PAPA FRANCISCO | La batalla contra el espíritu maligno se gana como la ganó Jesús en el desierto: con la palabra de Dios, así lo afirmó el Santo Padre al compartir su mensaje durante la Audiencia General del día de hoy. Celebrada en Plaza San Pedro, Su Santidad Francisco continuando con su ciclo de catequesis, «El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al pueblo de Dios hacia Jesús, nuestra esperanza», centró su meditación en el tema: Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto. El Espíritu Santo nuestro aliado en la batalla contra el espíritu del mal» (Lectura: Lc 4,1-2.13-14).
El Papa nos decía, “inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, Jesús «fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (Mateo 4,1) – así dice el Evangelio de Mateo. La iniciativa no es de Satanás, sino de Dios. Al ir al desierto, Jesús obedece a una inspiración del Espíritu Santo, no cae en una trampa del enemigo, ¡no! Una vez superada la prueba, Él -está escrito- volvió a Galilea «con el poder del Espíritu Santo» (Lc 4,14)”.
Continuando, agregó, “Jesús, en el desierto, se libró de Satanás y ahora puede liberar de Satanás. Esto es lo que destacan los evangelistas con los numerosos relatos de liberación de satanes. Jesús dice a sus adversarios: «Si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros» (Mt 12,27)”.
El Papa, “(…) nuestro mundo tecnológico y secularizado está plagado de magos, ocultismo, espiritismo, astrólogos, vendedores de hechizos y amuletos y, por desgracia, de verdaderas sectas satánicas. Expulsado por la puerta, el diablo ha vuelto a entrar, podría decirse, por la ventana”.
Profundizando, Su Santidad nos señaló, “la prueba más fuerte de la existencia de Satanás no está en los pecadores o en los obsesos, sino en los santos. «¿Y cómo es eso, Padre?» Sí, es cierto que el diablo está presente y activo en ciertas formas extremas e «inhumanas» de maldad y perversidad que vemos a nuestro alrededor.
Es en la vida de los santos, allí mismo, donde el demonio se ve obligado a salir a la luz, a ponerse «contra la luz». Unos más, otros menos, todos los santos, todos los grandes creyentes, dan testimonio de su lucha contra esta oscura realidad, y no se puede suponer honestamente que todos ellos fueran ilusos o meras víctimas de los prejuicios de su tiempo”.
En otro párrafo, el Santo Padre dijo, “la batalla contra el espíritu maligno se gana como la ganó Jesús en el desierto: con la palabra de Dios. Ves que Jesús no conversa con el diablo, nunca lo hizo. O lo expulsa, o lo condena, pero nunca dialoga.
Después de que Cristo, en la cruz, derrotara para siempre el poder del «príncipe de este mundo» (Jn 12,31), el demonio -decía un Padre de la Iglesia- «está atado, como un perro a una cadena; no puede morder a nadie, excepto a aquellos que, desafiando el peligro, se acercan a él…. Puede ladrar, puede apremiar, pero no puede morder, sino quien quiere» [1]”.
Completando, señaló, “la tecnología moderna, por ejemplo, además de muchos recursos positivos que hay que apreciar, también ofrece innumerables medios para «dar oportunidad al diablo», y muchos caen en ello. Pensemos en la pornografía en Internet, detrás de la cual hay un mercado floreciente, todos lo sabemos. Ahí actúa el diablo”.
Finalmente, el Papa cerraba diciendo, “Cristo ha vencido al diablo y nos ha dado el Espíritu Santo para hacer nuestra su victoria. La misma acción del enemigo puede volverse a nuestro favor, si con la ayuda de Dios la ponemos al servicio de nuestra purificación. Pidamos, pues, al Espíritu Santo, con las palabras del himno Veni Creator:
«Aleja de nosotros al enemigo
y concédenos pronto la paz.
Contigo que nos guías
evitaremos todo mal»”.
A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, Jesús «fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (Mateo 4,1) – así dice el Evangelio de Mateo. La iniciativa no es de Satanás, sino de Dios. Al ir al desierto, Jesús obedece a una inspiración del Espíritu Santo, no cae en una trampa del enemigo, ¡no! Una vez superada la prueba, Él -está escrito- volvió a Galilea «con el poder del Espíritu Santo» (Lc 4,14).
Jesús, en el desierto, se libró de Satanás y ahora puede liberar de Satanás. Esto es lo que destacan los evangelistas con los numerosos relatos de liberación de satanes. Jesús dice a sus adversarios: «Si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros» (Mt 12,27).
Hoy asistimos a un extraño fenómeno en relación con el demonio. A cierto nivel cultural, se cree que sencillamente no existe. Sería un símbolo del inconsciente colectivo, o de la alienación, en definitiva, una metáfora. Pero «la mayor astucia del diablo es hacernos creer que no existe», como escribió alguien (Charles Baudelaire). Es astuto: nos hace creer que no existe y así lo domina todo. Es astuto. Y sin embargo, nuestro mundo tecnológico y secularizado está plagado de magos, ocultismo, espiritismo, astrólogos, vendedores de hechizos y amuletos y, por desgracia, de verdaderas sectas satánicas. Expulsado por la puerta, el diablo ha vuelto a entrar, podría decirse, por la ventana. Expulsado por la fe, vuelve a entrar con la superstición. Y si eres supersticioso, inconscientemente estás conversando con el diablo. Con el diablo no se conversa.
La prueba más fuerte de la existencia de Satanás no está en los pecadores o en los obsesos, sino en los santos. «¿Y cómo es eso, Padre?» Sí, es cierto que el diablo está presente y activo en ciertas formas extremas e «inhumanas» de maldad y perversidad que vemos a nuestro alrededor. Pero en los casos individuales, es prácticamente imposible llegar a la certeza de que se trata efectivamente de él, ya que no podemos saber con precisión dónde termina su acción y comienza nuestra propia maldad. Por eso la Iglesia es muy prudente y estricta en el ejercicio del exorcismo, ¡a diferencia de lo que ocurre, por desgracia, en ciertas películas!
Es en la vida de los santos, allí mismo, donde el demonio se ve obligado a salir a la luz, a ponerse «contra la luz». Unos más, otros menos, todos los santos, todos los grandes creyentes, dan testimonio de su lucha contra esta oscura realidad, y no se puede suponer honestamente que todos ellos fueran ilusos o meras víctimas de los prejuicios de su tiempo.
La batalla contra el espíritu maligno se gana como la ganó Jesús en el desierto: con la palabra de Dios. Ves que Jesús no conversa con el diablo, nunca lo hizo. O lo expulsa, o lo condena, pero nunca dialoga. Y en el desierto no responde con su palabra, sino con la palabra de Dios. Hermanos, hermanas, ¡nunca dialoguen con el diablo! Cuando venga con tentaciones: ‘pero, estaría bien esto, estaría bien lo otro’, ¡parad! Elevad vuestro corazón al Señor, rezad a la Virgen y expulsadlo, como Jesús nos enseñó a expulsarlo. «San Pedro sugiere también otro medio, que Jesús no necesitaba pero nosotros sí, la vigilancia: ‘Sed sobrios, velad. Vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 Pe 5,8). Y san Pablo nos dice: «No deis ocasión al diablo» (Ef 4,27).
Después de que Cristo, en la cruz, derrotara para siempre el poder del «príncipe de este mundo» (Jn 12,31), el demonio -decía un Padre de la Iglesia- «está atado, como un perro a una cadena; no puede morder a nadie, excepto a aquellos que, desafiando el peligro, se acercan a él…. Puede ladrar, puede apremiar, pero no puede morder, sino quien quiere» [1]. Si eres un tonto y vas al diablo y le dices: «Ah, ¿cómo estás?», él te arruinará. ¿El diablo? ¡A distancia! Con el diablo no se dialoga. Lo ahuyentas. A distancia. Y nosotros, todos, tenemos experiencia de cómo el diablo se acerca con alguna tentación, sobre los Diez Mandamientos. Cuando oímos esto, ¡alto, distancia! No te acerques al perro atado a la cadena.
La tecnología moderna, por ejemplo, además de muchos recursos positivos que hay que apreciar, también ofrece innumerables medios para «dar oportunidad al diablo», y muchos caen en ello. Pensemos en la pornografía en Internet, detrás de la cual hay un mercado floreciente, todos lo sabemos. Ahí actúa el diablo. Se trata de un fenómeno muy extendido, del que, sin embargo, los cristianos deben cuidarse y rechazar enérgicamente. Porque cualquier teléfono móvil tiene acceso a esta brutalidad, a este lenguaje del diablo: la pornografía en línea.
La conciencia de la acción del diablo en la historia no debe desanimarnos. El pensamiento final debe ser, de nuevo, de confianza y seguridad: ‘Estoy con el Señor, vete’. Cristo ha vencido al diablo y nos ha dado el Espíritu Santo para hacer nuestra su victoria. La misma acción del enemigo puede volverse a nuestro favor, si con la ayuda de Dios la ponemos al servicio de nuestra purificación. Pidamos, pues, al Espíritu Santo, con las palabras del himno Veni Creator:
«Aleja de nosotros al enemigo
y concédenos pronto la paz.
Contigo que nos guías
evitaremos todo mal».
Tened cuidado, porque el demonio es astuto. Pero nosotros los cristianos, con la gracia de Dios, somos más listos que él. Gracias.
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[1] San César de Arlés, Discursos 121, 6: CC 103, p. 507.
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Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Mañana partiré hacia Luxemburgo y Bélgica, les pido que recen por mí y por los frutos de este viaje al corazón de Europa occidental. Que Jesús los bendiga y la Virgen, Madre de la esperanza, los cuide. Muchas gracias.
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LLAMAMIENTO
Me entristecen las noticias procedentes del Líbano, donde intensos bombardeos han causado mucha muerte y destrucción en los últimos días. Espero que la comunidad internacional haga todo lo posible para detener esta terrible escalada. Es inaceptable. Expreso mis condolencias al pueblo libanés, que ya ha sufrido demasiado en los últimos tiempos. Y recemos por todos los pueblos que sufren la guerra: no olvidemos la atormentada Ucrania, Myanmar, Palestina, Israel, Sudán, todos los pueblos atormentados. Recemos por la paz.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua italiana. Saludo en particular a los sacerdotes de Milán, a la parroquia de San Pietro in Parete y a las de Montazzoli y Monteferrante, a la Asociación «Cuore e rianimazione» de Turín y a la Asociación «Il Cammino di Bonaria». Invoco para cada uno la continua protección de Dios y de la Virgen para un fecundo servicio a la Iglesia y a la sociedad.
Me alegra dar la bienvenida a los confirmandos de la diócesis de Forlì-Bertinoro, acompañados por monseñor Livio Corazza. Queridos jóvenes, con la fuerza del Espíritu Santo sed testigos valientes del Evangelio entre vuestros coetáneos y no os canséis de ser protagonistas de paz y fraternidad en los ambientes en los que vivís.
Por último, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados. Sed siempre fieles al ideal evangélico y realizadlo en vuestras actividades cotidianas, confiándoos cada día a la gracia del Señor.
Y, por favor, no lo olvidéis: con el demonio no se dialoga, se le ahuyenta.
Mi bendición para todos.
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