PILAR | Los invito e invitémonos, en este tiempo de cuaresma, a dejarnos abrazar y a apropiarnos de la misericordia de Dios, dejémonos VER por ÉL

8 abril, 2025

PILAR | Los invito e invitémonos, en este tiempo de cuaresma, a dejarnos abrazar y a apropiarnos de la misericordia de Dios, dejémonos VER por ÉL, las palabras fueron compartidas por el Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad, Mons. Santiago Olivera y pertenecen a la Homilía compartida al presidir la Santa Misa de inicio del 33° Encuentro General del Clero Castrense. En la jornada del 7 de abril y hasta el próximo viernes el Obispo y 170 Capellanes se encuentran reunidos en la Casa de Retiros, El Cenáculo, en la ciudad de Pilar, provincia de Buenos Aires.

El encuentro, concluirá con la celebración de la Santa Misa Crismal en nuestra Iglesia Catedral Castrense, Stella Maris, el viernes 11 de abril, a las 11 horas y que será presidida por el Nuncio Apostólico, Mons. Adamczyk Miroslaw. Al iniciar la Santa Misa, el Obispo les compartía a los Capellanes, «antes que nada quiero decir que el momento más importante del encuentro y de cada día es justamente la celebración de la Eucaristía. Podremos reflexionar juntos, compartir, iluminarnos, pero, la Eucaristía es lo que le da sentido a toda nuestra vida sacerdotal».

En La Homilía, Mons. Santiago decía, celebramos la primera Misa al inicio de este 33 Encuentro del Clero Castrense. La verdad que me llena de alegría saber que es el número 33, porque es tiempo que habla de perseverancia y de gracia.

Tiempo que habla de un estilo pastoral que no iniciamos nosotros, sino que nos sumamos a varios años respondiendo a una necesidad y a una intuición de aquellos tiempos de la conveniencia de que sinodalmente, podemos decir hoy, nos escuchemos, programemos, recemos y evaluemos nuestro servicio pastoral”. Agregando, el Obispo señaló, “(…) damos gracias a Dios porque están presente nuestros dos Diáconos Permanentes, sus presencias estoy seguro, dan y darán una mirada y aporte diferente a nuestra misión y servicio.

También verán al seminarista Agustín que ya terminó su formación inicial y se prepara para ser ordenado Diácono el 24 de mayo. Su presencia también es signo de esperanza que habla de nuestro hoy pero también de futuro diocesano”.

Continuando, Mons. Olivera compartió, “el Evangelio de Lucas, capítulo 21, versículo 37 nos dice: «De día enseñaba en el Templo; de noche salía y se quedaba en el monte de los Olivos. Y todo el pueblo madrugaba para escucharlo en el templo», en una oportunidad tal nos relata Lucas, leemos hoy algo desagradable que le pasa al Señor y nos relata el Evangelio de Juan. Los escribas y fariseos le traen a Jesús una mujer encontrada en flagrante adulterio. Según la ley mosaica debía, esta mujer morir apedreada. «Tú qué dices», tramposos y sin duda deshonestos. Pero Jesús, en silencio y escribiendo con el dedo en el suelo, y hecho que habla en sí mismo, y ante la insistencia dice una sentencia que les habrá pegado fuerte: «El que esté sin pecado, que tire la primera piedra».

Profundizando, el Obispo, ahondó, “dice el Evangelio que se fueron retirando, comenzando por los más ancianos, un exégeta pregunta: ¿los más ancianos eran los peores o los más sensatos? El hecho fue que quedaron solo Jesús y la acusada. De frente a Jesús, dejándose mirar la Mujer, pero nos invita a dejarnos Mirar también nosotros por Jesús. El pecado nos puede hacer escapar o escondernos, nos puede engañar creyendo que no es tanto, la Mujer escuchó de Jesús, – ninguno te ha condenado, tampoco yo te condeno. Pero vete y no peques más-.

Es bueno que pensemos en el corazón de esta mujer, se habrá ido con profundo gozo ante esta sentencia, con profundo gozo seguramente por esa mirada de Jesús, mirada que sana y restaura, mirada que salva. Ese perdón la ha rehabilitado, le ha devuelto una nueva vida”.

Antes de concluir su Homilía, Mons. Santiago compartió, los invito e invitémonos, en este tiempo de cuaresma, en estos pocos días que nos faltan hacia la Pascua a dejarnos abrazar y a apropiarnos de la misericordia de Dios, dejémonos VER por ÉL. Dejémonos restaurar por Él. Me gustaría que en estos días resuene de nuevo en nuestro corazón con sinceridad y valentía: “Convierte y cree en el Evangelio”.  

También es un buen y propicio tiempo para pedirle al Señor su corazón y su mirada, No somos jueces implacables ni fiscales soberbios, somos pecadores que experimentamos el amor de Dios que nos vuelve a la dignidad de hijos, porque sólo EL conoce nuestra verdad más honda y nuestras realidades más profundas”.

A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad:

PILAR, MISA DEL LUNES 7 DE ABRIL de 2025

Daniel 13, 1-62

Juan 8, 1-11

Celebramos la primera Misa al inicio de este 33 Encuentro del Clero Castrense. La verdad que me llena de alegría saber que es el número 33, porque es tiempo que habla de perseverancia y de gracia. Tiempo que habla de un estilo pastoral que no iniciamos nosotros, sino que nos sumamos a varios años respondiendo a una necesidad y a una intuición de aquellos tiempos de la conveniencia de que sinodalmente, podemos decir hoy, nos escuchemos, programemos, recemos y evaluemos nuestro servicio pastoral.

Ponemos en el Altar en esta Eucaristía el Jubileo Universal de la “Esperanza” que no defrauda y nuestro camino hacia la celebración jubilar del 2027, renovando con pasión nuestros deseos de servir y cuidar con madurez evangélica a aquellos que en nuestra Patria cuidan y sirven.

Este es un Encuentro del Cleo, por tanto, damos gracias a Dios porque están presente nuestros dos Diáconos Permanentes, sus presencias estoy seguro, dan y darán una mirada y aporte diferente a nuestra misión y servicio.

También verán al seminarista Agustín que ya terminó su formación inicial y se prepara para ser ordenado Diácono el 24 de mayo. Su presencia también es signo de esperanza que habla de nuestro hoy pero también de futuro diocesano.

He querido compartir con ustedes la lectura que muchos hemos escuchado el Domingo, y digo así porque se nos daba la posibilidad de proclamar en el V Domingo de Cuaresma las lecturas correspondientes al Ciclo A.

El Evangelio de Lucas, capítulo 21, versículo 37 nos dice: “De día enseñaba en el Templo; de noche salía y se quedaba en el monte de los Olivos. Y todo el pueblo madrugaba para escucharlo en el templo”, en una oportunidad tal nos relata Lucas, leemos hoy algo desagradable que le pasa al Señor y nos relata el Evangelio de Juan.  Los escribas y fariseos le traen a Jesús una mujer encontrada en flagrante adulterio. Según la ley mosaica debía, esta mujer morir apedreada. “Tú qué dices”, tramposos y sin duda deshonestos. Pero Jesús, en silencio y escribiendo con el dedo en el suelo, y hecho que habla en sí mismo, y ante la insistencia dice una sentencia que les habrá pegado fuerte: “El que esté sin  pecado, que tire la primera piedra” (podemos recordar también en Juan quien dice que todos somos pecadores…quien dice lo contrario es un mentiroso) y nosotros ciertamente experimentamos esta triste verdad pero que nos anima a recurrir a la gracia de la conversión para dejarnos abrazar por la infinita misericordia, Dice el Evangelio que se fueron retirando comenzando por los más ancianos,  un exégeta pregunta: ¿los más ancianos eran los peores o los más sensatos? El hecho fue que quedaron solo Jesús y la acusada. Que momento para contemplar e imitar. De frente a Jesús, dejándose mirar la Mujer, pero nos invita a dejarnos Mirar también nosotros por Jesús. El pecado nos puede hacer escapar o escondernos, nos puede engañar creyendo que no es tanto, la Mujer escuchó de Jesús, – ninguno te ha condenado, tampoco yo te condeno. Pero vete y no peques más-.

Es bueno que pensemos en el corazón de esta mujer, se habrá ido con profundo gozo ante esta sentencia, con profundo gozo seguramente por esa mirada de Jesús, mirada que sana y restaura, mirada que salva. Ese perdón la ha rehabilitado, le ha devuelto una nueva vida. Que mirada distinta la de los hipócritas y deshonestos escribas y fariseos, querían hace caer la dureza de la ley en la mujer como los ancianos degenerados o viejos verdes, ¿anestesiaron su conciencia?  Olvidaron aquello del Levítico: “Si uno comente adulterio con la mujer de su prójimo, los dos adúlteros serán castigados con la muerte.”  (Levítico 20,10). Jesús, de allí la trampa que querían hacerle, podría haber remitido el caso a la ley romana bajo la autoridad del sanedrín, pero prefirió mostrar el corazón de Dios, condena el pecado, pero absuelve al pecador. No peques más.

Sobre esta mujer adúltera dijo el Papa Francisco en su homilía del 3 de
abril de 2022: “Su situación parece comprometida, pero ante sus ojos se
abre un horizonte nuevo, antes impensable. Cubierta de insultos, lista
para recibir palabras implacables y castigos severos, con asombro se ve
absuelta por Dios, que le abre ante sí, de par en par, un futuro
inesperado: «¿Nadie te ha condenado? —le dijo Jesús— Tampoco yo te
condeno. Vete y no vuelvas a pecar» (vv. 10.11). ¡Qué diferencia entre
el Maestro y los acusadores! Estos habían citado la Escritura para
condenar; Jesús, la Palabra de Dios en persona, rehabilita completamente
a la mujer, devolviéndole la esperanza”.

Los invito e invitémonos, en este tiempo de cuaresma, en estos pocos días que nos faltan hacia la Pascua a dejarnos abrazar y a apropiarnos de la misericordia de Dios, dejémonos VER por ÉL. Dejémonos restaurar por Él. Me gustaría que en estos días resuene de nuevo en nuestro corazón con sinceridad y valentía: “Convierte y cree en el Evangelio”. Cada uno sabe las piedras que debemos recibir, pero sabemos también de la Misericordia que podemos recibir, si con un corazón contrito y humillado nos ponemos en la presencia del que es MISERICORDIA, del que nos ama sin límite.

También es un buen y propicio tiempo para pedirle al Señor su corazón y su mirada, No somos jueces implacables ni fiscales soberbios, somos pecadores que experimentamos el amor de Dios que nos vuelve a la dignidad de hijos, porque sólo EL conoce nuestra verdad más honda y nuestras realidades más profundas. Me gusta aconsejar y recordar siempre estos mandatos: “No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados, porque con la medida que midan serán medidos” (Mateo 7,1).

Que María, la mujer fiel que supo guardar tantas cosas en su corazón nos vuelva a decir con su voz tierna de Madre: Hagan lo que Él, (su Hijo) nos diga, y es siempre Amar con Él.   

      

Abre el seminario diocesano castrense

Necesitamos tu ayuda para el sostenimiento de los seminaristas

Noticias relacionadas

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Pin It on Pinterest

¡Compartí esta noticia!

¡Enviásela a tus amig@s!