Tierra del Fuego | La Virgen convoca al encuentro simple, sencillo y humilde, la Madre abre caminos, esta es apenas una pequeña síntesis de la experiencia vivida por el Capellán Castrense, Padre Fabián Gili, junto a la Imagen Peregrina de la Paz, de Ntra. Sra. de Luján en su paso entre la provincia de Santa Cruz y su visita a la provincia más austral argentina. El Padre Fabián Gili acompañó durante los 15 días que de peregrinación por Santa Cruz a nuestra Madre y fue quien también cruzó el Estrecho de Magallanes uniendo así el continente con la provincia de Tierra del Fuego.
En el marco de aquel histórico cruce de la Virgen, que este próximo 2 de abril se cumplirán 38 años de haber acompañado a nuestros hombres de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad en la Guerra de Malvinas en 1982, pudimos conversar con nuestro Capellán. Mientras la embarcación se adentraba en el Estrecho de Magallanes, aquel hito que fuera descubierto hace medio milenio y que significó el cambio de la navegación en el mundo, uniendo el Océano Atlántico con el Océano Pacífico, allí estaba navegando nuestra Madre junto al Padre Fabian Gili, mientras el viento austral se hacía sentir, quisimos saber, en qué pensaba.
El Padre Fabian, sin despegar su mirada de ese rincón del mundo, nos dijo, “la Patagonia para mi es un lugar muy especial, si tuviera que definirla, es una mezcla de sentimientos y esfuerzos encontrados, difícil, duro y seductor, esa sería tal vez una buena definición, pues en estas inmensidades que tiene nuestro territorio del sur, simplemente los tiempos que llevan trasladarse de un punto a otro, son desafiantes. Cuando uno vuela por sus tierras, se dibuja desde arriba, como si nada hubiera, como si solo fuera un desierto, pero que cuando uno está en el territorio, avanzando, descubre en su interior, la intensidad de tonos, de variantes y maravillas naturales sorprendentes motivando la curiosidad de querer conocer más”.
Haciendo una pausa, volvió a retomar su relato, mirándonos, nos confesó, “al cruzar por el Estrecho de Magallanes, uno no puede dejar de pensar en lo que han vivido aquellos que llegaron al Puerto San Julián, en nuestra provincia de Santa Cruz, quienes celebraron la primera Misa hace 5 siglos, que se lanzaron al mar para descubrir el mundo en una, apenas cascarita de nuez. Resulta imposible imaginar el gran desafío que debieron sortear ellos, navegando solos y si nos trasladándonos a nuestra vida actual, cuántas veces sin valorar, expresamos lo difícil que es para nosotros llegar, entonces, cuando vemos lo desafiante que habrá sido hace quinientos años, no queda otra acción que agradecer lo tanto que tenemos”.
Continuando, el Padre Gili, nos dijo, “al observar nuestro país, el cual tuve la suerte de conocer por distintos motivos, por tareas pastorales, también por cuestiones personales o por simple visita, pude conocer todas las provincias, y mirando aquello, cada vez me cuesta más responder, el por qué estamos como estamos. Por qué, tenemos hambre, carencias, gente sin trabajo. Entonces, reflexiono y digo, cuánto nosotros los creyentes debemos de aportar.
Puesto que, parte de este mal que estamos viviendo, es causa de aquellos que decimos ser cristianos, pero no obramos como tales, lo digo en primera persona, porque no me excluyo de ese mal. Entonces, cuántos desafíos que tenemos en este tiempo, ciertamente se hace cada vez más grande el anuncio de Dios en la voz del Santo Padre Francisco cuando nos convoca; constantemente leo su Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium y estoy más convencido que nunca, que deberíamos saberla de memoria”.
Aún restaba tiempo de navegación, pero nuestra conversación con el Padre Fabian hizo detener el reloj, allí le consultamos, cuál es la oración que podríamos rezar junto a nuestra Madre en esta peregrinación. Nuestro Capellán, nos decía, “la oración que surge, la intención de ésta es por nuestra Patria, que necesita de comunión, de fortaleza interior, de pensarnos a largo plazo. Como Iglesia, romper las barreras interiores que nos detienen, cuando sepamos realmente abrir las puertas, cuan bien nos hará. Hacer aquello que Juan XXIII nos pedía hace más de medio siglo, abran las ventanas para que ingrese aire fresco”.
Ampliando, nos decía, “esto significa ni más ni menos, que tomemos nuevo impulso, saber darle vitalidad a lo que nosotros hacemos, interpretando la respuesta de Dios. Este es un desafío pleno, ante las dudas del cómo, no debemos detenernos, simplemente debemos hacer, avanzar, quebrar con las estructuras”.
Hace más de 20 días que el Padre Fabián se encuentra acompañando a Ntra. Sra. de Luján, en su paso por la Patagonia, entonces, durante esa inmensidad de kilómetros recorridos, quisimos saber, que cosas lo sorprendieron, que circunstancias se dieron con la presencia de la Madre. Entonces, nos contó, “el caminar junto a María, me retrotrajo a mis primeros tiempos, cuando en 1984 ingresaba en el Seminario, estaba en la Parroquia Ntra. Sra. de Luján, en Villa María, Córdoba que tenía a nuestra Madre como Patrona. Volviéndome a aquella época, reviví recuerdos gratísimos, a esas fiestas patronales, las celebraciones junto a Ella, hoy acompañar su peregrinación por los pueblos, no deja de sorprenderme la Madre en las cosas simples, como lo es la frescura de la expresión de nuestra fe popular.
Es emocionante, ver a la gente que se acerca con lagrimas en sus ojos, saludándola, tocándola, dándole un beso, saludándola al verla pasar cuando avanza por las calles. El destello de la felicidad de verla, de estar cerca de la gente es emocionante, observar cómo la gente se acerca, la recibe, cuánta inmensidad de amor frente a su presencia”.
Avanzando en su relato, el Padre Fabián nos revelaba otro importante hecho, así lo expresaba, “entre lo mucho vivido, lo que motiva a una especial reflexión, es el testimonio de nuestros VTG (Veteranos de Guerra) quienes en un tiempo tan duro como lo es una guerra, en donde la superficialidad de nuestra cultura, de nuestra vida actual, quedan totalmente de lado, puesto que uno se enfrenta a situaciones extremas, donde podemos perder la vida, ofrendarla en esa misión. Entonces, escuchar esas experiencias de sentirse cercanos a la Virgen, el saber cómo el rezo de aquel Rosario en la trinchera, en el poso de zorro junto a sus compañeros, colmó, llenó de paz, dando sentido a lo que se estaban haciendo, eso es emocionante y ejemplificador”.
En ese momento, una ráfaga que llegaba del Océano Atlántico nos invadió, como un si se tratase de una bocanada propia que llegaba tal vez de las mismísimas Islas Malvinas, envolviéndonos y provocando a la vez un silencio permitiéndonos pensar lo escuchado. Entonces, el Padre Gili, remontó sus palabras, diciendo, “mirando nuestro presente, pensando en aquello que vivieron todo aquello, nosotros los que tenemos fe, que a veces hasta nos damos el lujo de perdemos en cosas superficiales y no descubrimos esta riqueza de sentirnos amados por María, como lo sintieron nuestros hermanos. Contemplemos, cuánta sabiduría maternal desprende nuestra Madre cuando se nos acerca, verlo en esta expresión de nuestros fieles, en sus experiencias, reconforta notablemente que ese sentimiento, está muy vivo”.
Mirando al sur, ya se avizoraba el puerto, donde más tarde desembarcaríamos, el tiempo apremiaba, y nuestro viaje debía continuar por tierra, allí le hacíamos nuestra última pregunta. ¿Qué cosas, se afianzaron en su vida, ahora que caminó, recorrió y navegó en esta parte de la peregrinación de nuestra Madre?
Así, nos respondía, “esta experiencia para mí se ha convertido en un retiro espiritual, a pesar de la exigencia del recorrido de cientos de kilómetros, donde nos levantamos muy temprano y nos acostamos muy tarde, estamos a disposición de nuestra Madre. Y en ese andar, pasan cosas que solo Ella decide que sucedan, pues, por ejemplo, estando en Río Gallegos, Santa Cruz, se había programado que permanezca en el día en una carpa especial, muy bien acondicionada, con muestra de imágenes fotográficas, entre otros detalles, pero, el viento patagónico se hizo presente y voló todo.
La idea primitiva, de que los fieles lleguen a visitarla durante el día y luego se traslade a la Catedral cambió, la Virgen dijo no a eso, entonces, en vez de que la gente llegue, fuimos con Ella a donde ellos no podían venir. Visitamos, la cárcel, hospitales, pudimos estar en sectores donde no hubiéramos imaginado, donde compartimos una oración, donde nuestra Madre fue creando su encuentro simple, sencillo, humilde, la Madre abre caminos”.
El viaje para nosotros había concluido, aún restaba el viaje hasta la ciudad de Río Grande, donde era esperada nuestra Madre de Luján, aquella imagen que estuvo en Malvinas y que fuera repatriada por nuestro Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera, llegaba a Tierra del Fuego. Su visita, su presencia, continúa como dice el Padre Gili abriendo caminos, sembrando el amor, cobijando con su ternura de Madre a todos.-
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