MONS. OLIVERA | El Diácono es para la Iglesia siempre el recuerdo de lo que no podemos dejar de hacer, <acordarnos del servicio a los más pobres>, y a no hacernos los distraídos

18 agosto, 2024

MONS. OLIVERA | El Diácono es para la Iglesia siempre el recuerdo de lo que no podemos dejar de hacer, <<acordarnos del servicio a los más pobres>>, y a no hacernos los distraídos, así lo expresó el Obispo Castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad de Argentina al compartir la Homilía donde ordenó a dos Acólitos de la Escuela de Ministerios San Lorenzo, Diáconos para el Clero Castrense, los Sres. Carlos Paz y Antonio Shutg. Fue en la mañana del 18 de agosto, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la Solemnidad de Ntra. Sra. Stella Maris, Patrona de la Iglesia Catedral, de la Armada Argentina, de la PNA (Prefectura Naval Argentina), y en el día de su 16° Aniversario de Ordenación Episcopal.  

Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, concelebraron Capellanes de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, Sacerdotes de las Diócesis de Morón y Zarate-Campana. Participaron, Diáconos de las Diócesis territoriales mencionadas, el Jefe del Estado Mayor de la Armada Argentina, Vicealmirante, Carlos María Allievi, fieles castrenses, e invitados especiales.

En la Homilía, el Obispo decía, “agradecemos la presencia del Jefe del Estado Mayor de la Armada Argentina, Vicealmirante, Carlos María Allievi; Carlos Paz fue también Jefe del Estado Mayor de la Armada Argentina y Antonio Shugt es personal civil de la Armada, así que es un día de fiesta en el día de Ntra. Sra. Stella Maris, festejamos con todos nuestros fieles. Sin duda, es u motivo de mucha alegría, porque en el día de Nuestra Señora Stella Maris, Patrona de la Iglesia Catedral, de la Armada y la PNA, un día como hoy, fui ordenado Obispo para la Diócesis de Cruz del Eje, y en esta jornada, tengo la gracia de ordenar dos Diáconos para nuestra Iglesia Castrense”.

Continuando, Mons. Santiago agregaba, para un Obispo ordenar nuevos ministros es como agrandar brazos y corazón para llegar y servir más y mejor al Pueblo que se nos confía. Damos gracias a Dios por este regalo a nuestra Iglesia particular y peculiar.  Hemos escuchado en la Primera lectura de los Hechos de los Apóstoles lo que la Tradición nos trasmite sobre los primeros diáconos de la Iglesia, hombres que eligen, para que le den de comer a las viudas de origen griego, pobres e indefensas.  Pero es bueno notar que no eligen sólo a siete hombres como mano de obra, sino que eligen a hombres de fe, hombres piadosos, creyentes, para que atiendan a las que más sufren, para que se hagan cargo en nombre de todos, de hacernos visibles las necesidades de los más pobres”.

Profundizando, el Obispo señaló, “debemos tener la capacidad, la hondura, una visión profunda y de largo alcance para descubrir lo que falta, cuando hay necesidad, cuando hay carencia, cuando hay dolor, cuando hay sufrimiento, cuando hay exclusión; ahí tiene que estar el diácono, ahí tiene que estar la Iglesia, que es diaconía. Ahí tiene que estar el ministro que es servidor.  El Diácono es para la Iglesia siempre el recuerdo de lo que no podemos dejar de hacer, “acordarnos del servicio a los más pobres”, y a no hacernos los distraídos”.

A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad de Argentina:

Ordenaciones Diaconales de Carlos paz y Antonio Shugt
18 de agosto de 2024- Iglesia Catedral
Solemnidad de Stella Maris

Hechos de los Apóstoles 6,1-7,
Magníficat, Gálatas 4,4-7,
Evangelio San Marcos 9,33-35

Que linda es esta parte del Pontifical, donde en la invitación: acérquense… lo hace un Diácono de mi primera Diócesis, la Diócesis de Morón, donde compartí mucho tiempo el ministerio con el Secretario Canciller que junto con él están muchos otros Diáconos, a quienes agradecemos su presencia, lo mismo que a los Diáconos y Sacerdotes de la Diócesis de Zarate-Campana quienes se suman a esta fiesta. Le decía del Pontifical, cuando lo presenta, se señala, elegimos a estos hermanos nuestros, que lindo que tomemos conciencia que elegimos en nombre de la Iglesia, recordando aquello de Jesús no son ustedes los que me eligieron a mí, sino soy yo quien los elegí a ustedes.

Agradecemos la presencia del Jefe del Estado Mayor de la Armada Argentina, Vicealmirante, Carlos María Allievi, Carlos Paz fue también Jefe del Estado Mayor de la Armada Argentina y Antonio Shugt es personal civil de la Armada, así que es un día de fiesta en el día de Ntra. Sra. Stella Maris, festejamos con todos nuestros fieles. Como decía hoy, sin duda, es u motivo de mucha alegría, porque en el día de Nuestra Señora Stella Maris, Patrona de la Iglesia Catedral, de la Armada y la PNA, un día como hoy, fui ordenado Obispo para la Diócesis de Cruz del Eje, y en esta jornada, tengo la gracia de ordenar dos Diáconos, para nuestra Iglesia Castrense. Les comparto con gratitud también que desde que asumí como Obispo Castrense, escuché que un miembro del Ejército Argentino, el General Juan Carlos Cardini, miembro, por tanto, de nuestra Iglesia Castrense, fue ordenado como Diácono y tienen de él, tenemos puedo decir con verdad, el mejor recuerdo, estamos haciendo historia de dos, pero la continuamos porque ya nuestra Diócesis tuvo en fecundo Diácono en nuestra Iglesia. La Providencia nos regala hoy poder celebrar esta Eucaristía, ordenando dos miembros de nuestra Diócesis, Carlos, militar y Antonio personal civil, los dos de la Armada Argentina. Para un Obispo ordenar nuevos ministros es como agrandar brazos y corazón para llegar y servir más y mejor al Pueblo que se nos confía. Damos gracias a Dios, damos gracias a Dios por este regalo a nuestra Iglesia particular y peculiar.
Hemos escuchado en la Primera lectura de los Hechos de los Apóstoles lo que la Tradición nos trasmite sobre los primeros diáconos de la Iglesia, hombres que eligen, para que le den de comer a las viudas de origen griego, pobres e indefensas. Pero es bueno notar que no eligen sólo a siete hombres como mano de obra, sino que eligen a hombres de fe, hombres piadosos, creyentes, para que atiendan a las que más sufren, para que se hagan cargo en nombre de todos, de hacernos visibles las necesidades de los más pobres.
Había quejas, en la comunidad, porque están desatendidas las viudas de los helenistas, es decir, de aquellos judíos que hablaban griego, entonces eligen a estos siete hombres para que las atiendan. Y esta será una verdad de siempre, un ministerio sobre el cual debemos volver una y otra vez. Debemos tener la capacidad, la hondura, una visión profunda y de largo alcance para descubrir lo que falta, cuando hay necesidad, cuando hay carencia, cuando hay dolor, cuando hay sufrimiento, cuando hay exclusión; ahí tiene que estar el diácono, ahí tiene que estar la Iglesia, que es diaconía. Ahí tiene que estar el ministro que es servidor. El Diácono es para la Iglesia siempre el recuerdo de lo que no podemos dejar de hacer, “acordarnos del servicio a los más pobres”, y a no hacernos los distraídos. La dedicación y el amor a los más pobres nos saca de nuestra propia comodidad. Servir a los más pobres nos exige salir de nosotros mismos. Es muy bueno tener presente que el diácono, su presencia, pero más allá de lo que hacen, es que “son” signo de la caridad.
La Caridad, que es signo constante de nuestro diaconado, debe manifestarse en todo gesto de cercanía, con los que más necesitan con los excluidos con los que no cuentan para la sociedad. ¿A quiénes no debemos descuidar? ¿Quiénes están pidiendo nuestra ayuda? Esta pregunta debe encontrar respuesta valiente en nuestra Iglesia Diocesana.
Nosotros, Obispos, Sacerdotes no dejamos de ser Diáconos, el diaconado está en la entraña de la vida de los más pobres, el corazón de un Diácono que como decía, obispos y sacerdotes, aunque seamos ordenados nunca dejamos de serlo, debe vibrar siempre en el corazón de aquellos de que más nos necesitan. Las distintas pobrezas que no solo son materiales, pobrezas psicológicas, pobrezas morales, allí donde hay pobreza un Diácono debe estar presente, acompañando, como la presencia de Jesús que acompaña, que sostiene, que contiene y para ello hay que tener una sensibilidad especial.
Son pobres los que necesitan algo de nosotros. Sabemos que Carlos y Antonio, son esa clase de hombres, servidores generosos que hemos escogido para el servicio y que tienen su mirada hacia los más pobres. Como decía, pobreza psicología, pobreza morales en nuestra Iglesia Castrense tenemos muchos, hermanos nuestros presos que son nuestros pobres y necesitan de nosotros.
Carlos y Antonio, será propio de ustedes administrar solemnemente el Bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir el matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el Viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y la oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y de la sepultura. Con la ayuda de Dios deberán Carlos y Antonio obrar de tal manera que los reconozcan como discípulos de Aquel que no vino a ser servido sino a servir. Hemos escuchado en el Evangelio, “que debemos ser el último de todos y servidor de todos,” y como dice el Evangelio de Lucas, lema que ustedes han elegido, “somos simple servidores”.
Asistencia y cercanía a los que más sufren para servir, pero también el diácono se compromete a rezar por la Iglesia y por todo el mundo. A prestar la voz a la Iglesia, a rezar por los que no tienen voz, a rezar por los que no rezan, a rezar por nosotros, a rezar por todos. Pública y solemnemente Carlos y Antonio se comprometen a rezar la oración de la Iglesia, la “liturgia de las horas”, la oración de la Iglesia, poniendo el sentimiento de ella, antes que el propio. Nunca tenemos que olvidar los consagrados, que la oración es parte fundamental, “columna vertebral” de nuestro ministerio.
Carlos y Antonio, son llamados para ser mensajeros cualificados, esto es “creyendo lo que proclaman, enseñando lo que creen y practicando lo que enseñan.” Estas verdades se consolidan en la familiaridad e intimidad con Jesús.
Hoy también es un día para agradecer públicamente a Heleen y Angélica porque han dado el sí. Sus esposos serán ordenados, pero el matrimonio se enriquece con esta generosidad de ambos, y el matrimonio, la familia, tiene que, con esta gracia diaconal recibida, que crecer también en vida compartida, hondura de fe y consolidando cada vez más la familia cada día más, en el amor y diálogo fecundo.
Y por último quiero compartirles una experiencia personal en mi antigua diócesis de Morón. Acompañé allí a los diáconos y una mujer muy Santa, muy de Dios, nos dijo: “…Pensando en la misión de la mujer del diácono, no encontré mejor ejemplo que la imagen de San José”. San José acompañó la vocación de la Virgen, a veces sin entender tanto, renunciando a muchas cosas, pero silenciosamente acompañando, sosteniendo, siendo un verdadero soporte para La Santísima Virgen, por eso, Heleen y Angélica, que San José el hombre justo, también las sostenga y las ilumine siempre; sin duda las acompañará en ese sí generoso que como él, ustedes han dicho desde hace un tiempo.
Con esta extraordinaria oración de San Bernardo, los invito a que siempre, siempre, ante cualquier viento que se levante, cualquier tormenta que tengamos; ante la serenidad de los mares, la serenidad de la vida en tierra, miren siempre a la Virgen, invoquen a María.

Señor Jesús, que no has venido a ser servido,
sino a Servir y a dar la vida en rescate por todos.
Haz que la vida y el ministerio de nuestros diáconos se identifique
con el testimonio del mandato evangélico de la Caridad.
Que desempeñen con alegría, fidelidad y en espíritu de comunión eclesial
su ministerio pastoral en nuestra peculiar Iglesia Castrense,
configurados con Cristo Siervo,
«que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de la humanidad»


Quiero agradecer especialmente también, al Padre Diego, al Padre Luis María, al Padre Jorge que colaboran con centro de formación diaconal. Agradezco también la presencia de tantos Capellanes de nuestra zona de Buenos Aires que por los medios de comunicación, que son de comunión sumamos a todos aquellos que están desplegados a lo largo y ancho del todo el país, porque asumieron, asumen, reciben con alegría a estos nuevos hermanos en el Clero Castrense.
Que María la Servidora fiel en sus distintas Advocaciones, pero especialmente en el de la Estrella del mar, “Stella Maris” acompañe a estos tus hijos, en el mar de la vida, experimentando tu cercanía de Madre ante toda situación y puedan escuchar siempre de sus labios: “Hagan lo que Jesús les dice”.
Que así sea.

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