Mons. Olivera | Como creyentes rezamos por el eterno descanso del Papa Francisco y rezamos también por los Cardenales que elegirán al Papa, para que sean dóciles al Espíritu, así lo pidió el Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad al compartir la Homilía en la Santa Misa por el eterno descanso del Santo Padre. En la mañana del viernes 25 de abril en la Iglesia Catedral Castrense, Stella Maris, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde Mons. Santiago Olivera presidió la Eucaristía, concelebraron Capellanes de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad.
Participaron, la Sra. Vicepresidente, Dra. Victoria Villarruel quien se encuentra a cargo del Poder Ejecutivo por encontrarse el Sr. Presidente de la República Argentina en la ciudad de Roma representando al pueblo argentino en el funeral del Santo Padre. Acompañaron, el Secretario Parlamentario del Senado, Sr. Agustín Giustinian, el Sr. Subjefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Vicealmirante, Marcelo Dalle Noguera, el Secretario general del Ejército Argentino, General de Brigada Darío Ochoa, el General de Brigada Gabriel Senmartin, el Director General del Estado Mayor de la Armada Argentina, Vicealmirante Juan Carlos Coré, el subdirector general de Material de Fuerza Aérea Argentina, Comodoro Sergio Páez Guillen, el Secretario General de GNA, Comandante General Carlos Fernández, el Director de Bienestar y Sanidad de GNA, Comandante General, Roberto Daniellis, el Subprefecto Nacional de PNA, Prefecto General Alejandro Annichini , el Director de Personal y Bienestar de PNA, Prefecto General Aníbal Moya, el Jefe de División Regional de Operaciones Policiales Aeroportuaria de a PSA, el Comisionado Mayor Elian Manzanares, oficiales y suboficiales de las Fuerzas y fieles castrenses.
En la Homilía, Mons. Santiago nos dijo, “(…) vimos con los Capellanes Mayores que era importante que celebráramos una Eucaristía en honor del Papa Francisco, allí tenemos también un solideo suyo, el que nos regalara en Plaza San Pedro en el marco donde trajimos la imagen de Ntra. Sra. de Luján Malvinera que había estado tantos años en la Iglesia Catedral Castrense del Reino unido, donde hemos intercambiado las imágenes de la Virgen.
En tal sentido, hemos decidido hacer un a Misa como acostumbramos en nuestras Fuerzas, en los días de semana, mañana nos sumaremos a la Eucaristía que organiza el Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires, recordando que el Papa Francisco fue durante mucho tiempo su Arzobispo. Pero en nuestro caso, consideramos también que era importante realizar esta celebración, puesto que Su Santidad Francisco fue durante más de un año, un año y medio Administrador Apostólico de este Obispado Castrense, se conoce poco, pero entre que falleció el Obispo Mons. Martina, y asumía el Obispo, Mons. Baseotto, en ese período estuvo el Cardenal, Jorge Mario Bergoglio”.
Continuando, el Obispo continuó diciendo, “(…) como Iglesia Castrense, esta Iglesia Particular no podíamos dejar de tener nuestra Eucaristía, con las autoridades de las Fuerzas y parte de los fieles. Nos da alegría que el Sr. Presidente de la República este allí, en Roma representando a todo el pueblo argentino y que haya compartido aquellas palabras tan lindas, que sabemos, »que tenemos empezar a dar signos de encuentro y testimonios de fraternidad«.
Luego reconocer, aun habiendo sido pública algunas expresiones, dijo el Presidente sobre el Papa, »ha partido el hombre más importante de la historia argentina«, uno de los más importante sin duda. También agradezco la presencia de la Sra. Vicepresidente, Dra. Victoria Villarruel, quien se encuentra a cargo del Poder Ejecutivo y tal como le decía mientras la acompañaba en su ingreso, que es parte de nuestra familia castrense, pues es hija de un militar y así lo sentimos, todo el mundo de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad se nos confían al cuidado pastoral al Obispado Castrense, bienvenida y bienvenidas a todas las autoridades”.
Seguidamente, Mons. Olivera compartía, “he recogido en estos ocho años como Obispo Castrense lo que significó el paso del entonces Cardenal Bergoglio por este Obispado y se lo recuerda con afecto y gratitud. Por eso queremos dar gracias a Dios por su servicio y por este paso en esta Iglesia Castrense y por el Don de su vida.
Mucho podríamos subrayar, y vamos escuchando en estos días sobre el Magisterio de Francisco, pero estoy seguro de que a muchos nos quedará para siempre en nuestra memoria y corazón sus gestos, nadie duda que Francisco hablaba con sus acciones. Nos ayudó como Iglesia a mirar lo esencial y a renovar la pasión evangélica y la cercanía a los más pobres, a los que más sufren, a los inmigrantes, a los frágiles, a los presos, a los postergados, en fin, la mirada hacia todos los que más sufren, a los que no cuentan a los ojos humanos, y como decía el Papa, para los descartados”.
Antes de concluir, el Obispo señaló, “algunos se preocupan o se preguntan y vemos en los medios, ¿quién va a suceder al Papa Francisco? o también si se continuará, la línea del Papa Francisco; y -sin duda- los creyentes sabemos que el Papa Francisco vivió e intentó plasmar el Evangelio y de esta “alegría” que hemos escuchado en este primer número del Evangelii Gaudium, nos muestra su deseo y corazón. Como creyentes rezamos por el eterno descanso del Papa Francisco y rezamos también por los Cardenales que elegirán al Papa, para que sean dóciles al Espíritu”.



















A continuación, compartimos en forma completa la Homilía, de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad:

Misa por el Santo Padre Francisco
Iglesia Catedral Stella Maris, 25 de abril 2025.
A veces es bueno repetir algo que muchos conocemos pero que otros tantos no conocen, como Obispado Castrense que se nos confía las Fuerzas Armadas, las Fuerzas Federales de Seguridad, los Ministerios de Defensa y de Seguridad de la Nación, los ámbitos de gobierno, nuestra Diócesis está confiada y tenemos relación con la Presidencia, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y nuestra vida está donde están nuestros fieles, así lo dicen nuestros estatutos.
Digo, lo vuelvo a repetir, porque estando en comunión con los medios de comunicación de nuestro Obispado que llega a todo al país, porque es una Iglesia personal, podríamos decir artesanal, la Iglesia Castrense. Y vimos con los Capellanes Mayores que era importante que celebráramos una Eucaristía en honor del Papa Francisco, allí tenemos también un solideo suyo, el que nos regalara en Plaza San Pedro en el marco donde trajimos la imagen de Ntra. Sra. de Luján Malvinera que había estado tantos años en la Iglesia Catedral Castrense del Reino unido, donde hemos intercambiado las imágenes de la Virgen.
En tal sentido, hemos decidido hacer un a Misa como acostumbramos en nuestras Fuerzas, en los días de semana, mañana nos sumaremos a la Eucaristía que organiza el Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires, recordando que el Papa Francisco fue durante mucho tiempo su Arzobispo. Pero en nuestro caso, consideramos también que era importante realizar esta celebración, puesto que Su Santidad Francisco fue durante más de un año, un año y medio Administrador Apostólico de este Obispado Castrense, se conoce poco, pero entre que falleció el Obispo Mons. Martina, y asumía el Obispo, Mons. Baseotto, en ese período estuvo el Cardenal, Jorge Mario Bergoglio.
Dicho esto, como Iglesia Castrense, esta Iglesia Particular no podíamos dejar de tener nuestra Eucaristía, con las autoridades de las Fuerzas y parte de los fieles. Nos da alegría que el Sr. Presidente de la República este allí, en Roma representando a todo el pueblo argentino y que haya compartido aquellas palabras tan lindas, que sabemos, »que tenemos empezar a dar signos de encuentro y testimonios de fraternidad«.
Luego reconocer, aún habiendo sido pública algunas expresiones, dijo el Presidente sobre el Papa, »ha partido el hombre más importante de la historia argentina«, uno de los más importante sin duda. También agradezco la presencia de la Sra. Vicepresidente, Dra. Victoria Villarruel, quien se encuentra a cargo del Poder Ejecutivo y tal como le decía mientras la acompañaba en su ingreso, que es parte de nuestra familia castrense, pues es hija de un militar y así lo sentimos, todo el mundo de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad se nos confían al cuidado pastoral al Obispado Castrense, bienvenida y bienvenidas a todas las autoridades.
Bienvenidos todos a esta celebración Eucarística. Como decía, nos alegra mucho que, como Iglesia Diocesana, podamos reunirnos en los días posibles para los fieles que se nos confían, para rezar y despedir desde aquí a nuestro Papa Francisco. Cómo compartía al inicio, hemos querido celebrar en esta Iglesia Catedral porque -además de ser el Sumo Pontífice-, Francisco ha sido por casi año y medio Administrador Apostólico de esta Iglesia particular y personal, como es nuestro Obispado. He recogido en estos ocho años como Obispo Castrense lo que significó el paso de el entonces Cardenal Bergoglio por este Obispado y se lo recuerda con afecto y gratitud. Por eso queremos dar gracias a Dios por su servicio y por este paso en esta Iglesia Castrense y por el Don de su vida.
Mucho podríamos subrayar, y vamos escuchando en estos días sobre el Magisterio de Francisco, pero estoy seguro de que a muchos nos quedará para siempre en nuestra memoria y corazón sus gestos, nadie duda que Francisco hablaba con sus acciones. Nos ayudó como Iglesia a mirar lo esencial y a renovar la pasión evangélica y la cercanía a los más pobres, a los que más sufren, a los inmigrantes, a los frágiles, a los presos, a los postergados, en fin, la mirada hacia todos los que más sufren, a los que no cuentan a los ojos humanos, y como decía el Papa, para los descartados.
El Magisterio del Santo Padre es muy vasto y muy rico, por eso quisiera que nos hable él en este día, y haga arder en este tiempo de la Pascua, murió en la Pascua, signo de la vida, que nos haga arder en nuestro celo evangélico, nos renueve en nuestra Pasión por Anunciar la Buena Noticia que, asumida, transforma, sana, eleva y reconcilia.
Su Primera Exhortación Apostólica, es sin duda a mi criterio lo que nos quiso trasmitir a todos en esos nuevos tiempos de la Iglesia conducida por él y lo que iluminaría toda su acción pastoral, tal como él mismo lo dijo en el inicio de la Exhortación Apostólica, Evagelii Gaudium en el número uno dice, el Papa:
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”.
Francisco, el Papa, hizo una llamada a todos los bautizados para que, con fervor y pasión, llevemos a los otros el amor de Jesús en un “estado permanente de misión”, venciendo “el gran riesgo del mundo actual”: el de caer en “una tristeza individualista”.
El Papa nos invitó a “recuperar la frescura original del Evangelio”, encontrando “nuevos caminos” y “métodos creativos”, a no encerrar a Jesús en nuestros “esquemas aburridos”. Nos invitó e impulsó a una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están y una “reforma de estructuras” eclesiales para que “todas ellas se vuelvan más misioneras”. El Papa Francisco también pensó en “una conversión del papado” para ahondar más al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización”. Y de esto hemos podido ser testigos. Buscó caminos nuevos para la renovación y el encuentro. Como toda realidad humana, lo sabemos con luces y sombras, buscó vivir este deseo de una Iglesia pobre para lo pobres, de una Iglesia cercana, de una verdadera Iglesia “Hospital de campaña” y donde todo lo humano interesa, caminando en salida hacia las periferias existenciales y geográficas.
Y el 24 de octubre del año pasado, nos iluminó con la Carta Encíclica sobre el Amor humano y Divino del Corazón de Jesucristo. Maravillosa Encíclica del Santo Padre, pero quisiera referirme a tres puntos sobre su conclusión de dicha encíclica que ilumina pareciera todo su ministerio de Pastor univeral.
Concluye el Papa diciendo:
“Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si’ -sobre nuestra relación con el medio ambiente, con la naturaleza– y Fratelli Tutti -hermanos todos, que tanto tenemos que trabajar de verdad para que seamos de verada una Patria verdaderamente de hermanos, sin intereses mesquinos, sin egos que nos conduzcan- no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común.
Hoy todo se compra y se paga, y parece que la propia sensación de dignidad depende de cosas que se consiguen con el poder del dinero. Sólo nos urge acumular, consumir y distraernos, presos de un sistema degradante que no nos permite mirar más allá de nuestras necesidades inmediatas y mezquinas. El amor de Cristo está fuera de ese engranaje perverso y sólo él puede liberarnos de esa fiebre donde ya no hay lugar para un amor gratuito. Él es capaz de darle corazón a esta tierra y reinventar el amor allí donde pensamos que la capacidad de amar ha muerto definitivamente.
La Iglesia también lo necesita, para no reemplazar el amor de Cristo con estructuras caducas, obsesiones de otros tiempos, adoración de la propia mentalidad, fanatismos de todo tipo que terminan ocupando el lugar de ese amor gratuito de Dios que libera, vivifica , alegra el corazón y alimenta las comunidades. De la herida del costado de Cristo sigue brotando ese río que jamás se agota, que no pasa, que se ofrece una y otra vez para quien quiera amar. Sólo su amor hará posible una humanidad nueva.
Y concluye el Santo Padre: Pido al Señor Jesucristo que de su Corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir, que nos impulsen para que aprendamos a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno. Eso será hasta que celebremos felizmente unidos el banquete del Reino celestial. Allí estará Cristo resucitado, armonizando todas nuestras diferencias con la luz que brota incesantemente de su Corazón abierto. Bendito sea.”
Así termina el Papa su Carta Encíclica, la última de Su Pontificado.
Algunos se preocupan o se preguntan y vemos en los medios, ¿quién va a suceder al Papa Francisco? o también si se continuará, la línea del Papa Francisco; y -sin duda- los creyentes sabemos que el Papa Francisco vivió e intentó plasmar el Evangelio y de esta “alegría” que hemos escuchado en este primer número del Evangelii Gaudium, nos muestra su deseo y corazón. Como creyentes rezamos por el eterno descanso del Papa Francisco y rezamos también por los Cardenales que elegirán al Papa, para que sean dóciles al Espíritu.
Rezamos por la Iglesia, sabiendo con certeza que se continuarán las huellas del Papa, porque serán huellas del Evangelio, donde habrá sin duda, miradas nuevas o distintas, porque cada uno somos personales, originales y tenemos nuestra propia historia y miradas, pero no tenemos que temer que se continuará con las huellas del Papa Francisco en todo lo que sea justamente plasmar el Evangelio que él tanto deseó y buscó.
El Señor nos invita, como hemos escuchado en el Evangelio de hoy, a dejarnos conducir por Él para que la pesca sea abundante y fecunda. Para que nuestra misión en la vida, nuestra profesión, nuestra vocación, la de cada uno de nosotros, desde el lugar donde nos encontremos, podamos transformar las realidades temporales según el querer de Dios, esto es actualizando el modo de Amar de Dios.
Dios ama siempre, ama primero, y ama a todos. Podríamos mirarnos los que estamos aquí presentes, los que nos escuchan, los que nos miran, si de verdad estamos dispuestos, a vivir y plasmar nosotros el Evangelio que nos dice aún, amar a nuestros enemigos o los que nos hacen sufrir, porque el Señor Dios ama a todos y su lluvia la hace caer sobre justos y pecadores.
Y por último les comparto estas palabras de Francisco que nos renuevan en la Esperanza que no defrauda:
“La muerte no es el final sino el comienzo. Es un nuevo inicio de algo que no tendrá fin, porque experimentaremos algo que nunca hemos experimentado plenamente: La Eternidad.”
Que nuestra Madre en su advocación de Luján, Patrona de nuestra Patria y Obispado, nos ayude a vivir como ella confiados en la Voluntad del Padre. Que así, sea.-
0 comentarios