Mons. Olivera | Que María, a quien Enrique Shaw llamaba “nuestra socia” nos guie, acompañe, sostenga y cuide en nuestro camino hacia la Patria del cielo, así lo pidió el Obispo Castrense de Argentina al compartir la Homilía en la Santa Misa por el 60° aniversario de la Pascua del Venerable Siervo de Dios. Fue en la noche del domingo 21 de agosto, en la Parroquia Ntra. Sra. de Luján Castrense, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago, concelebraron Capellanes Castrenses de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, participaron fieles castrenses. Es de destacar, que antes de concluir la celebración, Mons. Olivera, entregó en mano, una carta suya referida al 60° aniversario de la Pascua de Enrique Shaw, para que pueda ser leía y estudiada.
Recibían el documento, cada uno de los Capellanes Mayores de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, Vida Consagrada, la Parroquia Ntra. Sra. de Luján Castrenses, jóvenes castrenses, familias castrenses, el postulador de la causa de Enrique Shaw, los medios de comunicación y los catequistas. En la Homilía, Mons. Santiago señalaba, “(…) queremos unirnos a los 60 años que se cumplen de la Pascua del Venerable Siervo de Dios, Enrique Shaw el próximo 27 de agosto”. Añadiendo, “quisimos reunirnos para celebrar esta Eucaristía pidiendo por la pronta Canonización”.
Sobre esto último, expresaba, “sabiendo que antes se debe confirmar la Beatificación, recordando que en Roma se encuentra la causa que estudia hace tiempo un supuesto milagro y esperamos que pueda confirmarse y así la Iglesia con la autorización del Santo Padre hacer el rito de la Beatificación. Nosotros rezamos confiados y siempre que pedimos rezar por la beatificación o canonización de un hombre o mujer de nuestra Patria renovamos esa palabra de Jesús que Él mismo dijo, “Les digo también que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del Cielo se la concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.”, nosotros confiamos más de dos y rezamos confiados este don y esta gracia”.
Avanzando, el Obispo, decía, “en este día nos hemos congregado para celebrar la Eucaristía Dominical y en esta rezar por la pronta canonización, Venerable Enrique Shaw, en la cercanía de los 60 años de la Pascua del Siervo de Dios, venimos confiados a pedirle al Señor esta gracia porque sabemos que Jesús ha dicho:
“Les digo también que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del Cielo se la concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.””
En otro párrafo, Mons. Santiago compartía, “son tiempos en los cuales la imaginación de la caridad nos exige a todos los cristianos agudizar nuestra mirada y a movilizar más nuestro corazón porque estamos viviendo muy difíciles tiempos, con una pobreza material creciente pero también en otros muchos ordenes, que duelen, pero que a la vez nos compromete a hacer algo eficaz, claro y contundente. Consuela conocer la “predicación” con la palabra y la vida, expresiones de Shaw y nos unimos a su reflexión personal tan edificante y certera: que dice, que, <La mejor manera de difundir el Evangelio es vivirlo>.”
Completando, el Obispo Castrense, compartió, “no me canso de repetir y mirar con verdadero asombro lo providencial de esta causa en “nuestro tiempo”. Porque Enrique tiene la vigencia de los santos para iluminar con su palabra y sin lugar a duda con su ejemplo el sentido social de la empresa, ella es todo un equipo que debe servir al progreso de todo el hombre y de todos los hombres”.
Agregando, subrayó Mons. Santiago, “(…) pedimos que pronto pueda ser ubicado en la lista de los santos e ilumine a todos con su vida y su palabra”. Sobre el Evangelio proclamado, el Obispo nos revelaba, “(…), vemos a Jesús camino a Jerusalén, su entrega definitiva, va con sus discípulos y que como en tantas situaciones se dedica a la enseñanza.
Jesús Maestro suele enseñar respondiendo a preguntas y cuestiones que le plantean. Este texto seguramente nos desoriente un poco, parece un poco duro y como lo hace Jesús, la respuesta parece no responder a la pregunta: «¿son pocos los que se salvan?»
Más adelante, continuaba diciendo, “la respuesta de Jesús va más allá de todo cálculo pues no se detiene en cuántos se salvan sino en cómo se salvan; y por eso exhorta a «luchar» para entrar por la puerta estrecha. Como vemos, Jesús no responde directamente, sino que exhorta vehementemente a la conversión, pues estamos en el plazo gratuito concedido para ello. Hay que esforzarse seriamente por entrar por la puerta que conduce a la salvación, porque esa puerta es estrecha.” La vida cristiana sabe de exigencia, de lucha, de esfuerzo, de combate, pero también teniendo la certeza de que todo se puede en Dios, en <Aquel que nos conforta>”
En otro segmento, Mons. Olivera nos advertía, “a veces pensamos que tenemos como un carné de entrada al cielo…y aunque duro este relato no entramos por ello, ni por sangre o raza, ni por haber estado cerca, entramos al Reino haciendo la Voluntad del Padre, es la misma Escritura lo que nos recuerda que no son los que dicen Señor, Señor que entrarán al Reino de los cielos sino los que escuchan la Palabra y la practican”. En otro tramo, el Obispo, decía, “la frase final «pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos», repetida en el Evangelio, hace alusión a la inversión de situación que se dará en el juicio de Dios”.
Prosiguiendo, Mons. Olivera, señalaba, “a modo de conclusión debemos «Esforzarnos por entrar…». Esto es lo que debemos hacer, esto es lo que hizo el venerable siervo de Dios. Tenemos claro que mejor que preguntarnos si son muchos o pocos” la clave es, cómo hacer, cómo vivir, para entrar por la puerta estrecha”.
En el final, concluía Mons. Santiago, “que María, a quien Enrique Shaw llamaba “nuestra socia” nos guie, acompañe, sostenga y cuide en nuestro camino hacia la Patria del cielo. Ella es Puerta del Cielo y como dijo el Papa Francisco, ella ha pasado por la puerta estrecha que es Jesús. Ella lo acogió con todo su corazón y lo siguió todos los días de su vida, incluso cuando ella no lo entendía o cuando una espada atravesaba su alma.
Hagamos nuestra la oración que hacía el venerable siervo de Dios: ¡Oh María! ¡Forma a Cristo en mí! Enséñanos a decir que Si a Dios para siempre. Amén”.
A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:
Misa por el 60 Aniversario de la Pascua del Siervo de Dios, Venerable Enrique Shaw (1962-2022)
21 de agosto de 2022, Parroquia de Luján Castrense
Evangelio de San Lucas 13, 22-30
Seguramente sorprende ver tanta presencia del Clero y de los Seminaristas de nuestra Diócesis Castrenses reunidos, estamos celebrando en esta Eucaristía del domingo, también aquellos que se suman por los medios, por el canal de YouTube de la Diócesis, queremos unirnos a los 60 años que se cumplen de la Pascua del Venerable Siervo de Dios, Enrique Shaw el próximo 27 de agosto. En ese momento, me encontraré en la provincia de Córdoba, confirmando a fieles de GNA y del Ejército Argentino y no podré estar en Buenos Aires presente y por esa razón quisimos reunirnos para celebrar esta Eucaristía pidiendo por la pronta Canonización.
Sabiendo que antes se debe confirmar la Beatificación, recordando que en Roma se encuentra la causa que estudia hace tiempo un supuesto milagro y esperamos que pueda confirmarse y así la Iglesia con la autorización del Santo Padre hacer el rito de la Beatificación. Nosotros rezamos confiados y siempre que pedimos rezar por la beatificación o canonización de un hombre o mujer de nuestra Patria renovamos esa palabra de Jesús que Él mismo dijo, “Les digo también que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del Cielo se la concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.”, nosotros confiamos más de dos y rezamos confiados este don y esta gracia.
En este día nos hemos congregado para celebrar la Eucaristía Dominical y en esta rezar por la pronta canonización, Venerable Enrique Shaw, en la cercanía de los 60 años de la Pascua del Siervo de Dios
Venimos confiados a pedirle al Señor esta gracia porque sabemos que Jesús ha dicho:
“Les digo también que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del Cielo se la concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.”
Ciertamente, con la certeza de pedir algo muy importante para nuestra Iglesia y nuestra Patria como es tener un modelo, un faro, un referente en el hoy permanente de nuestra historia. El Siervo de Dios, laico Empresario, Padre de Familia, cristiano en serio, católico comprometido, impulsor de tantas obras pastorales buenas y eficaces. Y lo recordamos con fuerza por su compromiso social, y ese ejemplo de los empresarios cristianos, sintiendo a los obreros como hermanos y compañeros de camino en el viaje de la vida, que tiene como destino y meta el cielo, el mejor “Puerto seguro”, expresión que seguramente por su paso, aunque breve, por la Armada que nos llena de sano orgullo, lo habrá escuchado, pensado y rezado muchas veces.
Sin duda conocer más su figura nos hará mucho bien, y será para nuestra Patria un excelente referente. Son tiempos en los cuales la imaginación de la caridad nos exige a todos los cristianos agudizar nuestra mirada y a movilizar más nuestro corazón porque estamos viviendo muy difíciles tiempos, con una pobreza material creciente pero también en otros muchos ordenes, que duelen, pero que a la vez nos compromete a hacer algo eficaz, claro y contundente.
Consuela conocer la “predicación” con la palabra y la vida, expresiones de Shaw y nos unimos a su reflexión personal tan edificante y certera: que dice, que, “La mejor manera de difundir el Evangelio es vivirlo.”
No me canso de repetir y mirar con verdadero asombro lo providencial de esta causa en “nuestro tiempo”. Porque Enrique tiene la vigencia de los santos para iluminar con su palabra y sin lugar a duda con su ejemplo el sentido social de la empresa, ella es todo un equipo que debe servir al progreso de todo el hombre y de todos los hombres.
Un superior de la Armada Argentina dijo de Enrique Shaw:
“Inspira confianza y tendrá siempre quien lo siga”, “Es consciente de toda situación y sabe asumir responsabilidades”, “es enérgico en su misma persona”, “capaz de resistir contrariedades y privaciones”, “Este oficial posee una gran pureza interior y es de una lealtad y honestidad de procedimientos sobresalientes”. Es por esto es que pedimos que pronto pueda ser ubicado en la lista de los santos e ilumine a todos con su vida y su palabra.
En el Evangelio que hemos proclamado hoy, vemos a Jesús camino a Jerusalén, su entrega definitiva, va con sus discípulos y que como en tantas situaciones se dedica a la enseñanza.
Jesús Maestro suele enseñar respondiendo a preguntas y cuestiones que le plantean. Este texto seguramente nos desoriente un poco, parece un poco duro y como lo hace Jesús, la respuesta parece no responder a la pregunta: «¿son pocos los que se salvan?»
Y al parecer esta pregunta no apunta tanto a la cuestión de la cantidad, sino que encierra una preocupación más subjetiva como es la cuestión de la salvación personal.
Pero en la reflexión de este día, pensaba, es ésta una muy buena pregunta, sin segundas intenciones, claro, si buscamos de verdad la Salvación, esto es, libres de pecado, redimidos por Jesús, contemplarlo para siempre en el cielo.
Con su respuesta, Jesús confirmará la inquietud del oyente: a la cuestión del pequeño número, opondrá la constatación del número de los que no pueden. El anónimo, la persona como dice el texto, el interlocutor y Jesús están de acuerdo en este punto: pocos salvados y muchos perdidos. Por tanto, es grande la amenaza».
La respuesta de Jesús va más allá de todo cálculo pues no se detiene en cuántos se salvan sino en cómo se salvan; y por eso exhorta a «luchar» para entrar por la puerta estrecha. De hecho, el Evangelio utiliza un verbo que tiene el sentido de lucha o esfuerzo permanente. Lo encontramos con este sentido, por ejemplo, en San Pablo cuando le escribe a Timoteo (1Tim 6,12): «Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella solemne profesión delante de muchos testigos»; y en 2Tim 4,7: o el mismo Timoteo, «he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe». La salvación no será por sangre o raza sino por esfuerzo y adhesión a las enseñanzas del Señor.
Como vemos, Jesús no responde directamente, sino que exhorta vehementemente a la conversión, pues estamos en el plazo gratuito concedido para ello. Hay que esforzarse seriamente por entrar por la puerta que conduce a la salvación, porque esa puerta es estrecha.” La vida cristiana sabe de exigencia, de lucha, de esfuerzo, de combate, pero también teniendo la certeza de que todo se puede en Dios, en “Aquel que nos conforta”
La «puerta estrecha» nos exige todas las virtudes y bondades que compartí recién y debemos entrar por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí, esto podemos leerlo en el texto de Mateo. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida. Hay aquí dos puertas, una que conduce a la salvación y es estrecha; y otra que conduce a la perdición y es ancha. En Lucas las dos opciones son: la «puerta estrecha» o la «puerta cerrada» como lo hemos escuchado; con lo cual invita más dramáticamente a tomar la decisión correcta por el Reino.
Lo que sigue en el texto, desarrolla esta posición por cuanto dice que en
cierto momento la puerta se cerrará y ya no se podrá entrar más. Y aunque los que quedaron afuera reclamen por entrar alegando haber conocido al Señor, ya será demasiado tarde. Al parecer, Jesús toma la imagen de las puertas de las ciudades amuralladas que se cerraban al caer la tarde.
Este breve relato pone el acento en la sinceridad de la decisión por Cristo, pues no alcanza con haberlo visto, con haberlo escuchado y luego dejado pasar. Era necesario haberlo seguido, comprometer la vida por Él. Puede pasarnos a los cristianos, que creemos, como creía el pueblo judío que, por ser el pueblo elegido, por raza, como cuando recuerdan, les dicen, tus padres, tus parientes, están allí afuera.
¿Quiénes son mis parientes? Son aquellos que escuchan la Palabra y la ponen en práctica. A veces hay cristianos, a nosotros seguramente nos pasa, que es un lindo recuerdo, pero no basta, es como un punto de partida, no dicen he comido contigo, pero algunos dicen, yo he sido monaguillos, o haber ido de chicos a “muchas Misas”, como si fuera que la salvación está en algún momento de nuestra vida, y sin embargo la vida cristina supone exigencia, lucha desde el inicio hasta el fin, o desde la conversión hasta que el Señor nos encuentre y nos abra la puerta angosta y estrecha.
A veces pensamos que tenemos como un carné de entrada al cielo…y aunque duro este relato no entramos por ello, ni por sangre o raza, ni por haber estado cerca, entramos al Reino haciendo la Voluntad del Padre, es la misma Escritura lo que nos recuerda que no son los que dicen Señor, Señor que entrarán al Reino de los cielos sino los que escuchan la Palabra y la practican.
Siempre es un desafío para todos, y para nosotros también, sacerdotes, ministros. Pedir hoy por la Canonización de un hermano nuestro, confirma que valoramos y vemos un verdadero testimonio de vida, no sólo palabras buenas y profundas sino acciones ejemplares, sencillas, grandes y pequeñas que confirman su fe.
El Evangelio ciertamente sugiere que esta parábola era una crítica a los israelitas, que pensaban tener asegurada la salvación por la sola pertenencia al pueblo elegido. Jesús les dice que, al no haber optado por Dios, por su Mesías y por la conversión, quedarán fuera del banquete del Reino. Y una vez cerrada la puerta, no habrá lugar para reclamos. Este es nuestro tiempo para exigirnos tener una seria vida cristiana, como muchos de nosotros queremos tenerla.
La frase final «pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que
serán últimos», repetida en el evangelio, hace alusión a la inversión de situación que se dará en el juicio de Dios. Hay últimos – pecadores y paganos – que por haberse convertido y entrado por la puerta estrecha serán primeros; y hay primeros – judíos y los que se creen justos – que serán últimos por no convertirse. Mediante esta sentencia Jesús advierte a sus compatriotas para que no se sientan seguros por lo que piensan que son – el pueblo elegido, a eso me refería, cuando expresé judíos -; pues si no hay respuesta concreta, de vida, de nada les vale. Y Lucas lo hace extensible a los cristianos que se han dormido o se han dejado estar.
El texto de hoy tiene como tema fundamental el ingreso en el Reino y acentúa en particular dos ideas: la urgencia de hacer lo necesario para ser admitido en el antes de que sea demasiado tarde.
En el Evangelio se nos habla mucho de entrar en el Reino de Dios para
encontrar la salvación. Es lógico entonces que nos preguntemos cómo entrar en el Reino o, en otras palabras, qué tal es la puerta para entrar, ancha o estrecha.
Jesús nos dice en primer lugar que la puerta está abierta a todos, vale decir que todos somos invitados a entrar por ella; nadie debe sentirse excluido del amor del Padre.
Pero también nos dice Jesús que la puerta es estrecha, lo cual quiere decir que no es fácil entrar, hay que desprenderse de muchas cosas para poder pasar. De este modo nos advierte y recuerda la necesidad de la conversión. La conversión cristiana conlleva muchas veces no seguir el camino de la mayoría, es ir de “contramano” ante propuestas o invitaciones del mundo o la cultura de hoy. Por consiguiente, convertirse significa dejar de vivir como viven todos, o dejar de obrar como obran todos, dejar de sentirse justificados en actos dudosos, ambiguos o malos, por el hecho de que los demás hacen lo mismo; comenzar a ver la propia vida con los ojos de Dios; por tanto, tratar de hacer el bien, aunque sea incómodo; no estar pendientes del juicio de la mayoría de los demás, sino del juicio de Dios. En otras palabras, buscar un nuevo estilo de vida, una vida nueva».
A modo de conclusión debemos «Esforzarnos por entrar…». Esto es lo que debemos hacer, esto es lo que hizo el venerable siervo de Dios. Tenemos claro que mejor que preguntarnos si son muchos o pocos” la clave es, cómo hacer, cómo vivir, para entrar por la puerta estrecha.
Hay que aceptar que esta puerta es estrecha y es más importante el esfuerzo personal para alcanzar a entrar por la Puerta que es Jesús, él mismo lo ha dicho, esto es más profundo que preguntarnos si son muchos o pocos los salvados, <<yo soy la Puerta dijo Jesús>>. Debemos pedir al Señor que todos tengamos la fortaleza necesaria para entrar por la puerta estrecha.
Que María, a quien Enrique Shaw llamaba “nuestra socia” nos guie, acompañe, sostenga y cuide en nuestro camino hacia la Patria del cielo. Ella es Puerta del Cielo y como dijo el Papa Francisco, ella ha pasado por la puerta estrecha que es Jesús. Ella lo acogió con todo su corazón y lo siguió todos los días de su vida, incluso cuando ella no lo entendía o cuando una espada atravesaba su alma.
Hagamos nuestra la oración que hacía el venerable siervo de Dios: ¡Oh María! ¡Forma a Cristo en mí! Enséñanos a decir que Si a Dios para siempre. Amén.
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