PAPA FRANCISCO | Los hijos, son el fruto más hermoso del amor, la mayor bendición de Dios, así lo señaló el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración mariana del Ángelus. Antes del mediodía de hoy, Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano desde donde se reunía con fieles y peregrinos congregados en Plaza San Pedro.

El Papa decía, “hoy, en el Evangelio de la liturgia (cf. Mc 10,2-16), Jesús nos habla del amor conyugal. Como en otras ocasiones, algunos fariseos le hacen una pregunta provocadora sobre un tema controvertido: el repudio del marido a su mujer”.

Continuando, dijo, “en la época de Jesús, la condición de la mujer en el matrimonio estaba en gran desventaja frente a la del hombre: el marido podía echar, repudiar a su mujer, incluso por razones triviales, y esto se justificaba con interpretaciones legalistas de las Escrituras. Por eso, el Señor reconduce a sus interlocutores a las exigencias del amor. Les recuerda que el hombre y la mujer fueron queridos por el Creador para ser iguales en dignidad y complementarios en la diversidad, para ser el uno ayuda del otro, compañero, pero al mismo tiempo estímulo y desafío para crecer (cf. Gn 2,20-23)”.

Completando, cerraba diciendo, “(…) es esencial que los esposos se abran al don de la vida, al don de los hijos, que son el fruto más hermoso del amor, la mayor bendición de Dios, fuente de alegría y esperanza para cada hogar y para toda la sociedad. ¡Tened hijos! Ayer tuve un gran consuelo.

Era el Día de la Gendarmería, ¡y vino un gendarme con sus ocho hijos! Fue hermoso verlo. Por favor, estad abiertos a la vida, a lo que Dios envía. Queridas hermanas, queridos hermanos, el amor es exigente, sí, pero es hermoso, y cuanto más nos dejamos arrastrar por él, más descubrimos en él la verdadera felicidad”.

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

PAPA FRANCISCO

ANGELUS

Plaza de San Pedro

Domingo 6 de octubre de 2024

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz domingo!

Hoy, en el Evangelio de la liturgia (cf. Mc 10,2-16), Jesús nos habla del amor conyugal. Como en otras ocasiones, algunos fariseos le hacen una pregunta provocadora sobre un tema controvertido: el repudio del marido a su mujer. Querrían arrastrarle a una polémica, pero él no la soporta, sino que aprovecha la ocasión para llamar su atención sobre una cuestión más importante: el valor del amor entre el hombre y la mujer.

En la época de Jesús, la condición de la mujer en el matrimonio estaba en gran desventaja frente a la del hombre: el marido podía echar, repudiar a su mujer, incluso por razones triviales, y esto se justificaba con interpretaciones legalistas de las Escrituras. Por eso, el Señor reconduce a sus interlocutores a las exigencias del amor. Les recuerda que el hombre y la mujer fueron queridos por el Creador para ser iguales en dignidad y complementarios en la diversidad, para ser el uno ayuda del otro, compañero, pero al mismo tiempo estímulo y desafío para crecer (cf. Gn 2,20-23).

Y para que esto ocurra, subraya la necesidad de que su mutua donación sea plena, envolvente, sin «medias tintas» -esto es el amor-, que sea el comienzo de una vida nueva (cf. Mc 10,7; Gn 2,24), destinada a durar no «mientras me apetezca», sino para siempre, aceptándose mutuamente y viviendo unidos como «una sola carne» (cf. Mc 10,8; Gn 2,24). Por supuesto, esto no es fácil, exige fidelidad, incluso en las dificultades, exige respeto, sinceridad, sencillez (cf. Mc 10,15). Requiere estar abiertos a la confrontación, a veces a la discusión, cuando haga falta, pero siempre dispuestos al perdón y a la reconciliación. Y atención: marido y mujer, ¡discutid todo lo que queráis, con tal de que hagáis las paces antes de que acabe el día! ¿Sabéis por qué? Porque la guerra fría del día siguiente es peligrosa. «Y dígame, padre, ¿cómo se hace la paz?». – «Sólo con una caricia, así», pero nunca vayas a terminar el día sin hacer las paces.

No olvidemos, pues, que es esencial que los esposos se abran al don de la vida, al don de los hijos, que son el fruto más hermoso del amor, la mayor bendición de Dios, fuente de alegría y esperanza para cada hogar y para toda la sociedad. ¡Tened hijos! Ayer tuve un gran consuelo. Era el Día de la Gendarmería, ¡y vino un gendarme con sus ocho hijos! Fue hermoso verlo. Por favor, estad abiertos a la vida, a lo que Dios envía.

Queridas hermanas, queridos hermanos, el amor es exigente, sí, pero es hermoso, y cuanto más nos dejamos arrastrar por él, más descubrimos en él la verdadera felicidad. Y ahora que cada uno se pregunte en su corazón: ¿cómo es mi amor? ¿Es fiel? ¿Es generoso? ¿Es creativo? ¿Cómo son nuestras familias? ¿Están abiertas a la vida, al don de los hijos?

Que la Virgen María ayude a los esposos cristianos. A Ella nos dirigimos en unión espiritual con los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para la tradicional Súplica a la Virgen del Santo Rosario.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Mañana se cumplirá un año del atentado terrorista contra el pueblo de Israel, al que renuevo mis condolencias. No olvidemos que todavía hay muchos rehenes en Gaza, para los que pido su liberación inmediata. Desde aquel día, Oriente Medio se ha sumido en un sufrimiento cada vez mayor, con acciones militares destructivas que siguen afectando a la población palestina. Esta población está sufriendo mucho en Gaza y en los demás territorios. Se trata en su mayoría de civiles inocentes, que deben recibir toda la ayuda humanitaria que necesiten. Pido un alto el fuego inmediato en todos los frentes, incluido el Líbano. Recemos por los libaneses, especialmente por los habitantes del sur, que se ven obligados a abandonar sus pueblos.

Hago un llamamiento a la comunidad internacional para que ponga fin a la espiral de venganza y detenga más ataques, como el perpetrado por Irán hace unos días, que podría sumir a la región en una guerra aún mayor. Todas las naciones tienen derecho a existir en paz y seguridad, y sus territorios no deben ser atacados ni invadidos, la soberanía debe ser respetada y garantizada mediante el diálogo y la paz, no el odio y la guerra.

En esta situación, la oración es más necesaria que nunca. Esta tarde iremos todos a la Basílica de Santa María la Mayor para invocar la intercesión de la Madre de Dios; y mañana será un día de oración y ayuno por la paz en el mundo. Unámonos con la fuerza del Bien contra las tramas diabólicas de la guerra.

Estoy cerca de las poblaciones de Bosnia-Herzegovina afectadas por las inundaciones. Que el Señor acoja a los difuntos, consuele a sus familias y sostenga a esas comunidades.

Os saludo a vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de muchos países. En particular, saludo a la banda de música de Cabañas (El Salvador) -les oiremos tocar más tarde-, a los fieles polacos devotos del santuario de Nuestra Señora de la Merced de la diócesis de Radom, y a los que han venido de Martinica. Saludo al grupo de peregrinos del Santuario de la Virgen del Apocalipsis en las Tres Fuentes, que hoy llevarán la estatua de Nuestra Señora desde San Pedro hasta este santuario mariano de Roma, rezando por la paz. Saludo a los antiguos alumnos del Seminario menor «Poggio Galeso» de Taranto; saludo a la Associazione Teatro Patologico de Roma, a la banda de la Escuela «Sacra Famiglia» de Cremona y a los participantes en el evento «Fiabaday», que trabajan por la eliminación de las barreras arquitectónicas.

Y ahora me complace anunciar que el 8 de diciembre celebraré un Consistorio para el nombramiento de nuevos cardenales. Su procedencia expresa la universalidad de la Iglesia, que sigue proclamando el amor misericordioso de Dios a todos los hombres de la tierra. La inclusión de los nuevos Cardenales en la diócesis de Roma manifiesta también el vínculo inseparable entre la Sede de Pedro y las Iglesias particulares esparcidas por el mundo. He aquí los nombres de los nuevos Cardenales:

– Su Excelencia Mons. Angelo Acerbi, Nuncio Apostólico;

– Su Excelencia Mons. Carlos Gustavo Castillo Mattasoglio, Arzobispo de Lima, Perú;

– Su Exc. Mons. Vicente Bokalic Iglic, Arzobispo de Santiago del Estero, Primado de Argentina;

– Su Exc. Mons. Gerardo Cabrera Herrera, Arzobispo de Guayaquil, Ecuador;

– S.E. Mons. Natalio Chomalí Garib, Arzobispo de Santiago de Chile;

– Su Exc. Mons. Tarcisio Isao Kikuchi, Arzobispo de Tokio, Japón;

– Su Exc. Mons. Pablo Virgilio Siongco David, Obispo de Kalookan, Filipinas;

– Su Exc. Mons. Ladislav Nemet, Arzobispo de Beograd -Smederevo, Serbia;

– S.E. Mons. Jaime Spengler, Arzobispo de Porto Alegre;

– Su Exc. Mons. Ignace Bessi Dogbo, Arzobispo de Abiyán, Costa de Marfil;

– Su Exc. Mons. Jean-Paul Vesco, Arzobispo de Argel, Argelia;

– Su Excelencia Mons. Paskalis Bruno Syukur, Obispo de Bogor, Indonesia;

– Su Exc. Mons. Joseph Mathieu, Arzobispo de Teherán Ispahan, Irán;

– Su Exc. Mons. Roberto Repole, Arzobispo de Turín;

– Su Exc. Mons. Baldassare Reina, desde hoy Vicario General de la Diócesis de Roma;

– Su Exc. Mons. Francis Leo, Arzobispo de Toronto, Canadá;

– Su Excelencia Mons. Rolandas Makrickas, Arcipreste Coadjutor de la Basílica Papal de Santa María la Mayor;

– Su Excelencia Mons. Mykola Bychok, Eparca de los Santos Pedro y Pablo de Melbourne de los Ucranianos;

– Reverendo Padre Timothy Peter Joseph Radcliffe, Teólogo;

– Reverendo Padre Fabio Baggio, Subsecretario Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral;

– Arzobispo George Jacob Koovakad, Oficial de la Secretaría de Estado, encargado de los Viajes Papales.

Recemos por los nuevos cardenales, para que, confirmando su adhesión a Cristo, Sumo Sacerdote misericordioso y fiel, me ayuden en mi ministerio de obispo de Roma por el bien de todo el pueblo santo de Dios.

Os deseo a todos un buen domingo. Y, por favor, no olvidéis rezar por mí. Buen provecho y ¡adiós!