Mons. Olivera | Con confianza acudamos a la Madre de Dios, para todas nuestras necesidades, pidiendo que nos acompañe como Ella sabe hacerlo, así lo expresaba el Obispo Castrense de Argentina en la Homilía compartida en la celebración de la Santa Misa en la Solemnidad de Ntra. Sra. de Loreto, Patrona de la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Celebrada en la Iglesia Catedral Castrense, Stella Maris en la mañana del viernes 10 de diciembre, donde en representación del Jefe del Estado Mayor de la FAA, el Inspector General de la FAA, Brigadier Mayor, Sergio Larsen, efectivos de la FAA, también estuvieron efectivos de Aviación del Ejército Argentino, de Aviación Naval (Armada Argentina), Aviación de GNA y Aviación de PNA.
Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron el Capellán Mayor de la FAA, Padre César Tauro, el Capellán Mayor de la PSA, Padre Rubén Bonacina y los Capellanes, Padre Sergio Fochesato, Padre Luis Iole, Padre Daniel Domínguez, el Padre Federico Villalba, el Padre Mario Calvani, el Padre Néstor Morón, el Padre Javier Oliva y el Padre Fernando Papa. En la Homilía, Mons. Santiago luego de saludar a los presentes, señaló, “celebrar la fiesta de nuestra Patrona, nos llena de mucha alegría, porque las distintas advocaciones de María son una manifestación de la cercanía de la Madre”.
Además, el Obispo nos decía, “María se tomó muy en serio el ser la Madre de Dios y madre de todos nosotros, los hijos de Dios. Porque recordamos, podríamos decir, el testamento de Jesús, que al pie de su Cruz expresaba: <<aquí tienes a tus hijos; aquí tienes a tu Madre>>, en esta realidad lo vivimos”.
Agregando, “a nuestra Madre la veneramos, le hacemos fiesta, le reconocemos su protección, nos ponemos bajo su manto y por lo tanto la celebramos, la veneramos públicamente, la manifestamos dándole gracias, no la escondemos a nuestra Madre. Le damos gracias por estar a lo largo de la historia presente en las distintas advocaciones que en todo el mundo nos manifiesta, justamente un amor particular y un amor maternal”.
Mons. Olivera, entonces compartió, “hablando de Ntra. Sra. de Loreto, quisiera contarles una experiencia propia, tuve la gracia de visitar el Santuario de Loreto, en Italia, estábamos en el tiempo que pedíamos la gracia del milagro del actual Santo Cura Brochero, ya era Beato Brochero y faltaba que se concreten los pasos del Milagro para que sea proclamado Santo. El Cura Brochero estudió en el Seminario de Córdoba, que está bajo la protección de la Virgen de Loreto, y en el Santuario, donde se conserva la Santa Casa, la casa de María y José, la casa donde se manifestó la Encarnación del Hijo de Dios, le pedí confiado a la Virgen que se destraben algunas cosas.
Contándole a María, aunque Ella ya lo sabía, pero por lo menos decir, que este futuro Santo, si Dios quería, había estado en un Seminario bajo la protección de la Virgen de Loreto. Le dije entonces a María, por favor danos esta gracia que se destrabe, que era justamente, la respuesta que debía dar un perito sobre el supuesto milagro que lo llevó a Brochero a la Canonización, a la Santificación.
Le confié con la certeza de que María nos iba a escuchar, entonces al salir de la Casa Santa, quien la conoce, es una casa muy chiquita, la cual se encuentra en el Templo y al salir por su puerta, sonó mi teléfono, era justamente aquel perito, quien manifestaba que estaba todo concluido para que la causa inmediatamente continúe. La verdad que la experiencia de María, que yo sé, que escucha y acompaña, fue para mí fundamental, siendo motivo de mucho gozo y le adjudico a la Virgen de Loreto la gracia de la Santidad”.
Completando, subrayó Mons. Santiago, “con confianza debemos acudir a la Madre de Dios, para todas nuestras necesidades, para nuestras alegrías compartirlas y para nuestras penas pedirle que nos acompañe como Ella sabe hacerlo, pero quiere de sus hijos que se lo presenten, que se lo confíen y que lo pongamos bajo su manto. Celebrar a la Virgen en este tiempo del Adviento, también nos pone en sintonía con la preparación para celebrar una Santa Navidad, para que no sea una Navidad más, sino una nueva Navidad”.
Casi en el final, el Obispo afirmó, “el Adviento que nos prepara, no es un tiempo común, es un tiempo distinto, hoy la casa de Nazaret puede ser nuestro propio corazón, nuestra propia vida. La Navidad es celebrar a Jesús. Que, como María, con valentía digamos, <<hágase en mí según tu palabra>>, y no temer a cumplir el proyecto de Dios en nuestras propias vidas”.-
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