Mons. Olivera | Que Ntra. Sra. Stella Maris nos lleve a puerto seguro, que nos ilumine y como estrella de la evangelización, nos acompañe siempre para que nuestro fuego, no se apague, no sea ceniza, así lo expresaba en la Homilía el Obispo Castrense de Argentina en la Santa Misa, en el sexto día de novena a Santa Patrona de la Iglesia Catedral, la Armada Argentina y la Prefectura Naval Argentina. Fue en la Iglesia Catedral Castrense, en la media mañana del domingo 14 de agosto, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde el Obispo también rezó especialmente por los matrimonios y la vida consagrada de la Diócesis.
Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron el Rector de la Iglesia Catedral, Padre Diego Pereyra y el Rector del Seminario San Juan de Capistrano y Santo Cura Brochero, Padre Daniel Díaz Ramos. Participaron seminaristas castrenses, jóvenes que están en el encuentro vocacional, vida consagrada, las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José (Hospital Central Militar), las Hermanas Instituto Servidoras del Señor y la Virgen de Matará (Hospital Militar Campo de Mayo), Hna. Cecilia Imbrogno, Virgen Consagrada, Silvia Zarate aspirante a Virgen Consagrada y matrimonios pertenecientes al Ejército Argentino, Armada Argentina, Gendarmería Nacional Argentina y Prefectura Naval Argentina.
En la Homilía, Mons. Santiago, sobre el Evangelio de la liturgia de ese día, nos decía, “(…), sin lugar a duda podría hacer ruido en nuestro corazón, porque cuando a los pastores se les anuncia el nacimiento de Jesús, les dicen, <<Paz a los hombres>>. El tema de la paz, es un tema central en la vida de la presencia Jesús, cuando el aparece como resucitado dice, <<la Paz esté con ustedes>>”.
Profundizando, el Obispo, agregó, “estar con Jesús supone estar en la paz, adquirir la paz, el propio San Pablo va a decir, <<Cristo es la paz>>. El Evangelio dice, << ¿Piensan ustedes que he venido a traer paz en la tierra? Les digo que he venido a traer la división>>”.
Más adelante, agregaba Mons. Olivera, “nuestra vida cristiana debe ser anuncio del Evangelio, pero también debe ser denuncia de aquellas cosas que se oponen al Evangelio”. Avanzando, señaló, “(…) entonces podríamos mirar en nuestra vida cristiana cómo la adecuamos a las exigencias del Evangelio. Por eso se refiere el Señor en esta vocación que tiene, <<he venido -tiene conciencia del envío- a traer fuego sobre la tierra>>”.
Continuando, añadía sobre Jesús, “de este celo pastoral que tiene, dice, <<cuánto desearía que ardiera>>, y dice del bautismo, <<cuanta angustia siento que no se cumpla plenamente>>. Fuego y bautismo, pero el justo que molesta hay que eliminarlo, ésta será característica propia de nuestra vida como discípulos de Jesús”.
Más adelante, Mons. Olivera, señalaba, “recordemos que, en el bautismo, aquellos que se convierten, aquellos que adhieren al Evangelio, en el tiempo de Jesús se bautizan, por lo tanto, nosotros los bautizados, deberíamos tener clara conciencia que nuestros padres, nuestros padrinos o nosotros si nos bautizamos de grande, hemos aceptado a Jesucristo y a estar dispuestos a vivir de acuerdo a sus mandatos, a ser seguidores”.
Completando, el Obispo, decía, “el Papa Benedicto XVI tiene una expresión, para mi muy profunda, que dice, que <la conversión es estar dispuestos a vivir las exigencias de sufrimientos por aceptar la verdad, la conversión supone la exigencia, el sufrimiento por aceptar la verdad, Cristo es la Verdad>. En este contexto podemos comprender la predicación de Jesús, <<no he venido a traer paz>>, pero sabemos que nos trae paz, porque Cristo es nuestra Paz”.
Ahondando, nos explicaba Mons. Santiago, “pero se está refiriendo a una paz superficial, una paz podríamos decir en el sepulcro. Una paz que a veces en nuestras relaciones, también queremos vivir y plasmar, pero queriéndola vivir y plasmarla traicionamos esa paz que nos ofrece Jesús, que es justamente adecuar nuestra vida a las exigencias del Evangelio”.
En otro párrafo, el Obispo preguntó: “¿Cuántas veces escuchamos que en nuestras relaciones no nos animamos a anunciar valientemente el Evangelio? Yo lo experimento en estos cinco años de Obispo Castrense, que a veces disociamos, una vida de fe que la vivimos, pero después en nuestro ambiente, en nuestras tropas, en nuestros regimientos, en nuestras realidades: ¿quién se da cuenta que somos cristianos? Porque vivir como cristianos supone muchas veces no ser tenido en cuenta, ser alguien molesto o conciencia permanente de lo que debe ser”.
Sobre esto último, Mons. Olivera en base a lo que estamos viviendo en nuestra América Latina, nos explicó, “por eso en Nicaragua hay persecuciones, por eso se arrestan a Obispos, sacerdotes, seminaristas, laicos, porque molesta la libertad del Evangelio, molesta la verdad del Evangelio. Estamos llamados a ser testigos, a no tener la paz que supone no tener lio, sino a vivir la paz. Este es el camino del discípulo, del cual no tenemos que asustarnos, porque el Señor nos invita a esto, <<he venido traer fuego, el fuego que purifica, el fuego que arde>>”.
Mons. Santiago también en la Homilía decía, “damos gracias también porque hoy rezamos por los matrimonios y la vida consagrada, claves de entrega y servicio a los demás. La vida matrimonial, lo sabemos es este sacramento que se recibe, la gracia de Dios que sostiene para entregarse al otro, para amar al otro, para buscar el bien del otro y para amarlo no de cualquier modo, sino como Jesús amó, sin límites, primero y siempre”.
Lo propio hacía con la vida consagrada, “(…) damos gracias a Dios, por esta su presencia, porque atender a los hermanos, a los más necesitados, al pobre, a los enfermos nos recuerda ciertamente la presencia de hacerlo al propio Jesús, <<tuve hambre, y me diste de comer, tuve sed me diste beber, estuve enfermo, no solo me visitaste, me asististe>>, esto es lo maravilloso de entregar la vida a los hermanos como signo del amor a Dios”.
Finalmente, Mons. Olivera, concluía diciendo, “damos gracias por este domingo, por este día, por esta novena a la Virgen Stella Maris, que Ella nos lleve a puerto seguro, que Ella nos ilumine y nos sostenga y como estrella de la evangelización, como estrella de la encarnación del Evangelio, nos acompañe siempre para que nuestro fuego, no se apague, no sea ceniza. Y con Jesús podamos estar dispuestos a romper con todo lo que se aparte de Dios, para con valentía anunciar lo que sí es del Evangelio”.-
0 comentarios