PAPA FRANCISCO | La fiesta de hoy nos hace contemplar el rostro y la voz de Dios, que se manifiestan en la humanidad de Jesús, así lo expresó el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración mariana del Ángelus. Antes del mediodía de hoy, Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Vaticano, desde donde se reunió con fieles y peregrinos presentes en Plaza San Pedro.
El Papa nos decía, “la fiesta del Bautismo de Jesús, que celebramos hoy, nos hace pensar en muchas cosas, también en nuestro propio bautismo. Jesús se une a su pueblo, que va a recibir el bautismo para el perdón de los pecados”.
Continuando, agregó, “(…) cuando Jesús recibe el bautismo, se manifiesta el Espíritu y tiene lugar la Epifanía de Dios, que revela su rostro en el Hijo y hace oír su voz diciendo: «Tú eres mi Hijo, el Amado: en ti he puesto mi complacencia» (v. 22). El rostro y la voz”.
Profundizando, señalaba, “al revelarse como Padre a través del Hijo, Dios establece un lugar privilegiado para entrar en diálogo y comunión con la humanidad. Es el rostro del Hijo amado.
En segundo lugar, la voz: «Tú eres mi Hijo, el amado» (v. 22). Es otro signo que acompaña a la revelación de Jesús”.
En otro párrafo el Pontífice, subrayaba, “(…) la fiesta de hoy nos hace contemplar el rostro y la voz de Dios, que se manifiestan en la humanidad de Jesús. Por tanto, preguntémonos: ¿nos sentimos amados? ¿Me siento amado y acompañado por Dios, o siento que Dios está lejos de mí?”
Finalmente, el Papa preguntó: “¿recuerda cada uno de nosotros la fecha de su Bautismo? Esto es muy importante. Pensad: ¿en qué día fui bautizado o bautizada? (…) celebramos la fecha como un nuevo cumpleaños: el del nacimiento en el Espíritu de Dios. No lo olvidéis. Este es un trabajo que hay que hacer en casa: la fecha de mi Bautismo”.
A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz domingo!
La fiesta del Bautismo de Jesús, que celebramos hoy, nos hace pensar en muchas cosas, también en nuestro propio bautismo. Jesús se une a su pueblo, que va a recibir el bautismo para el perdón de los pecados. Me gusta recordar las palabras de un himno de la liturgia de hoy: Jesús va a ser bautizado por Juan «con el alma desnuda y los pies descalzos».
Y cuando Jesús recibe el bautismo, se manifiesta el Espíritu y tiene lugar la Epifanía de Dios, que revela su rostro en el Hijo y hace oír su voz diciendo: «Tú eres mi Hijo, el Amado: en ti he puesto mi complacencia» (v. 22). El rostro y la voz.
Ante todo el rostro. Al revelarse como Padre a través del Hijo, Dios establece un lugar privilegiado para entrar en diálogo y comunión con la humanidad. Es el rostro del Hijo amado.
En segundo lugar, la voz: «Tú eres mi Hijo, el amado» (v. 22). Es otro signo que acompaña a la revelación de Jesús.
Queridos hermanos y hermanas, la fiesta de hoy nos hace contemplar el rostro y la voz de Dios, que se manifiestan en la humanidad de Jesús. Por tanto, preguntémonos: ¿nos sentimos amados? ¿Me siento amado y acompañado por Dios, o siento que Dios está lejos de mí? ¿Somos capaces de reconocer su rostro en Jesús y en nuestros hermanos? ¿Y estamos acostumbrados a escuchar su voz?
Les hago una pregunta: ¿recuerda cada uno de nosotros la fecha de su Bautismo? Esto es muy importante. Pensad: ¿en qué día fui bautizado o bautizada? Y si no nos acordamos, al llegar a casa, preguntamos a los padres, a los padrinos, la fecha del Bautismo. Y celebramos la fecha como un nuevo cumpleaños: el del nacimiento en el Espíritu de Dios. No lo olvidéis. Este es un trabajo que hay que hacer en casa: la fecha de mi Bautismo.
Encomendémonos a la Virgen María, invocando su ayuda. Y no olvidemos la fecha del Bautismo.
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Después del Ángelus
Estoy cerca de la gente del condado de Los Ángeles, California, donde en los últimos días se han declarado incendios devastadores. Rezo por todos vosotros.
Esta mañana he tenido la alegría de bautizar a algunos recién nacidos, hijos de empleados de la Santa Sede y de la Guardia Suiza. Recemos por ellos, por sus familias. Y quisiera pedir al Señor por todos los matrimonios jóvenes, para que tengan la alegría de acoger el don de los hijos y de llevarlos al Bautismo.
En la basílica de San Juan de Letrán ha sido beatificado esta mañana el padre Giovanni Merlini, sacerdote de los Misioneros de la Preciosísima Sangre. Dedicado a las misiones populares, fue prudente consejero de muchas almas y mensajero de paz. Invoquemos también su intercesión al rezar por la paz en Ucrania, en Oriente Medio y en el mundo entero. ¡Aplaudamos al nuevo Beato!
Les saludo a todos, romanos y peregrinos, especialmente a los estudiantes de Olivenza, España, y a los miembros de la Familia de Discípulos con los laicos que trabajan en las casas de la Obra del Padre Semeria y del Padre Minozzi.
Y no olvidemos rezar por la paz. No olvidemos que la guerra es siempre una derrota. Deseo a todos un buen domingo. Y, por favor, no olvidéis rezar por mí. Buen almuerzo y adiós.
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