Mons. Olivera | Hoy siento más que nunca este desafío de ser constructor de puentes y conociendo lo que significa e implica, quiero ser “Puente”

30 junio, 2021

Mons. Olivera | Hoy siento más que nunca este desafío de ser constructor de puentes y conociendo lo que significa e implica, quiero ser “Puente”, así lo manifestaba el Obispo Castrense de Argentina, fue durante la Homilía, compartida al conmemorarse el cuarto aniversario de su ministerio Pastoral. Fue en la mañana del 30 de junio, en la Iglesia Catedral Castrense, Stella Maris, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron, el Viario General, Mons. Gustavo Acuña, el Canciller Castrense y Capellán Mayor de la Armada, Padre Francisco Rostom Maderna, el Capellán Mayor de la FAA, Padre César Tauro. También, el Capellán Mayor de GNA, Padre Jorge Massut, el Capellán Mayor de PSA, Padre Rubén Bonacina, el Rector del Seminario Castrense, Capellán Castrense, Padre Daniel Díaz Mora, el Rector de la Catedral, Capellán Castrense, Padre Diego Pereyra y los Capellanes Castrenses, Mons. Alberto Pita, Padre Guillermo Conti, Padre Ricardo González, Padre Sergio Danielis, Padre Charbel Chahine, Padre Charbel Makhlouf, Padre Santiago García del Hoyo y Padre Hugo López.

Durante la celebración, Mons. Santiago, instituyo a Cecilia Imbrogno VC (Virgen Consagrada) y José Benítez Suboficial Principal de la Armada Argentina Ministros de la Sagrada Comunión. A ellos, el Obispo les decía, recibirán para continuar sirviendo a nuestra comunidad, el ministerio de la Sagrada Comunión. Nos da mucho gozo poder instituirlos porque sabemos, y así lo experimentamos de la disponibilidad y del testimonio de fe de cada uno de ustedes”.

En su mensaje, Mons. Santiago Olivera recordó parte de la Homilía compartida el 30 de junio del 2017, cuando iniciaba su ministerio pastoral, señalando, “para ustedes soy Obispo, – les decía- para ustedes quiero entregar mi vida anunciando el Evangelio de Jesús y ser Puente.  Y esta imagen de puente que les compartí aquel día, se hizo verdaderamente parte o fue el Norte en muchas situaciones de mi ministerio. Hoy lo renuevo.

Confiado y esperando que algún día de fruto. Estoy seguro de que algún día dará fruto para bien de todos”. Más adelante agregaba, “comúnmente el puente es lo primero que se bombardea en las guerras cuando riñen las dos orillas. De ahí que el mundo esté lleno de puentes destruidos.   Hoy siento más que nunca este desafío y conociendo lo que significa e implica, quiero ser “Puente””.

A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Buenos Aires, 30 de junio de 2021

Iglesia Catedral Stella Maris

Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina,

Cuarto año del inicio de ministerio pastoral

Como siempre, para mi es una gran alegría poder concelebrar la Eucaristía con los sacerdotes, y la presencia de los seminaristas y parte del pueblo de Dios entre ellos servidores en la Curia Diocesana.  Gracias por la presencia.

Damos gracias a Dios porque hoy José y la hermana Cecilia, recibirán para continuar sirviendo a nuestra comunidad, el ministerio de la Sagrada Comunión. Nos da mucho gozo poder instituirlos porque sabemos, y así lo experimentamos de la disponibilidad y del testimonio de fe de cada uno de ustedes. Por esto, gracias a ustedes, a cada uno, por esta disponibilidad y servicio al que suman este gran compromiso de ser instrumentos de Jesús, llevándolo a El a los más necesitados, a los enfermos, y colaborando si fuera necesario en el ámbito de nuestra Diócesis, particularmente en nuestra Iglesia Catedral en la distribución de la Sagrada Comunión en diversas celebraciones.

Además, quiero darle gracias al Señor en este templo Catedral por el recorrido de estos intensos años como Obispo Castrense.

Me parece oportuno volver a recordar algunos puntos de la Homilía que pude compartir aquel 30 de junio del 2017. Esas palabras fueron fruto de la oración y expresión de deseo en mi servicio episcopal castrense que tengo muy presente,

Decía aquel día:


 También renuevo con fuerza, el deseo de tener los mismos sentimientos de Jesús que “nos Amó hasta el extremo” y lo que los Obispos han expresado en Aparecida, Brasil:


“Como sucesor de los Apóstoles, junto con el Sumo Pontífice y bajo su autoridad, con fe y esperanza he aceptado la vocación de servir al Pueblo de Dios, conforme al corazón de Cristo Buen Pastor. Junto con todos los fieles y en virtud de bautismo, soy ante todo discípulo y miembro del Pueblo de Dios. Como todos los bautizados y junto con ellos, quiero seguir a Jesús, Maestro de vida y de verdad, en la comunión de la Iglesia. Como Pastor, servidor del Evangelio, soy consciente de ser llamado a vivir el amor a Jesucristo y a la Iglesia en la intimidad de la oración, y de la donación de mí mismo a los hermanos y hermanas, a quienes presido en la caridad. Como dice San Agustín: con ustedes soy cristiano para ustedes soy obispo”


Quiero que estos sentimientos me acompañen siempre y volveré a estas palabras más de una vez. Con ustedes soy cristiano, con ustedes quiero crecer en el seguimiento de Jesús. Soy discípulo, Soy misión, ayúdenme con su oración, consejo, amistad y afecto a responder a esta vocación.

Pasados cuatro años, hoy cobra más fuerza, porque dirijo estas palabras a personas concretas, sacerdotes y pueblo, miembros de las Fuerzas Armadas y Miembros de las Fuerzas Federales de Seguridad a sus familias, a los seminaristas, futuro y esperanza de nuestra Iglesia Particular, en fin, a todos los que nos hemos encontrado en estos años compartidos.    Por eso vuelvo como dije aquel día a estos pensamientos:

Para ustedes soy Obispo, – les decía-  para ustedes quiero entregar mi vida anunciando el Evangelio de Jesús y ser Puente.  Y esta imagen de puente que les compartí aquel día, se hizo verdaderamente parte o fue el Norte en muchas situaciones de mi ministerio. Hoy lo renuevo. Confiado y esperando que algún día de fruto. Estoy seguro de que algún día dará fruto para bien de todos.


Al Papa- les decía-  lo conocemos como Sumo Pontífice, literalmente quiere decir “constructor de puentes”, también con verdad se nos puede decir puente a los Obispos y a los sacerdotes. Con una mirada más amplia, lo podemos decir de todos los que viven con un corazón abierto.
No hay tarea más digna que dedicarse a tender puentes hacia los hombres y hacia las cosas. Sobre todo, en un tiempo en el que tanto abundan los constructores de barreras. En un mundo de zanjas, ¿qué mejor que entregarse a la tarea de superarlas?
Pero hacer puentes -y, sobre todo, hacer de puente- es tarea muy dura. Y que no se hace sin sacrificio. Un puente, por de pronto, es alguien que es fiel a dos orillas y tiene que estar firmemente asentado en las dos. No «es» orilla, pero sí se apoya en ella, es súbdito de ambas, de ambas depende.
Un puente es fundamentalmente alguien que soporta el peso de todos los que pasan por él. La resistencia, el aguante, la solidez son sus virtudes. En un puente cuenta menos-la belleza y la simpatía -aunque es muy bello un puente lindo¬; cuenta, sobre todo, la capacidad de servicio y su utilidad.
Comúnmente el puente es lo primero que se bombardea en las guerras cuando riñen las dos orillas. De ahí que el mundo esté lleno de puentes destruidos.   Hoy siento más que nunca este desafío y conociendo lo que significa e implica, quiero ser “Puente”

Continuaba aquel 30 de junio:
A pesar de ello, qué gran oficio el de ser puentes, entre la gente, entre las cosas, entre las ideas, entre las generaciones. El mundo dejaría de ser habitable el día en que hubiera en él más constructores de zanjas que de puentes. Por esto quiero asumir mi condición de tal. Quiero ser Puente para el encuentro.
Hay que tender puentes, en primer lugar, hacia nosotros mismos, hacia nuestra propia alma, tantas veces, incomunicada en nuestro interior. Un puente de respeto y de aceptación de nosotros mismos, un puente que impida ese estar internamente divididos que nos convierte en neuróticos.
Un puente hacia nosotros mismos que nos ayude a buscar y aceptar la Verdad, que nos hace libres. A reparar lo que haya que reparar. A llamar las cosas por su nombre, a saber asumir para que todo pueda ser redimido.
Un puente hacia los demás. No se puede amar sin convertirse en puente; es decir, sin salir un poco de uno mismo. Me gusta aquello de que: «Los que aman son los que olvidan sus propias necesidades». Es cierto: no se ama sin «poner pie» en la otra persona, sin «perder un poco de pie» en la propia ribera. Un puente hacia los demás que nos convierte en hermanos, más que en jueces. Pero hermanos también que llevan, buscan y respetan la verdad

La verdad es punto de partida, es camino y es término de todo lo humano. El hombre no puede prescindir de ella. “¿Qué es la Verdad? Las respuestas a esta pregunta pueden ser muchas, desde una perspectiva realista podemos decir que la verdad es la adecuación de la inteligencia a la realidad de las cosas, es decir que la persona es capaz de conocer, aunque nunca de modo acabado y perfecto. La verdad no surge como fruto de consenso social, no es opinión ni depende de las circunstancias y de categorías culturales de las distintas épocas.
San Juan Pablo II sostenía que hay un núcleo de verdades que tienen una relación directa con el orden moral a las que él llamaba “la verdad sobre el hombre”, que son inmutables y que constituyen como anclas donde fijar el sentido de la existencia y que garantizan la convivencia social: hay que hacer el bien y evitar el mal; que no hay que mentir; que hay que respetar a la vida, que no se deben cometer injusticias, negando a cada uno lo suyo, son verdades que toda persona de buena voluntad descubre en el fondo del corazón como un faro que ilumina la conciencia.
Y bendito el oficio de ser puente entre personas de diversas ideas, de diversos criterios, de distintas edades y creencias.

Nuestro Obispado está al servicio de la Evangelización de todos los miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad y sus familias, la asistencia espiritual de los militares es algo que la Iglesia ha querido cuidar siempre con extraordinaria solicitud, como hijo de la Iglesia me sumo con entusiasmo al querer de ella para seguir anunciando a Jesucristo. Todo esto llevado adelante en respeto y diálogo ecuménico con todas las creencias.
Todas las Fuerzas Armadas y de Seguridad forman parte de un país que ha hecho una real y verdadera opción por la democracia. Debemos protegerla y custodiarla. Debemos custodiarla de todo aquello que nos destruye y separa, de la sospecha y desconfianza…

 En palabras del entonces Cardenal Bergoglio “reconocemos que la historia apuesta a la verdad superior, a rememorar lo que nos une y construye, a los logros más que a los fracasos. El llamado a la memoria histórica concluyó el Cardenal, también nos pide ahondar en nuestros logros más profundos, como afirmar la riqueza del sistema democrático respetando las reglas y aceptando el diálogo como vía de convivencia cívica. Continuaba ese día:
Quiero dirigirles unas palabras a los sacerdotes, principales colaboradores en mi ministerio episcopal, intentaré comportarme siempre con ustedes como Padre y hermano que los quiere, escucha, acoge, corrige, conforta, pide su colaboración y hace todo lo posible por su bienestar humano, espiritual y ministerial. Deseo tener para con ustedes un acompañamiento paternal y fraterno en todas las etapas de su vida ministerial, ayudándoles a ser y actuar como sacerdotes al estilo de Jesús. Ninguno nos hemos elegido formalmente al otro, sino que hemos sido entregados unos a otros por una realidad superior que nos excede, hemos sido dados por Dios el uno al otro, los unos a los otros. Dios nos ha hecho converger históricamente en una misión. Quiero manifestar en mi vida y ministerio la paternidad de Dios. La autoridad que he recibido de Cristo y de su Iglesia deseo que sea ofrecida en servicio.

Concluía la homilía de ese 30 de junio del 2017 haciendo mención a la Madre del Cura Brochero, un amigo al que pude conocer más en mis años de Obispo en Cruz del Eje, en su tierra, en esa santa tierra a la que Brochero sirvió sin cansancio, decía ese día y renuevo con fuerza:

Resuena en mi corazón las palabras que Doña Petrona Dávila, madre del Santo Cura le dijo al partir al Seminario: “Dios cuenta contigo, hijo, para construir nuestra Patria, no lo defraudes. El camino que te espera es doloroso, pero Jesús lo recorrió primero. No estás solo. La Purísima será tu Madre y la mejor compañera en los momentos más duros.”
Jesucristo Señor de la Historia, te necesitamos. Renuévanos con la luz del Evangelio, para que tu pueblo brille, en este mundo dividido por las discordias, como signo profético de unidad y de paz.

Y la Lectura del Evangelio que hemos escuchado, nos habla de Pedro, hombre frágil que conoció y sufrió la debilidad y la traición, pero por gracia de Dios, por regalo de Jesús, pudo reparar diciendo su confesión de fe, que fue confesión de amor. El amor a Jesús se hace concreto en el amor a su pueblo, a ser pastor, a acompañar, a consolar, sostener, conducir el rebaño: Pedro le dice al Señor, “Tú sabes que te quiero”, el Señor envía “apacienta mis corderos”.

 Tú Señor sabes que te quiero, y por ello, renuevo hoy el mandato recibido por tu Vicario Francisco, apacentar tu rebaño, a todo sin exclusión, a todos lo que forman la familia castrense.

Que María, en sus distintos títulos y Advocaciones, me sostengan y nos animen a todos para hacer lo que Jesús nos diga.

Y que San José, en este especial año a él dedicado, nos ayude con su ejemplo de buen padre y trabajador incansable a decir en lo ordinario de cada día,  “Señor que se haga siempre tu Voluntad”.

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