Mons. Olivera | Celebrar la Eucaristía Pascual, es renovar una de las características fundamentales del creyente, la alegría por excelencia que debemos irradiar porque la muerte ha sido vencida, así lo expresaba el Obispo Castrense al compartir la Homilía en la Santa Misa del Domingo de Pascua. Fue en la noche del 9 de abril, en la Parroquia Ntra. Sra. de Luján, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), donde Mons. Santiago Olivera presidió la celebración Eucarística.
En la Homilía, Mons. Santiago compartía, “celebrar la Eucaristía Pascual, domingo de Pascua -que viene presidida por la solemne Vigilia de la Pascua que ayer celebramos- es como renovar una de las características fundamentales del creyente, del cristiano, la alegría por excelencia que debemos irradiar porque la muerte ha sido vencida. La alegría porque Jesús con esta significación de su Cirio Pascual nos recuerda que Él es la luz del mundo que ilumina toda nuestra vida y también, la deseamos a aquellos que han partido cuando decimos, <dale Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz que no tiene fin>, la luz de Cristo que ilumina toda realidad humana”.
Continuando, señalaba el Obispo, “en todos estos domingos del tiempo Pascual, en estos días de la octava de la Pascua vamos a escuchar reiteradas veces sobre la alegría, el gozo, porque Cristo da sentido a nuestra fe. Cada Pascua es una nueva oportunidad para preguntarnos: ¿Cómo está nuestra alegría?
Y nuestra alegría está unida también a la fe, este regalo de Dios, que sin duda es don de Dios, pero es respuesta nuestra, es tarea nuestra para que esta fe crezca. El Santo Padre, Benedicto XVI decía, <la fe crece creyendo>”.
Avanzando, Mons. Olivera dijo, además, “(…) la fe nos inspira para mirar al cielo, para sabernos peregrinos caminantes, pero mirando el horizonte de nuestra vida definitivamente que es el cielo. El cielo nos llena de alegría, ese cielo que un día el Señor nos dará en plenitud, porque lo vamos actualizando cuando vivimos la vida de Dios en nuestra vida. El gran San Agustín nos decía que, <la felicidad consiste en la presencia de Dios en la vida del hombre>, por eso decimos feliz Pascua, por eso nos deseamos felicidad, por eso queremos ser felices y lo seremos plenamente si Dios está en nuestra vida”.
Profundizando, Mons. Santiago reflexionaba diciendo, “pidamos al Señor también que podamos experimentar siempre, que Jesús nos busca, que sale a nuestro encuentro, que nos dejemos encontrar por Él, pidamos que nos aumente la fe. Que podamos descubrir su presencia en todo acontecimiento, y que ese encuentro con Él, esa certeza de que nos recuperó la vida, esa certeza de que la muerte no es la última palabra, esa certeza que el Evangelio puede vivirse, esa certeza de que podemos combatir al hombre viejo para vivir iluminados por Jesús como hombres y mujeres nuevos, nos llene de gozo y alegría”.
Finalizando, el Obispo dijo, “que esa alegría, sea irradiada a aquellos que comparten nuestra vida, que podamos testimoniar fundamentalmente el gozo de la Pascua, el don de la alegría. Porque la vida tiene sentido, cobra consistencia, nueva realidad, porque de verdad, Cristo ha resucitado, por eso decimos con alegría: ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! ¡Aleluya! El gozo grande que da sentido a nuestra fe”.-
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