Neuquén | La Cuaresma nos habla de conversión de nuestro corazón al amor de Dios, así lo señalaba el Capellán Castrense, Padre Daniel Cirrincione al momento de compartir la Homilía durante la celebración de Santa Misa de Campaña en miércoles de cenizas. Presidió Santa Misa, bendición e imposición de cenizas el Padre Cirrincione en el Batallón 6 Ingenieros de Montaña del Ejército Argentino en la provincia neuquina, asistieron, el Jefe del Batallón, Teniente Coronel, Ricardo Martín Iturriaga y el Mayor, Diego Pariente de Compañía de Comunicaciones 6 y efectivos de la Fuerza Armada.
En su mensaje, el Padre Daniel Cirrincione, señalaba, “con el miércoles de ceniza, comenzamos la cuaresma, y la santa misa viene acompañada con un signo muy especial que es la “imposición de las cenizas”. Las lecturas, oraciones y signos de esta misa nos hablan de volver a Dios”.
Continuando, el Capellán Castrense, nos decía, “al acercarnos recibir las cenizas, escucharemos una frase cargadas de sentido: “conviértete y cree en el evangelio”, que es una invitación a la conversión, a cambiar de vida. Por ello, es importante, descubrir que estamos viviendo una nueva cuaresma, que no debe convertirse en una cuaresma más”.
En ese punto, el Padre Cirrincione destacó, “para ello, el Papa nos invita a descubrir en la oración el rostro de Dios. Es la oración la que nos deja ver la necesidad que tememos de devolver a su Amor nuestro amor, sólo <<un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo con Él>>, nos permite experimentar su misericordia y <<nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene>>”.
Allí, el Capellán Castrense nos revelaba, que, “la Cuaresma nos habla de conversión de nuestro corazón al amor de Dios. Estos cuarenta días deben suscitar en nosotros un deseo de cambio de vida y, por eso, en el Evangelio nos habla Jesús de tres grandes aspectos que deben acompañarnos en estos cuarenta días: habla del ayuno, de la limosna y de la oración”.
Finalizando, decía el Padre Daniel Cirrincione, “pidamos al Señor que sepamos sacudir nuestro sueño y modorra para que escuchemos el llamado de Dios y podamos enfrentarnos a nosotros mismos, entrar a nuestros corazones a la luz del Corazón de Dios y desde ese encuentro podamos orar, ayunar y dar limosna de manera auténtica en un diálogo abierto y sincero con el Señor”.-
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