El Obispo Castrense de Argentina presidió la celebración de la Cruz y Pasión del Señor, fue en la noche del Viernes Santo, en la Parroquia Ntra. Sra. de Luján Castrense, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Concelebraron Capellanes Castrenses de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, participaron fieles castrenses.
Mons. Santiago Olivera, ha ofrecido al Párroco de la Parroquia Luján Castrense, Mons. Alberto Pita, la predicación en esta celebración, quien señalaba en el principio, “el Viernes Santo es un día polarizado litúrgicamente en torno a la Pasión del Señor y su muerte en la Cruz. Hoy se cumple el repetido anuncio de Jesús en los Evangelios sobre su muerte violenta en las afueras de la ciudad Santa de Jerusalén”.
Continuando, Mons. Pita señalaba, “ni Dios Padre, ni Jesús quisieron el sufrimiento, la Pasión dolorosa, la muerte violenta por sí mismas, pues son realidades negativas sin valor en sí mismas. La Valía o el valor del dolor, Pasión y Muerte del Señor radica en el significado que reciben desde una finalidad superior: ella es, la Salvación del hombre, a quien Dios, tanto quiere, tanto ama, y este amor en verdad central de nuestra fe, ya que: <<tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo>>”.
Agregando, el Párroco, continuó diciendo, “(…) el Señor a pesar de todo el sufrimiento que se le avecinaba, acepta el plan del Padre, lo dice el Señor en el huerto, <<no se haga mi voluntad, sino la tuya >>, y este es el motivo y la razón de la obediencia del Señor: hacer la voluntad del Padre, voluntad del Padre que es salvación del hombre por el amor que tiene. Jesús carga con la Cruz de su Pasión por amorosa fidelidad al Padre y por su amor solidario con sus hermanos, los hombres”.
A la luz del Evangelio de San Juan, Mons. Alberto expresaba que nos habla de, “(…) una Pasión glorificada, preparada por la oración sacerdotal de Jesús al final de la Cena (Jn 17), Jesús se dirige al Padre y le dice: <<Padre ha llegado la Hora: da gloria a tu Hijo porque tu Hijo te da gloria>> (Jn 17L) y el Señor sabe bien que esta gloria que pide al Padre pasa a través del sufrimiento del dolor. Y en todos los episodios de la Pasión hay siempre un aspecto de glorificación, glorificación sorprendente en circunstancia de por sí siempre humillante”.
Agregando, continuó, “es que la gloria de Jesús es amar hasta el extremo, es hacer la voluntad de Padre, es la gloria de salvar a los hombres, sus hermanos. El Misterio de la Cruz en la vida del Señor y también en la nuestra es revelación cumbre del amor, ya que no hay forma más auténtica de dar amor que dar la vida por los que se ama”.
Profundizando, decía Mons. Pita, “Jesús pudo habernos salvado desde el triunfo, desde el poder de su gloria, como eterno Hijo, como eterno Verbo del Padre, pero prefirió hacerlo desde nuestra humilde condición humana, lo quiso hacer a través de la humildad, de la renuncia, del servicio, de la obediencia, ya que él mismo lo dijo, <<no he venido a ser servido sino a servir>>. Renunciando al gozo inmediato soportó la Cruz y la ignominia”.
En final de la Homilía, subrayó, “el amor que testimonia su Cruz es la única fuerza que puede cambiar el mundo. El secreto de la Cruz de Jesús es el Amor y la única manera de entenderla y convertirla en fuente de vida es amando generosamente al Señor, nuestro Dios y a nuestros hermanos”.-
0 comentarios