Río Negro | Mons. Olivera administró sacramento de Confirmación en la Escuela Militar de Montaña, del Ejército Argentino, fue en la tarde del jueves 24 de noviembre, en una jornada que iniciaba con la visita Pastoral al Escuadrón 34 de GNA (Gendarmería Nacional Argentina), Cabo Primero Marciano Verón, en San Carlos de Bariloche.

En el escuadrón de la Fuerza Federal de Seguridad, el Obispo Castrense de Argentina, luego del recibimiento y saludo por parte de autoridades y personal, pudo dialogar con los mismos. Allí, junto a la presencia de nuestra Madre, la Virgen de las Nieves, Mons. Santiago pudo conversar sobre las distintas características que tiene nuestra Diócesis y también pudo escucharlos y rezar juntos.

Días atrás, Mons. Olivera, nos hablaba sobre el valor de estar presente, “es muy importante cuando uno hace visita a las Fuerzas más retiradas, allí, uno va viendo su realidad, llegando al despliegue, escuchándolos, para entonces desde la fe acompañarlos y asistirlos (…)”. Como signo de aquel encuentro con los Gendarmes, resuena el ruego de tantos hermanos, que, en su servicio a la Patria, se encomiendan a nuestra Madre, la Virgen de las Nieves, “aquí, con nosotros quédate María, cuida del Gendarme, cuida del soldado, y a cada patrulla que emprende un rescate. Sostiene en tu mano al que por los aires es fiel centinela de nuestras fronteras” (Fragmento de oración a la Virgen).  

Al concluir, Mons. Santiago se dirigió hasta la Escuela Militar de Montaña, del Ejército Argentino, radicada en San Carlos de Bariloche, donde pudo recorrer la Unidad de Operaciones Especiales de Montaña. Además, fuer recibido por sus autoridades, dialogar con ellos y también con los efectivos de la Fuerza Armada asentados en aquella dependencia.

Por la tarde, el Obispo Castrense presidió la Santa Misa, donde celebró sacramento de Confirmación a hijos de fieles del Ejército Argentino, concelebraron el Capellán Mayor de GNA, Padre Jorge Massut, el Capellán Mayor de PSA, Padre Rubén Bonacina y el Capellán Castrense, Padre Gustavo (…). En la Homilía, Mons. Santiago peguntaba: “¿Qué significa estar bautizado? ¿Es Buena Noticia? ¿Nos llena de gozo estar bautizados? ¿Qué ha hecho en nosotros el estar bautizado? Cuando Jesús comenzaba a predicar, aquel que creía, aquel que adhería a la Buena Noticia al Evangelio, se bautizaba, creer entonces, para un cristiano, supone vivir de acuerdo a esa fe que profesa.

El bautismo nos hace morir al hombre viejo, nos borra el pecado original y nacer a una nueva existencia, una nueva vida, por eso dijo el Padre Gustavo, <ciertamente todos están bautizados>. Y ahora van a recibir el sacramento de la confirmación, con el bautismo fuimos marcados como hijos de Dios, ahora serán ungidos, van a recibir la plenitud del Espíritu Santo, serán marcados y sellados como testigos valientes del Evangelio,

Los que hoy se confirman son cristianos maduros, son cristianos adultos, a pesar de su corta edad, la fuerza del Espíritu Santo, la plenitud del Espíritu Santo, les dará todo lo necesario para obrar y actuar en cristiano. El gran desafío será siempre, estar en intimidad con Jesús, <con Él todo lo podemos>, como lo hemos escuchábamos en el Evangelio de Juan”.-

Plegaria a la Virgen de las Nieves

No existe en el mundo santuario más bello donde entronizarte mi

dulce señora, paredes de piedra que talló el silencio y la celeste

comba sembrada en estrellas.

Aquí con nosotros quédate María, lo piden tus hijos que habitan los

cerros, esos que transitan quebradas, valles y faldeos, los que en la

montaña aman, trabajan y sueñan. Es tu amor de madre anclaje

seguro, tú eres la primera de cada cordada, mi carpa, mi abrigo, mi

arnés que no falla, batón donde apoyo toda mi esperanza.

Aquí, con nosotros quédate María, cuida del Gendarme, cuida del

soldado, y a cada patrulla que emprende un rescate. Sostiene en tu

mano al que por los aires es fiel centinela de nuestras

fronteras. Ampara al puestero, pastor de las nubes y los pedregales y

sufrido arriero en la veranada.

Extiende tu manto, otorga la nieve vida y fundamento del agua,

agua de las vegas, arroyos, lagunas y ríos, agua transmutada en

vino y espigas.

Madre, tuya es la montaña, es tuyo el guanaco y el cóndor bravío y

las diminutas flores de los cerros.

Te pido señora que no azote el viento, no haya vendavales, tampoco

derrumbes, ni aludes, ni rayos, que mis ojos vean cuando hay una

grieta, mi marcha detengas ante un precipicio y advierta la trampa

de un despeñadero.

Aquí con nosotros quédate María, se acerca la noche.

Virgen de las nieves, soy de la montaña y si en ella un día tengo que

quedarme, pídele a tu Hijo que venga a buscarme.