El Obispo asume como blasón Episcopal el escudo de su familia como un signo de acción de gracias por el don de la fe recibiendo de sus mayores y reconoce como providencial que el olivo caracterice la vida de la tierra a la que es enviado.
La figura en jefe es un ramo de olivo verde, símbolo de Cristo, Sacerdote y Príncipe de la Paz. El Obispo, en nombre del señor, llevará el olivo de la paz de Cristo a todos los hombres y santificará al pueblo de Dios que se le ha encomendado.
El fondo color plata, evoca a María, Madre de Dios y madre de la Iglesia, «estrella de la evangelización renovada, primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos», en cuyas manos maternales el Obispo pone su vida y ministerio.
La cruz, que timbra el escudo, evoca el anonadamiento de Cristo que por amor se hizo hombre, tomando la condición de siervo hasta llegar, con la ofrenda de su vida, al sacrificio que nos conduce a la salvación. El Obispo expresa que desea «tener estos mismos sentimientos de Cristo» (Fil 2,5) en su lema Episcopal: «Los Amó hasta el Extremo».
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