Mons. Olivera | Cuando ponemos a Dios en el centro, encontramos sentido a nuestras vidas, pues en Él encontramos la fuente del amor dulce y fiel

25 junio, 2022

Mons. Olivera | Cuando ponemos a Dios en el centro, encontramos sentido a nuestras vidas, pues en Él encontramos la fuente del amor dulce y fiel, así lo expresaba el Obispo Castrense de Argentina al compartir la Homilía. Fue en la mañana del viernes 24 de junio, durante la celebración Eucarística en la Parroquia Ntra. Sra. de Luján Castrense, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), ante un nuevo aniversario de Prefectura Naval Argentina (PNA).

Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron, el Canciller y Capellán Mayor de la Armada Argentina, Padre Francisco Rostom Maderna, Capellán Mayor de PNA, Padre Diego Tibaldo, el Capellán Mayor de FAA, Padre César Tauro. También los Capellanes Castrenses, Padre Atilio Rosatte, Padre Gustavo Ercolino, Padre Lucas Martínez, Padre Diego Segundo y el Padre Francisco Roverano.

Participaron autoridades de Prefectura Naval Argentina, efectivos de la Fuerza Federal y fieles castrenses. En comienzo de su Homilía, Mons. Santiago decía, siempre que podemos reunirnos y celebrar con una de las Fuerzas que el Señor y la Iglesia nos ha confiado nos llena de mucha alegría. Gracias por la presencia no solo por la presencia de las altas autoridades de las Fuerzas, sino también de sus familias. Como todos saben, a nuestra Diócesis se nos confían a los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad y también sus familias”.

Avanzando, señalaba, “al celebrar un aniversario más de la creación de la Prefectura Naval Argentina, nacida con la Patria en 1810, lo primero que viene a mi memoria y quiero compartir con ustedes es:  el ser agradecidos, a Dios por su infinita bondad y misericordia, a nuestros próceres que, en los albores del nacimiento tanto de la Patria como de las distintas instituciones, buscaron una identidad cristiana para las mismas (…)”.

Continuando, el Obispo compartió, “cuando ponemos a Dios en el centro, encontramos sentido a nuestras vidas, a nuestros quehaceres, a nuestras obligaciones, pues en él encontramos la fuente del amor dulce y fiel, que deja libre y nos hace libres; en él volvemos cada vez a descubrir que Jesús nos ama «hasta el extremo» (Jn 13,1)”. Avanzando, agregaba, “es cierto, que también experimentamos el cansancio de las tareas y exigencias cotidianas, y para ayudar a nuestro corazón a que tenga el fuego de la caridad de Corazón de Jesús, les propongo ejercitarnos en asumir en nosotros dos formas de actuar que nos sugieren las Lecturas de hoy: buscar y alegrarse”.

Sobre esto último, Mons. Santiago señaló sobre, “Buscar. El profeta Ezequiel nos recuerda que Dios mismo busca a sus ovejas. Como dice el Evangelio, «va tras la descarriada hasta que la encuentra» (Lc 15,4), sin dejarse atemorizar por los riesgos; también el prefecturiano al ejercer el Servicio de Policía de Seguridad de la Navegación, de Seguridad y Prevención del Orden Público, de Protección del Medio Ambiente y Conservación de los Recursos Naturales, nuestra Casa Común, de Policía Judicial, Auxiliar Aduanera, Migratoria y Sanitaria, amén de tantas otras funciones, no aplaza la búsqueda, no piensa: «Hoy ya he cumplido con mi deber, y tal vez me ocuparé mañana», sino que se pone de inmediato manos a la obra; su corazón está inquieto hasta cumplir con el deber, como el Buen Pastor hasta encontrar la oveja perdida”.  

En otro tramo, el Obispo avanzó y se refirió sobre, Alegrarse. Dios se pone «muy contento» (Lc 15,5): su alegría nace del perdón, de la vida que se restaura, del hijo que vuelve a respirar el aire de casa. La alegría de Jesús, el Buen Pastor, no es una alegría para sí mismo, sino para los demás y con los demás, la verdadera alegría del amor. Esta es también la alegría del prefecturiano al celebrar un aniversario más la Institución que él integra, de la que él es una parte viva”.

Completando, decía Mons. Olivera sobre los prefecturianos, “para él, la tristeza no es lo normal, sino sólo pasajera; sabe que, a pesar de los embates de las aguas, de las tempestades, de las sudestadas, en fin de cualquier peligro, hay un puerto final como meta, sabe que la muerte no tiene la última palabra, sino la vida y él se entregó por completo a salvar vidas. Está alegre porque cree en Dios. Agradezco el «sí», de cada uno de ustedes y el de tantos «sí» escondidos de todos los días, que sólo el Señor conoce. Les agradezco por su «sí» para dar la vida unidos a Jesús: aquí está la fuente pura de nuestra alegría”. 

A continuación, compartimos en forma completa Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Homilía Misa Día de la Prefectura Naval Argentina

Siempre que podemos reunirnos y celebrar con una de las Fuerzas que el Señor y la Iglesia nos ha confiado nos llena de mucha alegría. Gracias por la presencia no solo por la presencia de las altas autoridades de las Fuerzas, sino también de sus familias. Como todos saben, a nuestra Diócesis se nos confían a los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad y también sus familias.

          Al celebrar un aniversario más de la creación de la Prefectura Naval Argentina,   nacida con la Patria  en 1810, lo primero que viene a mi memoria y quiero compartir con ustedes es:  el ser agradecidos, a Dios por su infinita bondad y misericordia, a nuestros próceres que en los albores del nacimiento tanto de la Patria como de las distintas instituciones, buscaron una identidad cristiana para las mismas, y a quienes desde ese momento pasaron y están en la misma como superiores, personal, en sus distintos cuerpos y escalafones dando lo mejor de sí.

          Hoy la Iglesia también nos invita a contemplar el misterio del corazón de un Dios que se conmueve y derrama todo su amor sobre la humanidad. El corazón de Dios se estremece de compasión. Un amor misterioso, que en los textos del Nuevo Testamento se nos revela como inconmensurable pasión de Dios por el hombre. No se rinde ante la ingratitud, ni siquiera ante el rechazo del pueblo que se ha escogido; más aún, con infinita misericordia envía al mundo a su Hijo unigénito para que cargue sobre sí el destino del amor destruido; para que, derrotando el poder del mal y de la muerte, restituya la dignidad de hijos a los seres humanos esclavizados por el pecado. Todo esto a caro precio: el Hijo unigénito del Padre se inmola en la cruz: «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1). Símbolo de este amor que va más allá de la muerte es su costado atravesado por una lanza. A este respecto, un testigo ocular, el apóstol san Juan, afirma: «Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua» (Jn 19, 34).

          No dejo de meditar como Pastor, en la cercanía que hay entre el corazón de Jesús, con un  amor sin  límites, un amor que no se cansa y nunca se da por vencido y el amor generoso del prefecturiano,  también llamado a toda hora al cumplimiento del deber. Cuando ponemos a Dios en el centro, encontramos sentido a nuestras vidas, a nuestros quehaceres, a nuestras obligaciones, pues en él encontramos la fuente del amor dulce y fiel, que deja libre y nos hace libres; en él volvemos cada vez a descubrir que Jesús nos ama «hasta el extremo» (Jn 13,1).

          Es cierto, que también experimentamos el cansancio de las tareas y exigencias cotidianas, y para ayudar a nuestro corazón a que tenga el fuego de la caridad de Corazón de Jesús, les propongo  ejercitarnos en asumir en nosotros dos formas de actuar que nos sugieren las Lecturas de hoy: buscar  y alegrarse.

          Buscar. El profeta Ezequiel nos recuerda que Dios mismo busca a sus ovejas. Como dice el Evangelio, «va tras la descarriada hasta que la encuentra» (Lc 15,4), sin dejarse atemorizar por los riesgos; también el prefecturiano al ejercer el Servicio de Policía de Seguridad de la Navegación, de Seguridad y Prevención del Orden Público, de Protección del Medio Ambiente y Conservación de los Recursos Naturales, nuestra Casa Común, de Policía Judicial, Auxiliar Aduanera, Migratoria y Sanitaria, amén de tantas otras funciones,    no aplaza la búsqueda, no piensa: «Hoy ya he cumplido con mi deber, y tal vez me ocuparé mañana», sino que se pone de inmediato manos a la obra; su corazón está inquieto hasta cumplir con el deber, como el Buen Pastor hasta encontrar la oveja perdida.  Siempre atento, vigilante, dispuesto a servir, a ensuciarse su uniforme –si necesario fuera- en el agua, en el  lodo con tal de salvar vidas.

          Alegrarse. Dios se pone «muy contento» (Lc 15,5): su alegría nace del perdón, de la vida que se restaura, del hijo que vuelve a respirar el aire de casa. La alegría de Jesús, el Buen Pastor, no es una alegría para sí mismo, sino para los demás y con los demás, la verdadera alegría del amor. Esta es también la alegría del prefecturiano al celebrar un aniversario más la Institución que él integra, de la que él es una parte viva. Él es transformado por la misericordia que, a su vez, ofrece de manera gratuita. En la oración descubre el consuelo de Dios y experimenta que nada es más fuerte que su amor. Por eso está sereno interiormente, tiene dominio de sí mismo y se prepara para tomar decisiones  que requieren prudencia y prisa a la vez. Para él, la tristeza no es lo normal, sino sólo pasajera; sabe que a pesar de los embates de las aguas, de las tempestades, de las sudestadas, en fin de cualquier peligro, hay un puerto final como meta, sabe que la muerte no tiene la última palabra, sino la vida y él se entregó por completo a salvar vidas. Está alegre porque cree en Dios.         

          Agradezco el «sí», de cada uno de ustedes y el de tantos «sí» escondidos de todos los días, que sólo el Señor conoce. Les agradezco por su «sí» para dar la vida unidos a Jesús: aquí está la fuente pura de nuestra alegría. 

          Antes de finalizar quiero recordar especialmente a los que integran la Dirección de Inteligencia e Investigación Criminal, porque si bien su Patrono San Juan Bautista tiene como fecha de celebración el 24 de Junio, en este caso pasa para mañana, al celebrar hoy al Sagrado Corazón.

          Pidamos al Señor frente a esta imagen de Stella Maris, nuestra Patrona, testigo de la valiente y generosa entrega de nuestros queridos Veteranos de Guerra, que ella interceda ante su Hijo, para que nos ayude a modelar nuestros corazones a ejemplo del de Jesús, con mansedumbre y humildad.

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