Mons. Olivera | Amar al modo de Dios, será el camino que todos estamos invitados a transitar, así lo señaló el Obispo Castrense de Argentina durante la Homilía al presidir la Santa Misa en la Catedral Castrense, Stella Maris. Fue en la mañana del jueves 14 de diciembre, donde al concluir la Eucaristía, Mons. Santiago Olivera bendijo los sables del Venerable Siervo de Dios, Enrique Shaw y el Siervo de Dios, Coronel Argentino del Valle Larrabure, los cuales quedaron presentados junto a sus fotografías y la del Siervo de Dios Pascual Manuel Perrin en el Oratorio de la Virgen Ntra. Sra. de Luján Malvinera.
Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago, concelebraron Capellanes de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Federales de Seguridad, participaron familiares de Enrique Shaw, de Argentino del Valle Larrabure y fieles castrenses. En la Homilía, decía el Obispo, “celebrar en este día de San Juan de la Cruz la Misa en la cual recibimos y ponemos en un oratorio dos significativos sables de dos hermanos nuestros Siervo de Dios Larrabure y Venerable Siervo de Dios Enrique Shaw nos llena de gozo”.
Continuando, Mons. Olivera señalaba, “los candidatos a santos deben estimularnos a seguir sus huellas, pero a la vez los sabemos hombres fuertes y decididos, como frágiles y pecadores. Es bueno y sano recordar siempre que los santos y por tanto los que están en camino no son inmaculados”.
Seguidamente, el Obispo destacó, “hoy recibimos dos sables, el sable carecería de valor en sí mismo si no fuera por su significado intrínseco, que lo convierte en símbolo de mando. No es un simple aditamento y a cada una de sus partes constitutivas le corresponde una traducción simbólica: El puño simboliza la Verdad. Lleva acuñado el Escudo Nacional. El guardamano representa el Equilibrio, la Justicia y la Paz.
Para quien deba empuñar el sable en cumplimiento de su deber, la traducción simbólica de estos elementos significa: “Siempre que desenvaines tu sable, empuñando la Verdad y teniendo al Escudo Nacional como divisa, en defensa de nuestra Libertad, aunque te empeñes en la Guerra, las más caras y gloriosas tradiciones nacionales te protegerán la mano”.
Completando, agregó, “estos sables que recibimos con veneración y orgullo nos hacen recordar, volver al corazón y agradecer sus vidas, caminos diversos, la vida civil de uno y la vida miliar de otro, pero la vida cristiana de ambos que amaron a todos, siempre”. Finalizando, Mons. Santiago decía, “la Providencia nos presenta la figura de San Juan de la Cruz en el día de su memoria, un hombre de Dios. Amó y sufrió. En el atardecer de nuestra vida seremos examinados en el Amor, en el ocaso de nuestra vida seremos examinados en el amor. Esto es la clave. Vivir en el Amor. Amar siempre y a todos. Amar al modo de Dios, será el camino que todos estamos invitados a transitar”.
Luego de la bendición al concluir la Santa Misa, en procesión el Obispo Castrense de Argentina junto a los Capellanes y fieles en procesión se trasladaron hasta el oratorio de Ntra. Sra. de Luján Malvinera. Mons. Olivera agradeció especialmente la donación de los sables que han hecho los familiares, resaltando, “(…) para nosotros es muy significativo como Iglesia Diocesana porque hace parte de nuestra historia. La Santidad es una vocación a la cual estamos todos llamados, no es para unos pocos, sino, los que si son pocos son los que están canonizados.
Nunca hay que olvidar que unos pocos la Iglesia pone como faros, como referentes, pero hay muchísimos más santos hombres y mujeres a los que el Papa Francisco los llamó, los santos de la puerta de al lado. Nosotros no adelantamos el Juicio de la Santa Iglesia, damos gracias porque tenemos un Siervo de Dios, tenemos un Venerable que pronto quisiéramos que sean ya reconocidos como faros y luz de la Iglesia, beatos primero y luego Santos”.-
A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:
Obispado Castrense de Argentina:
Misa 14 de diciembre de 2023
Iglesia Catedral
San Juan de la Cruz
Isaías 41, 13-20
Evangelio Mateo 11, 11-15
(Parte Agregada al inicio) _En un clima de familia Diocesana, como lo es nuestra Iglesia Castrense, un Obispado personal por lo tanto podríamos decir artesanal, nos llena de alegría poder celebrar esta Eucaristía. Donde hoy, luego de concluir la celebración, en el oratorio, ese espacio donde se encuentra la imagen recuperada, Ntra. Sra. de Luján Malvinera bendeciremos los sables y rezaremos las oraciones del Venerable Siervo de Dios, Enrique Shaw y del Siervo de Dios, Coronel Argentino del Valle Larrabure, gracias por estar, gracias a los Padres por acompañarnos._
Celebrar en este día de San Juan de la Cruz la Misa en la cual recibimos y ponemos en un oratorio dos significativos sables de dos hermanos nuestros Siervo de Dios Larrabure y Venerable Siervo de Dios Enrique Shaw nos llena de gozo. El coronel Larrabure entregó su vida por amor a Dios reflejado en el amor a los hermanos y por amor a la Patria. Nos enseñó a vivir el amor sin límite aún a costa de la propia vida, no buscó su bien, supo y enseño a perdonar, a no amar sólo a los que lo amaban sino también a los enemigos. Los enemigos para nosotros los cristianos son “los amigos a quien amar”. Sufrió el secuestro, la tortura y la muerte, asumida desde la fe, sin claudicar. Muerte que como nuevo bautismo marcó y lavó su vida.
Enrique, desde sus años juveniles joven de la Armada. Ejemplar soldado de la Patria y mas soldado de Cristo. Mucho para aprender de él a pesar de su corta, pero tan fecunda vida. Pero se lo recuerda como padre de una numerosa y generosa familia, hombre de empresa y con deseo de ser un obrero más.
También pondremos un cuadro del Siervo de Dios Pascual Manuel Perrin, marino de profesión, fue personal civil de la Armada y luego suboficial casado y padre de cinco hijos. Abrazó la vida militar como modo de vida y de sustento a su familia, pero pasó por ella haciendo bien. Los candidatos a santos deben estimularnos a seguir sus huellas, pero a la vez los sabemos hombres fuertes y decididos, como frágiles y pecadores. Es bueno y sano recordar siempre que los santos y por tanto los que están en camino no son inmaculados. Pero rezamos para que pronto sean reconocidos por la Iglesia como santos que nos guíen e iluminen.
Hoy recibimos dos sables, el sable carecería de valor en sí mismo si no fuera por su significado intrínseco, que lo convierte en símbolo de mando. No es un simple aditamento y a cada una de sus partes constitutivas le corresponde una traducción simbólica:
El puño simboliza la Verdad. Lleva acuñado el Escudo Nacional. El guardamano representa el Equilibrio, la Justicia y la Paz.
Para quien deba empuñar el sable en cumplimiento de su deber, la traducción simbólica de estos elementos significa: “Siempre que desenvaines tu sable, empuñando la Verdad y teniendo al Escudo Nacional como divisa, en defensa de nuestra Libertad, aunque te empeñes en la Guerra, las más caras y gloriosas tradiciones nacionales te protegerán la mano.
Tuya será la victoria y eternos serán los laureles, pero piensa que atado a tu muñeca llevas un juramento prendido que te recuerda: ¡Más vale morir ahorcado que traicionar a la Patria!”.
Estos sables que recibimos con veneración y orgullo nos hacen recordar, volver al corazón y agradecer sus vidas, caminos diversos, la vida civil de uno y la vida miliar de otro, pero la vida cristiana de ambos que amaron a todos, siempre. Y fueron testigos. Este hacer memoria de tanto bien recibido y de tanto bien deseado, lo realizamos en la historia siempre unida a la memoria para no caer en subjetivismos o en miradas parciales o sesgadas e injustas. Y el coronel Larrabure evoca tristes momentos de nuestra historia que no pueden ser ocultados, además la verdad tiene esa fuerza esplendorosa que siempre se manifestará y triunfará. Renovamos con el Salmo que hemos rezado luego de la Primera Lectura: Tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. Venga a nosotros tu reino, el reino es el reino del amor, de la justicia, de la verdad, de la paz. Ellos, los que hoy recordamos supieron vivir la certeza que nos iluminó el Profeta Isaías: Yo, el Señor, soy tu Dios, el que te sostengo de la mano derecha y te digo: “No temas, yo vengo en tu ayuda…”
La Providencia nos presenta la figura de San Juan de la Cruz en el día de su memoria, un hombre de Dios. Amó y sufrió. En el atardecer de nuestra vida seremos examinados en el Amor, en el ocaso de nuestra vida seremos examinados en el amor. Esto es la clave. Vivir en el Amor. Amar siempre y a todos. Amar al modo de Dios, será el camino que todos estamos invitados a transitar.
Que María, nuestra Madre en este particular tiempo del Adviento nos ilumine y ayude para que nuestra vida, sea una Digna morada para que su Hijo Jesús encuentre lugar.
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