MONS. OLIVERA | Es triste ver cristianos tristes porque no han entendido la presencia de Dios siempre, Dios con nosotros manifestando su amor siempre aún en los momentos de mayor dificultad, así lo compartía el Obispo Castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad la compartir la Homilía en la celebración de la Santa Misa en acción de Gracias por el cierre del ciclo lectivo del Seminario Diocesano. Fue en la tarde del domingo 15 de diciembre, en la Capilla San Lucas, del Seminario San Juan de Capistrano y Santo Cura Brochero, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde el Obispo además, instituyó en el Ministerio del Lectorado a Lucas Garcilazo (Seminarista) y Reynaldo Parra (en camino al Diaconado) y en el Ministerio del Acolitado a Gustavo Varela (en camino al Presbiterio).
Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, concelebraron Capellanes de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, participaron Seminaristas, Consagradas y fieles castrenses y la presencia del Conjunto de Cuerdas de GNA (Gendarmería Nacional Argentina) quienes en el final de la celebración compartieron una selección de Villancicos. En la Homilía, Mons. Santiago decía, “es una alegría que podamos, en un clima de familia, reunirnos y celebrar juntos con varios motivos para dar gracias. Primero con mucho gozo por la presencia de tantos Sacerdotes; siempre, al celebrar junto al Obispo hacemos Epifanía de la Iglesia única a la cual pertenecemos, (…).
Estamos celebrando en este domingo el cierre del ciclo de estudios de esta casa de estudios, de nuestro Seminario, tomando también fuerzas para los próximos años y damos gracias a Dios por este camino recorrido en esta celebración de fin de año. Siempre la gratitud es signo de profundidad y de reconocer todo lo que de Dios recibimos; y me parece que, así como recordamos aquella curación de los enfermos de lepra y que solo uno va a reconocer que ha sido curado en el camino.
Supo mirar con hondura y profundidad, descubriendo de donde proviene el don, que no es propio, que no es por sí mismo, es un don de Dios, un presente y un regalo; nosotros también, queremos como aquel enfermo de lepra venir aquí y agradecerle a Dios porque lo sabemos, es un don de Dios”.
Continuando, agregó, “(…) en esta jornada tenemos la gracia de instituir a dos Lectores a Lucas Garcilazo y a Reynaldo Parra y Acólito, a Gustavo Varela, estos ministerios que la Iglesia los instituye de un modo obligatorio para los que están en camino a las Ordenes Sagradas. Digo instituye de forma obligatoria porque quien va a ser ordenado Diácono o Presbítero tiene que recibir antes en esta pedagogía eclesial el don del ministerio, tanto de Lector como de Acolito y sabemos que en las ordenes laicales como un laico varón podría recibir estos ministerios, pero para la ordenación, son estos, pasos fundamentales, que van configurando el corazón del Buen Pastor.
No es una institución exterior, o rutinaria, o de rubrica, sino que busca, y así debe ser en los que reciben estos ministerios, como ir ahondando en el camino de respuesta generosa a la vocación. Y el Lector, que supone esta profundización con la Palabra de Dios, esta intimidad con ella, cuando recibe la Palabra no es solo para leerla en la Asamblea, el ministerio que reciben para esto, para leer la Palabra Dios y también para ayudar a que otros puedan formarse para leerla, para saberla gustar y comprender, para ir creciendo en este camino o al Diaconado que pueda ser de modo permanente, o al Sacerdocio ministerial, pero este es el camino para ir familiarizándose de tal manera, que la Palabra se haga carne en uno”.
Profundizando, el Obispo señalaba, “el Acolitado también, en este camino que nos ubica con la Liturgia podríamos decir de la Palabra y que nos aproxima más al ministerio tanto en la ayuda al Diácono en el caso del Acolito, como del Diácono al Sacerdotes y también acercándonos a este misterio eucarístico. Servir a los Diáconos, a los Sacerdotes, en esta misión de acercarnos a este misterio de nuestra fe, el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entrega. También es un camino, una institución que deben ejercer, porque para ello son instituidos tanto el Lector como Acolito, justamente para ir aproximándose, rezando e ir incorporando esto que después como Obispos y Sacerdotes, cuando celebramos, decimos <<este es mi Cuerpo; esta es mi Sangre>> sea una verdad”.
En otro párrafo, Mons. Olivera destacaba, “(…) porque sabemos que la Eucaristía es fuente y culmen será justamente este momento, para esto que un día, el caso de Gustavo y de Lucas, en camino al sacerdocio, es esta pedagogía eclesial, esta pedagogía de la Iglesia que se vayan familiarizándose con dos claves de nuestra vida ministerial, sacerdotal, que es el anuncio de la Palabra y que es, hacer la Eucaristía razón por la cual está el ministerio sacerdotal. Damos gracias que en nuestro camino diocesano vamos compartiendo estos ministerios, que nos renuevan en nuestra propia misión, en nuestro propio servicio, pero también le agradecemos a Dios que siga suscitando varones para el Diaconado permanente, para el sacerdocio ministerial que se vayan preparándose y queriendo configurar con Jesús Buen Pastor”.
Avanzando, el Obispo nos decía también, “estamos celebrando el tercer domingo de Adviento, al cual también lo conocemos como Domingo de Gaudete, domingo de la alegría. Ciertamente todas las Lecturas nos remiten a pensar en la alegría, particularmente la Primera Lectura, el Salmo y la Segunda Lectura, clave de la alegría.
Que importante que, en este camino hacia la Navidad, avivemos, renovemos esta vocación, esta llamada que tenemos los creyentes de vivir la alegría que implica la certeza un Dios que nos perdonó, un Dios que se abajó, un Dios que se hizo carne, un Dios que nos amó tanto que envió a su Hijo para salvarnos y para redimirnos. ¡Y vaya si no es alegría, porque Dios está con nosotros!”
Sobre la Segunda Lectura, Mos. Santiago señalaba, “en la carta del Apóstol Pablo a los cristianos de Filipo, podríamos decir, la Iglesia a los cristianos castrenses, y también a los que nos miran por los medios de comunicación: ¡alégrense siempre, alégrense en el Señor! En cualquier circunstancia, en cualquier dificultad, en el momento más duro de nuestra vida, Dios está con nosotros, y esa alegría debe venir desde lo más profundo y nadie nos la puede quitar.
Es triste ver cristianos tristes porque no han entendido la presencia de Dios siempre, Dios con nosotros, Dios atento a nosotros, Dios manifestando su amor siempre aún en los momentos de mayor dificultad. En el Evangelio de hoy, está presente la figura del Bautista, recordemos, que el domingo pasado, 8 de diciembre, celebramos la fiesta de la Inmaculada, pero también ingresaba la figura del Bautista para el tiempo del Adviento que invita a la conversión”.
Finalizando, Mons. Olivera compartió, “que la alegría de este Domingo sea la alegría de nuestro Domingo eterno, esta alegría de saber que el Dios está con nosotros, de esta alegría de saber que el Señor nos sostiene, esta alegría que el Señor nos ama, que nos perdona, que nunca nos abandona, que siempre nos da oportunidades. (…) alegrémonos en el Señor porque estamos preparándonos para recordar su presencia y su venida, pero sabemos que Él está entre nosotros, con nosotros, en medio nuestro, manifestando un amor sin límites”.-
Homilía.-
Celebración.-
0 comentarios