Mons. Olivera | Cuando partimos volvemos a nuestra Patria, aquí somos peregrinos, así lo expresó el Obispo Castrense de Argentina al compartir la Homilía durante la celebración de la Santa Misa, en el velatorio de su hermana, Carola Olivera. Celebrada en la Parroquia San Judas Tadeo de la ciudad de Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, en la mañana del sábado 30 de diciembre.

Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron, el Obispo de la Diócesis de Morón, Mons. Jorge Vázquez, Sacerdotes y Capellanes Castrenses. Participaron de la celebración, el Sr. Director Nacional de GNA, Comandante General Antonio José del Pilar Bogado, familiares, amigos y vecinos de la familia Olivera.

A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

30 de diciembre de 2023

Parroquia San Judas Tadeo

Homilía de Mons. Santiago Olivera

Obispo Castrense de Argentina

Gracias a todos por estar, gracias por la presencia del Obispo Diocesano de Morón, mi hermano, Mons. Jorge Vázquez, gracias a los Sacerdotes de su Diócesis, gracias también a los Capellanes Castrenses y sin duda gracias por acompañarnos Sr. Director Nacional de GNA, Comandante General Antonio José del Pilar Bogado, a todos gracias. Es un momento difícil el que vivimos, pero imitando al Beato Pironio que hablaba siempre desde tres aspectos también me voy a referir a tres pensamientos que hoy nos reúnen.

En primer lugar, de mi propia experiencia personal, cuando yo tenía 13 años murió mi madre en marzo de 1972 y me acuerdo muy bien, como aquellas cosas que uno tiene grabado de vivir circunstancias bien difíciles, que hacía muy poquito nos habíamos dicho con ella, << ¡Feliz año Nuevo!>>. Y para mí, aquello me cambió para siempre, y me hizo pensar sobre lo que significa decirnos, feliz año.

Yo lo pensaba, pero lo fui afianzando año tras año, respecto de lo que significa el «feliz» para nosotros los creyentes. Nada puede empañar este saludo, este feliz, y viene a mi memoria la expresión de lo que le dijo Isabel (su prima) a María, <<feliz de ti por haber creído>>.

La bienaventuranza podríamos decir es el gozo de la fe, la fe que es un don de Dios, es un regalo de Él y debemos pedirle siempre que nos la aumente y que jamás la perdamos. Carola dio siempre prueba de su fe, donde había un dolor ahí estaba, donde había una necesidad llegaba y tal como los que la han conocido, sus amigos y sus hijos podrán afirmar, ella siempre estaba alegre.

Muy a pesar de esa dificultad que tuvo en los últimos 16 años respecto a un cuadro de su salud, sin embargo, siempre permaneció alegre. Siempre había una expresión presente, aquella que había escuchado, <aquel que sufría siempre lo hace con disimulado heroísmo>.

Damos gracias a Dios por la vida de Carola, dar gracias a Dios porque vivió su Pascua puede provocarnos sufrimiento, pero no olvidemos que nuestra muerte está pensada en su divina Providencia por Dios. Hoy la despedimos como creyente, por lo tanto, feliz de ti Carola porque has creído, y esto nos tiene que llenar de gozo y de alegría.

Continuando, quería compartir con ustedes una expresión de la Beata Mama Antula, quien prontamente será la primera Santa Argentina, ella nos enseñó con un signo muy elocuente, llamaba al Emmanuel, al Dios con nosotros, Manuelito, así llamaba al niño del pesebre abrazando la cruz. Esta imagen de Mama Antula y el Manuelito es manifestación de un amor que no tiene límites, tanto amó Dios al mundo y lo hemos celebrado y lo seguimos celebrando este tiempo de la Navidad de un Dios que nos dio la oportunidad de recuperar lo que el pecado nos había hecho perder.

Mama Antula entendió que este Niño que es expresión de amor, porque tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para salvarnos. Este Hijo Jesús, para redimirnos murió en la Cruz y entregó su vida sin límites.

Por eso quise que se leyera la Primera Lectura donde se habla sobre una verdad nuestra y que tenemos que valorar mucho y que es una sabiduría si lo vivimos así, que somos ciudadanos del cielo. Es decir, el Dios con nosotros, el Emmanuel justamente nos recuperó la posibilidad de contemplar a Dios cara a cara, nos recuperó el cielo.

Entones, cuando partimos volvemos a nuestra Patria, aquí somos peregrinos, nuestra patria por un tiempo. Pensar esto, pero con gozo, porque Dios nos recuperó la posibilidad de contemplarlo y la Pascua nos tiene que llenar de alegría.

En la vida lo único que tenemos cierto es que vamos a morir, pero por misericordia de Dios sabemos que la muerte no es la última palabra. Feliz de ti Carola por haber creído.

Y finalmente, esta expresión de Marta que hemos leído, puede ser a veces la palabra de dolor por alguien que parte, alguien que se va. Por eso que no se nos pasen los días viviendo a las apuradas, que cuando nos encontramos con alguien preguntemos cómo está, el estar cerca, el abrazarnos, que no se nos pase el tiempo como agua entre las manos.

Marta una mujer que quería a Jesús, Jesús que quería a la familia, lo primero que le dice es, <<si hubieras estado aquí mi hermano no hubiera muerto>>. Cuántos si hubieras o si hubiera nos preguntamos, yo creo que todos nosotros nos podríamos identificar con Marta.

Sabemos que la muerte está pensada por el Señor, así como no nacimos de casualidad, está pensado nuestro nacimiento, así también, está pensada nuestra muerte. Nadie se muere en la víspera, nadie se muere antes de tiempo.

Tenemos que confiar, tenemos que renovar la fe, tenemos que expresar esto y escuchar lo que Jesús le responde Marta cuando ella le dice: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Y Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás». Que así, sea.-