangelio.
Sabemos de Brochero muchas cosas, quienes han participado durante la Semana Brocheriana, pudieron aprender y comprender con las profundas Homilías brindadas por el Padre Ángel Rossi, donde hemos podido profundizar el conocimiento de la vida del Santo. Dijo el propio Cura Brochero, ‹‹He podido pispear que siempre viviré en el corazón de mis paisanos››, nosotros hemos podido contemplar que Brochero se quedó y se quedará en el corazón de tantos los argentinos.
En este lugar, corazón Sacerdotal de nuestra Patria Argentina está Brochero, él sigue haciendo su obra, sigue llevándonos a Jesús, sigue trayéndonos a Jesús, sigue buscándonos cuando nosotros venimos. Cuando por distintos motivos, muchos por enfermedad, por angustia, por dolores varios, venimos a Brochero, él quiere darnos el consuelo de Dios, quiere fortalecernos con la fe, quiere presentarnos a Jesús.
Sabemos que Brochero, realizó muchas obras, trayendo el progreso a esta tierra, que cruzó las Altas Cumbres; un Periodista importante reseña al respecto, en aquel tiempo, cruzar las Altas Cumbres cordobesas era como atravesar la Cordillera de los Andes. Lo hizo para llevar a los hombres y mujeres de su tiempo a los Ejercicios Espirituales, para traer mayor unidad en el pueblo cordobés, en la nación toda y a este Valle de Traslsierra que en su tiempo se la veía olvidada, media periférica.
Sabemos que trabajo por el ferrocarril, que construyó 200 kilómetros de caminos, que trajo a las Hnas. Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús por Gracia de Dios a esta tierra. Pero hoy estamos celebrando su Pascua y podríamos decir, que en estos días previos, en la “Semana Brocheriana” que año tras año se celebra, hoy ya no pidiendo la Canonización, pero sí celebrando su Pascua, nos invita Brochero a pensar en esta vida pobre y entregada.
Podríamos decir que Brochero hizo muchas cosas, pero quizás, la síntesis, la contención de toda su obra, fue la pasión por anunciar el Evangelio, la que coronó en este Santo tiempo que vivió antes de su muerte. Resulta especial recordar, parte del mensaje que el propio Brochero, le enviaba a un Obispo amigo de Santiago del Estero donde le decía, ‹‹recordarás que yo sabía decir (…), que iba a ser tan enérgico siempre, como el caballo “chesche» que se murió galopando.
Pero Dios Nuestro Señor es quien vivifica y mortifica, quien da las energías físicas y morales y quien las quita: pues bien, yo estoy ciego casi al remate, apenas distingo la luz del día, y no puedo verme ni mis manos, a más estoy casi sin tacto desde los codos hasta la punta de los dedos y de las rodillas hasta los pies, y así, otra persona me tiene que vestir o prenderme la ropa; la Misa la digo de memoria, y es aquella de la Virgen (…).
Me cuesta mucho hincarme y muchísimo más levantarme, a pesar de tomarme de la mesa del altar. Ya ves el estado a que ha llegado reducido el “chesche”, el enérgico, el brioso. Pero es un grandísimo favor el que me hecho Dios nuestro Señor… Dios me da la ocupación de buscar mi último fin y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo››.
En esta “Semana Brocheriana” y en cada Semana Brocheriana, nos acercamos a un momento cumbre de este amor hasta extremo del Santo, que luchando con esa enfermedad que le sobrevino, sin pensarla ni desearla, pero que fue asumiendo, comprendiendo y uniendo los padecimientos de Cristo. Qué alegría que en esta “Semana Brocheriana” los cristianos podamos dar un paso; cuando yo llegué a esta tierra, y también en mis tiempos de Sacerdotes escuchaba, y siempre me impresionaba sentir, que en este lugar Santo, la muerte de Brochero se viva como una fiesta.
Aquí, donde nos encontramos y nos felicitamos, nos decimos ¡feliz día!, la muerte de un cristiano es una fiesta, Brochero también nos regala esta posibilidad año tras año el poder celebrar su Pascua. Su fiesta es el 16 de marzo, el día de su nacimiento, así lo dijo la Iglesia, porque hoy (26 de enero) celebramos a Timoteo y Tito, pero nosotros hoy contemplamos su Pascua su muerte y descubrimos la clave de un cristiano. Porque, ‹‹aquel que cree en mí, aunque muera vivirá›› (Jn. 11, 25).
Sabemos que Brochero, en este pueblo del Tránsito, en ese tránsito de la vida que termina, a la vida que no termina, lo vivimos como una verdadera fiesta, éste, también es un regalo del Santo, para que comprendamos el misterio de la muerte. Ella, la muerte, aunque a todos nos duele, porque es una agresión a nuestra naturaleza, porque no estaba pensaba en el plan de Dios, estábamos llamados a vivir, pero el pecado hizo que la muerte sea una realidad en nuestra vida.
Pero, para quienes creemos, sabemos que la muerte es el paso a la vida en plenitud, al gozo, Brochero nos recuerda con su vida pobre y entregada, con su predicación Evangélica, con su celo misionero, justamente que la muerte es el tránsito al abrazo con el Padre. ¡Cuánto nos llena de alegría saberlo!
Y hemos escuchado en el Evangelio, este relato, en el cual, van a buscar a Jesús, donde se lo critica porque se acerca a los pecadores, a los fariseos y murmuraban. Decía antes, que el Evangelio en Brochero no solo era predicado con su palabra sino con su propia vida, ante este texto del Evangelio que rumiaba Brochero, pudo responder también ante sus detractores o murmuradores aquellos que no lo entendían.
Porque él se juntaba con la periferia, no solo geográfica sino existencial, cuando le recriminaban por juntarse con, los condenados, los borrachos, con los perdidos a los ojos del mundo, Brochero respondía, podríamos ir a la luz de este texto, la culpa la tiene nuestro Señor Jesucristo que para ellos vino. Pidámosle entonces a Brochero, que podamos ser aquella oveja que el buen pastor va su búsqueda, todos podemos decir que cosas todavía tenemos que convertir más y mejor en nuestras vidas, que cosas debemos dejarnos transformar, que cosas la Palabra de Dios tiene que entrar tanto en nuestro corazón y en nuestra vida para que realmente, esa Palabra se haga Carne, raíz en nuestra vida.
Brochero nos trajo y nos trae hoy, así como era un apasionado en salir a su búsqueda, porque entendió que el encuentro con Cristo hacía feliz al hombre y a la mujer. Pero también traía progreso, desarrollo, mejor vida para su pueblo, para su gente, también hoy Brochero nos sigue invitando y tocando el corazón y nos trae y sana nuestro encuentro.
Lo hace de un modo distinto que cuando estaba en vida, pero realmente visible de los que sabemos que sigue tocando nuestro corazón y nos invita estar, a volver a Jesús. Podríamos escuchar hoy, de sus propios labios decir, que tengamos los ojos fijos en Jesús.
Quisiera terminar, con un texto tan rico que dice Doña Jovita, lo hemos escuchado tantas veces, pero que cobra tanta vida justamente hoy: ‹‹Después de tanto sufrir, ese veintiseis de enero, se nos jué el Señor Brochero, de ésta su tierra querida, ya había entregao la vida, ahora entregaba el cuero. «¡A la pucha!, ¡qué regüelo en el cielo se abrá armao! ¿Quién es ese que ha dentro en un mulo mala cara y que a San Pedro lo encara de sotana y emponchao? ¡Es el Cura de las sierras!, ¡Tiene olor a peperina!’… Atendía en ‘Altautina’, en ‘Tránsito’, ‘Nono’, ‘Pocho’… ¡Pobrecito viene chocho… si habrá soportao espinas!
Los ángeles aplaudiendo, los santos tirando flores, ‘¡Es uno de los mejores!’ gritó alguno en un rincón, porque tuvo el corazón entreverao con los pobres››.-
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