PAPA FRANCISCO | Le pido al Señor que el toque de su amor llegue a los que sufren y anime a los que cuidan de ellos, así lo expresó el Santo Padre en su mensaje preparado para ser compartido antes del rezo de la oración mariana del Ángelus. Antes de concluir la celebración del Jubileo de los enfermos y del mundo de la sanidad y de la bendición brindada por el Arzobispo Fisichella, delegado del Papa, Su Santidad Francisco se presentó en Plaza San Pedro llegando hasta el Altar, donde saludó a los presentes.
El Papa en su mensaje escrito, nos dijo, “el Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma nos presenta el episodio de la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8,1-11). Mientras los escribas y fariseos quieren lapidarla, Jesús devuelve a esta mujer la belleza perdida: ella ha caído en el polvo; Jesús pasa su dedo sobre ese polvo y escribe para ella una nueva historia: es el «dedo de Dios», que salva a sus hijos (cf. Éx 8,15) y los libera del mal (cf. Lc 11,20)”.
Continuando, agregó, “(…) como durante la hospitalización, también ahora en la convalecencia siento el «dedo de Dios» y experimento su cariñosa caricia. En el día del Jubileo de los enfermos y del mundo de la sanidad, le pido al Señor que este toque de su amor llegue a los que sufren y anime a los que cuidan de ellos”.
En otro párrafo, señaló, “(…) rezo por los médicos, enfermeros y trabajadores sanitarios, que no siempre tienen las condiciones adecuadas para trabajar y, a veces, incluso son víctimas de agresiones. Su misión no es fácil y debe ser apoyada y respetada”. Finalmente, el Pontífice pidió, “en el Día Mundial del Deporte para la Paz y el Desarrollo, deseo que el deporte sea un signo de esperanza para tantas personas que necesitan paz e inclusión social, (…). Sigamos rezando por la paz (…). Que callen las armas y se reanude el diálogo; que se libere a todos los rehenes y se socorra a la población”.
A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:
Queridos hermanos y hermanas,
El Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma nos presenta el episodio de la mujer sorprendida en adulterio (Jn 8,1-11). Mientras los escribas y fariseos quieren lapidarla, Jesús devuelve a esta mujer la belleza perdida: ella ha caído en el polvo; Jesús pasa su dedo sobre ese polvo y escribe para ella una nueva historia: es el «dedo de Dios», que salva a sus hijos (cf. Éx 8,15) y los libera del mal (cf. Lc 11,20).
Queridísimos, como durante la hospitalización, también ahora en la convalecencia siento el «dedo de Dios» y experimento su cariñosa caricia. En el día del Jubileo de los enfermos y del mundo de la sanidad, le pido al Señor que este toque de su amor llegue a los que sufren y anime a los que cuidan de ellos. Y rezo por los médicos, enfermeros y trabajadores sanitarios, que no siempre tienen las condiciones adecuadas para trabajar y, a veces, incluso son víctimas de agresiones. Su misión no es fácil y debe ser apoyada y respetada. Espero que se inviertan los recursos necesarios para la atención y la investigación, para que los sistemas sanitarios sean inclusivos y atiendan a los más frágiles y pobres.
Agradezco a las reclusas de la cárcel de mujeres de Rebibbia la tarjeta que me enviaron. Rezo por ellas y por sus familias.
En el Día Mundial del Deporte para la Paz y el Desarrollo, deseo que el deporte sea un signo de esperanza para tantas personas que necesitan paz e inclusión social, y doy las gracias a las asociaciones deportivas que educan concretamente en la fraternidad.
Sigamos rezando por la paz: en la martirizada Ucrania, golpeada por ataques que provocan muchas víctimas civiles, entre éstas muchos niños. Y lo mismo ocurre en Gaza, donde la gente se ve obligada a vivir en condiciones inimaginables, sin techo, sin comida, sin agua potable. Que callen las armas y se reanude el diálogo; que se libere a todos los rehenes y se socorra a la población. Recemos por la paz en todo Oriente Medio; en Sudán y Sudán del Sur; en la República Democrática del Congo; en Myanmar, duramente probado también por el terremoto; y en Haití, donde arrecia la violencia, que hace unos días mató a dos religiosas.
Que la Virgen María nos cuide e interceda por nosotros.
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