MONS. OLIVERA | Tenemos siempre que recordar en nuestra vida que no hay nada imposible para Dios, así lo expresó el Obispo Castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad de Argentina al compartir la Homilía durante la celebración de la Santa Misa de acción de Gracias por el año de servicio junto los trabajadores de la Curia Castrense. Celebrada en la mañana del 19 de diciembre, en la Iglesia Catedral Castrense, Stella Maris, ese día el Obispo tomó juramento de Fidelidad y Profesión de Fe del nuevo Rector de la Catedral, el Padre Hernán Vigna y agradeció muy especialmente el servicio brindado a su anterior Rector, el Capellán, Padre Diego Manuel Pereyra.
Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, concelebraron Capellanes Castrense de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, participaron fieles castrenses. El Obispo decía en la Homilía, “es una alegría que podamos celebrar esta Eucaristía varios motivos que nos llevan en este camino hacia la Navidad, para juntos poder, dar gracias a Dios por este tiempo transcurrido.
Todos recordamos aquel pasaje de los que fueron curados de la enfermedad tan terrible de la lepra, de los diez, solo uno vuelve a agradecer porque descubrió y vivió, supo vivir de verdad con la certeza de Dios que lo miró, lo sanó y supo, como decía, agradecer. Tal como dice el dicho popular, “es de bien nacidos ser agradecidos”, nosotros queremos, no solo porque somos bien nacidos, sino por somos bien cristianos, detenernos y agradecer al Señor por este tiempo”.
Continuando, agregaba, “es una alegría poder concelebrar con tantos sacerdotes, con la mayoría de los Capellanes Mayores, los Capellanes que nos unimos a esta acción de Gracias. Acción de Gracias que también en la gratitud tiene esta despedida de su servicio durante todos estos años del Padre Diego, que como saben su Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje, le ha pedido volver a su Diócesis, seguirá estando ligado gracias a Dios con nosotros como Capellán del Liceo Gral. Paz en Córdoba, pero hoy se despide de este servicio como Rector de ésta, nuestra Catedral. Particularmente quiero agradecerle a él, todo su entusiasmo, su aporte, su creatividad original, su corazón de Pastor que lo fue manifestando aquí en esta Iglesia”.
Profundizando, Mons. Olivera, subrayaba, “en esta misión, ciertamente difícil de ser Pastor colaborando con el Obispo en esta realidad personal, que por ser personal es una realidad artesanal así sea a uno, es a quienes se nos confían para el servicio y para el crecimiento espiritual de cada uno. Te damos gracias Padre Diego por tu presencia, tu servicio y particularmente por la cercanía que se va a sentir ciertamente, pero, sabemos que es de Dios, agradecemos este tiempo compartido que en su Providencia quiso regalarnos”.
Seguidamente, el Obispo dijo, “recibimos hoy, al Padre Hernán que también es otro regalo de Dios para nuestra Obispado Castrense, para nuestra Diócesis y de alguna manera nuevamente, un sacerdote de la Armada recibe esta misión de ser Rector de la Iglesia Madre, de la Iglesia Catedral, la Iglesia especialmente del Obispo. Ayer cuando celebrábamos la Misa aquí como todos los días, el Padre Diego nos compartía que, ser Rector de la Iglesia Catedral, es como ser, podríamos decir, Rector del Conjunto Diocesano.
Esta casa, este templo, no es solo de la Armada sino de todas las Fuerzas que aquí son convocados para distintas celebraciones todos los hombres y mujeres del Obispado Castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad. Le damos la bienvenida y también agradecemos su disponibilidad al Padre Hernán, por su prontitud para decir sí y colaborar con el Obispo”.
En otro párrafo, Mons. Santiago compartió, “estamos transitando en este jueves 19 de diciembre, ya casi a las puertas de la Noche Buena estos textos que hemos escuchado de un modo, dos realidades de acciones extraordinarias de Dios. En primer lugar, a la Madre de Sansón, liberador político para Israel, salvando de los filisteos con todo lo que sabemos de Sansón y sus signos.
Por otro lado, a Isabel y Zacarías frente a este niño deseado pero que de algún modo desde el inicio iba a ser tanto para ellos como para los demás y no solo para los hombres y mujeres del tiempo del Bautista, sino para todos los tiempos. La figura de Juan el Bautista es una invitación actual de todos los días y particularmente de este tiempo del Adviento en que se nos invita a preparar un corazón bien dispuesto”.
Continuando, añadió, “(…) tenemos siempre recordar en nuestra vida que no hay nada imposible para Dios. Aún nuestra propia lucha para ser fieles al Evangelio de Jesús, nuestra propia lucha para ser presencia en nuestros modos de pensar, de actuar y de sentir al modo de Jesús, no hay nada imposible para Dios”.
Finalmente, el Obispo dijo, “nuestra vida es una vida de ofrenda, unimos este deseo y esta vida de ofrenda en la mejor expresión de la ofrenda que no se reservó nada para sí, que nos entregó todo, que entregó el don más preciado, que es su propia vida, habiendo nacido sin pecado para servir como lo es, el mismo Jesucristo. Que María en este tiempo nos ayude también a disponer el corazón para que el Niño, para que Dios se encarne en toda nuestra vida, y cada día”.–
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